En Jalisco nadie roba los birotes colgados a fuera de las tiendas
Como si se tratara de un hechizo o una regla no escrita, en Jalisco nadie se roba los bolillos que los panaderos dejan a las afueras de de las tiendas, antes de que sus propietarios las abran.
Tal parece que en Jalisco a todos los bebés se les coloca un chip en el que viene una sola instrucción inviolable: no robar los birotes embolsados que los panaderos cuelgan muy temprano afuera de las tiendas.
Lo explicamos mejor: muy temprano por las mañanas, incluso todavía de madrugada, los repartidores de pan salen a distribuir sus birotes recién hechecitos a los comercios y tiendas de abarrotes de Guadalajara.
Solo los de Jalisco lo entenderían
Cuando los encuentran cerrados, dejan colgado a fuera un costal repleto de pan. Si bien sí se han reportado algunos incidentes, es muy raro que alguien los hurte.
Todo se atribuye a un supuesto entendido social que existe, una especie de código moral tácito entre los oriundos. Con frases como “hay valores” o“solo los tapatíos lo entenderían”, se explica este hecho.
Hay quien toma el birote y deja el pago debajo de la puerta
Pero, incluso, alrededor de esta honradez colectiva también se han dado otras dinámicas, como la que narra un usuario de redes sociales:
“Yo vivía por la Venta del Astillero y se me hacía tan extraño: pasaban los señores que trabajaban en las obras de por ahí y agarraban su birote, pero no se iban sin antes pasar por debajo de la puerta de la tienda el dinero para pagarlo… luego la señora de la tienda cuando llegaba a abrir agarraba la bolsa de pan, abría la puerta de su negocio y luego se agachaba a recoger el dinero que le habían dejado los albañiles”.
Otras teorías en Jalisco sobre esta honradez
Existen tres teorías del origen de esta honradez: el miedo divino, expresado en el dicho “quien se roba un birote, termina con una torta ahogada en la conciencia”.
El segundo es que, según, hay un acuerdo secreto entre tapatíos en donde el pan ajeno es intocable. Y existe un tercero: que es que todo se trata de una magia jalisciense que es incomprensible para los foráneos.
Sea lo que sea, que los birotes calientitos se sigan manteniendo intactos fuera de las tiendas durante muchos años más.
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