Metzabok y Nahá, enigmas sobre el agua en cayuco
Conoce las lagunas de Chiapas y recorre la Selva Lacandona en cayuco. ¡Nahá y Metzabok te esperan!
En la Selva Lacandona nos adentramos en dos comunidades, Metzabok y Nahá, que conservan la tradición ancestral de navegar las lagunas de Chiapas en cayuco y en esta aventura son ellos quienes nos ayudan a descifrar el pasado maya y su relación con el río.
Metzabok
La primera pista la encontraríamos en Metzabok, pero para llegar hasta ahí fue un largo caminar…
Partimos de Palenque rumbo a Ocosingo, luego en el crucero de Chancalá, nos desviamos a Frontera Echeverría hasta llegar a una bifurcación que conduce al poblado de Reforma y Chocojalito.
De ahí viajamos al Piñal donde dejamos el camino pavimentado y seguimos por terracería hacia el poblado del Tumbo. Después pasamos por varias rancherías tzeltales como El Diamante, Cuauhtémoc y La Esperanza para finalmente llegar hasta la comunidad lacandona de Metzabok, que en maya significa “dios hacedor de truenos”.
Ahí hay un pequeño hotel ecoturístico, donde nos recibieron Enrique y Rafael, nuestros guías durante nuestra travesía por las lagunas de Chiapas.
Al día siguiente nos levantamos muy temprano, preparamos nuestras cámaras, y acompañados de Rafael, caminamos hacia el lago de Metzabok, donde observamos varios cayucos amarrados a la orilla.
Rafael nos comentó que los cayucos están hechos de una sola pieza y se labran y ahuecan en troncos de caoba a punta de fuego, machete y hacha. Mi primera pregunta fue:
“Esta cosa ¿no se voltea? No me vaya a ir al agua con todo y cámaras”,
A lo que contestó:
“No te preocupes, nada más no te muevas mucho”.
Así que con mucha cautela remamos por un canal que serpenteaba entre la majestuosa selva de Chiapas. De pronto el paisaje se abrió y pudimos apreciar en su totalidad la laguna Metzabok rodeada de montañas, cubiertas de espesa vegetación.
El agua estaba tan tranquila que parecía un espejo, la neblina de la mañana apenas se estaba levantando, lo que le daba un toque mágico a este idílico paisaje, que nos invadió con toda su paz y energía.
Mientras navegábamos, Rafael nos fue contando todo acerca de la mitología maya de los lacandones:
«Nos llamamos a nosotros mismos hach inc, que significa verdaderos hombres; nuestra religión se basa en los ciclos de la naturaleza. En el pasado los dioses mayas habitaron la tierra. Nuestro principal dios es Nohotsakyum, quien habita las ruinas de Yaxchilán. Nuestros dioses crearon primero el inframundo y después subieron al cielo, a excepción de algunas deidades mayas, quienes se quedaron a vivir en cuevas, lagos y algunas ruinas en la selva.”
Cruzamos todo el lago y llegamos hasta la base de un gran paredón, en donde Rafael nos mostró unas pinturas rupestres de personajes y animales.
Seguimos remando pegados a la pared hasta llegar a la entrada de una cueva y desembarcamos para explorarla. Más tarde ascendimos caminando por la selva. Desde lo alto de los acantilados nuestra vista volaba por las espectaculares lagunas de Metzabok (en total suman 21), la mayoría intercomunicadas temporal o permanentemente entre sí formando un sistema de humedales cársticos (formación caliza) rodeados de selva alta.
De regreso a la población de Metzabok, les platicamos acerca de nuestro proyecto de navegación maya y les enseñamos nuestros remos de madera, pero notaron que eran muy pesados y ofrecieron hacer unos de caoba para que fueran más ligeros y resistentes. Así aprendimos algo muy importante, cómo hacer unos buenos remos.
Nahá
Al día siguiente cargamos todo nuestro equipo en la camioneta y partimos hacia Nahá, a dos horas de Metzabok, otra de las lagunas de Chiapas que nos propusimos recorrer.
Nahá es la comunidad lacandona más grande (180 habitantes) localizada en un hermoso paraje entre las montañas a orillas de una mágica laguna. Esta pequeña comunidad tiene una sola calle que también funciona como pista de aterrizaje para las avionetas que llegan a la comunidad, como en otras poblaciones remotas de Chiapas, la avioneta sigue siendo un transporte muy utilizado.
Recordé que en el pasado cuando visité algunas comunidades en la selva, el piloto daba una vuelta antes de aterrizar para que la gente espantara a las vacas, caballos, burros y gallinas que estaban en la pista.
Ahí, lo primero que hicimos, fue buscar a la autoridad del pueblo para que nos informara si tenían cayucos en las lagunas que pudiéramos fotografiar, así conocimos a don Antonio, el curandero del pueblo y el encargado de los ritos religiosos.
Él tiene además una pequeña tienda de artesanías con arcos y flechas, collares de semillas, quemadores de incienso con representaciones antropomorfas o de personajes de su tradición oral, jícaras decoradas con figuras grabadas y tambores ceremoniales que generalmente hay en la choza ceremonial.
Aprendimos que en esta última viven los dioses y se llevan acabo los rituales; también donde se prepara el balché. Siempre que don Antonio lo prepara, toca una trompeta de caracol para que los dioses mayas se acerquen a tomar parte de las ofrendas y para que todo el pueblo acuda y beba.
En la choza ceremonial don Antonio nos enseñó a los ídolos de piedra de la mitología maya, que sólo él puede tocar. La deidad más importante es Nohotsakyum y otras deidades importantes son sus tres hermanos, de lo cuales Yantho, llamó más nuestra atención, pues vive en el río Usumacinta, cerca de Tenosique, por donde pasamos en nuestro cayuco en la gran expedición. Además don Antonio nos mostró instrumentos musicales con los que realiza los rituales.
Después de un gran día aprendiendo de los dioses, las tradiciones y la cosmogonía lacandona, por la noche nos reunimos con otro grupo para organizar nuestra excursión por las lagunas de Chiapas del siguiente día.
Sólo una probadita…
A la mañana siguiente, partimos de Nahá rumbo a la laguna del mismo nombre. A la orilla pudimos observar algunos cayucos de diferentes tamaños amarrados a un árbol y elegimos el más grande. Los lacandones acostumbran remar parados, sus remos son largos ya que también los usan como pértiga en las zonas bajas o inundadas.
Cruzamos la laguna y desembarcamos. Comenzamos a caminar por la selva hasta llegar a la Laguna Amarilla, ahí encontramos dos cayucos inundados. Atanasio nos explicó que cuando ya no los usan, los guardan bajo el agua, pues ahí se conservan mejor.
Remos listos
Enrique y Rafael le dieron el toque final a nuestros remos. Quedaron perfectos. Así es como finalizamos esta aventura por las lagunas de Chiapas Metzabok y Nahá, en territorio lacandón. Sus habitantes nos compartieron su sabiduría acerca de vivir en armonía con la naturaleza, algo que todos quienes habitamos en este planeta debemos aprender.
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