En yate a Isla Mujeres...para vivir el mar con estilo - México Desconocido
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Ecoturismo y aventura

En yate a Isla Mujeres…para vivir el mar con estilo

En yate a Isla Mujeres…para vivir el mar con estilo fifu

Aunque el hotel en Cancún proveía todo lo necesario para descansar, queríamos hacer algo más que dormitar sobre un camastro junto a la alberca.

Así, por recomendación de uno de los empleados del hotel, llegamos a la Terminal Marítima de Playa Tortugas, para rentar una embarcación que a todos gustara. No queríamos un galeón para recordar a los piratas que rondaron por estas costas, sino un yate para hacernos a la mar con estilo de sobra. La variedad es amplia: Mar, Antares, Velvet, Neptuno, Pachanga… Su tamaño oscila entre 33 y 60 pies (10 y 18 metros), para 22 y 60 personas.

Nos convenció entonces navegar a Isla Mujeres, de ida y vuelta, en un navío más pequeño para detenernos a esnorquelear en los arrecifes, aunque había otras opciones como visitar Isla Contoy para avistar aves, hacer pesca deportiva, aprender a velear o, simplemente, navegar cerca de las costas de esta península.

¡Como los grandes!
Después de una hora admirando el paisaje circundante, y que el agua mudara su color de azul oscuro a verde turquesa, hicimos la primera parada.

Hora de colocarse el visor y el tubo, así como el chaleco salvavidas y las aletas. Nadie quiso quedarse a bordo, pues la belleza submarina de sus aguas tiene fama mundial. De hecho, esta es la segunda barra coralina más importante del planeta, sólo después de la que se encuentra en Australia.

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Uno a uno caímos al agua, y seguimos al guía que, experto en la materia, nos señaló peces, desde un erizo hasta un pez globo, pez ángel o un pez perico, también hay mantarrayas y morenas, así como corales cerebro, cuernos de alce y abanicos.

Deleites fuera del agua
Luego de 40 minutos, cuatro quisieron salir del agua, se sentían cansados, y con una seña lo indicaron al capitán del yate. El navío se acercó lentamente, y les tendió la mano, así como una toalla seca, al subir. El resto nadamos un rato más.

El hambre, junto con la tarde, estaba apunto de llegar, así que nos dirigimos al Club de Playa que está en la punta norte de Isla Mujeres.

Tras degustar una abundante comida tipo buffet, un reposo en las hamacas de la playa al ritmo de las olas o un recorrido por la isla en carrito de golf son las opciones.

La tentación de las tiendas de plata y artesanías nos atrajo a la mayoría para visitar el pueblo, y de paso llegar hasta el otro extremo de la isla, donde está el Parque Escultórico de Punta Sur y los restos de un templo dedicado a la diosa Ixchel.

Camino hacia allá, vimos el muelle adonde llega el ferry con todos los viajeros, las lanchas de los pescadores y los hoteles que se han construido lejos del ruido, como Secreto y La Casa de los Sueños, para los que buscan sitios privados. Más adelante, está la Hacienda Mundaca, la cual le pertenecía a un pirata llamado Fermín Antonio Mundaca Marechaga que, según la leyenda, quedó perdidamente enamorado de una mujer  que nunca le correspondió, condenándolo a quedarse en la isla para siempre.

De regreso en el yate, unos descansamos en los camarotes, otros sobre la red para aprovechar los últimos rayos del sol, pero las conversaciones llenaron de algarabía el ambiente.

El motor se detuvo para concluir la jornada con la puesta del sol. El cielo, antes azul intenso, tenía una combinación de amarillo  y naranja brillante, después lila y rosa pálido. El atardecer era pleno, y aún más los que estábamos abordo porque logramos olvidarnos de lo que nos había hecho correr a estas playas.

Con la luz del sol terminó la aventura, así que era hora de regresar al mismo punto de donde zarpamos. El yate dejó su rastro en el agua y con ella, nuestra nostalgia de querer regresar.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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