Espacios que nacieron y se usaron en las olimpiadas de México 68
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Espacios que nacieron y se usaron en las olimpiadas de México 68

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© Archivo

Estos son algunos espacios que nacieron durante los Juegos Olímpicos de México 68 y que seguramente no recordabas que sirvieron para algún evento deportivo.

Hoy, parece un sueño lejano, pero hace casi 50 años, la Ciudad de México fue sede de unos Juegos Olímpicos, por lo que se construyeron y adaptaron varios foros para recibir a los 5,516 atletas que participarían en las 172 competencias de 20 deportes diferentes.

La mayoría de esos lugares todavía existen, y aunque el escenario principal fue el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, hay otros foros en los que hoy prácticamente nadie recuerda que ahí se entregaron medallas olímpicas, algunas de ellas históricas.

Repasemos la historia olímpica de cinco grandes foros de la Ciudad de México, lo que se vivió en ellos en México 68 y para qué sirven hoy.

Teatro Insurgentes

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Inaugurado en 1953 con una obra estelarizada por Mario Moreno “Cantinflas”, el Teatro de los Insurgentes fue sede de las competencias de halterofilia en México 68.

Este recinto fue ideado por los artistas y empresarios José María Dávila y Julio Prieto como una respuesta a los teatros que en ese entonces ya eran muy pequeños y elitistas, dejando atrás tradicionales formatos, como el de las “carpas”.

Así, en la parte sur de la Avenida Insurgentes, que la sabiduría popular cataloga como “la más larga del mundo”, se construyó un teatro muy grande para la época –y que actualmente sigue siendo uno de los más monumentales de la Ciudad de México– con el fin de convertirse en una opción para las crecientes clases medias.

Pero en 1968, su gran mural pintado en la fachada por Diego Rivera, en cuyo centro destaca la imagen de Cantinflas como parte de la historia universal del teatro, sirvió de marco para que figuras como el soviético Leonid Zhabotinsky se inscribieran en la historia de los Juegos Olímpicos.

Zhabotinsky ganó su segunda medalla de oro consecutiva en este lugar que fue elegido como sede olímpica gracias a su aforo de más de mil personas y a su gran escenario, además de que solamente requirió rápidas adaptaciones, como la instalación de un gimnasio, baños y vestidores.

Hoy, en este recinto se presentan varias de las obras  más importantes de la Ciudad de México.

 

Arena México

Así como Cantinflas fue padrino del Teatro de los Insurgentes, también lo fue de la Arena México, un gran recinto para la lucha libre construido originalmente para 17,000 personas y que en México 68 recibió las competencias de box.

La “catedral de la lucha libre” fue inaugurada el 27 de abril de 1956 por la iniciativa y visión de Salvador Lutteroth, el empresario que logró que ese deporte tuviera éxito en el país y que se convirtiera en toda una tradición y atractivo turístico de la Ciudad de México.

Localizada en una de las zonas más tradicionales de la capital, en su momento fue uno de los foros techados más grandes del mundo y cumplió con las más estrictas pruebas de resistencia; también ha servido de escenario para funciones de circo, shows con pista de hielo, conciertos y mítines políticos.

En los Juegos Olímpicos, la Arena México fue el marco para que los boxeadores nacionales obtuvieran dos medallas de oro y dos de bronce, lo que representó la mejor participación mexicana en toda la historia.

Auditorio Nacional

En su momento, la Arena México (de inversión privada) compitió durante su construcción con el Auditorio Nacional (obra del Gobierno Federal) por ser el foro más grande y funcional del país, pero durante los Juegos Olímpicos ambos tuvieron el honor de ser sede de esta competencia internacional.

En el Auditorio Nacional, localizado en las inmediaciones del Bosque de Chapultepec, se llevaron a cabo las competencias de gimnasia, en donde participó una de las más grandes figuras de estos juegos, Vera Caslavska, representante de la entonces Checoslovaquia y que fue llamada “la novia de México” debido a que el público se enamoró de su sencillez, carisma y, sobre todo, desempeño deportivo; además de que se casó con el atleta checo Josef Odlozil en una multitudinaria boda realizada en la Catedral Metropolitana un día antes de la ceremonia de clausura de los juegos.

El presidente Miguel Alemán Valdés había mandado construir el Auditorio Nacional para albergar espectáculos ecuestres (de hecho, lo inauguró en 1952, unos días antes de terminar su mandato a pesar de que el foro no estaba terminado), pero su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines, decidió que era mejor idea utilizarlo como un gran auditorio municipal para 10,000 personas. Desde entonces, ha recibido a todo tipo de estrellas de la música, desde Pedro Infante hasta Elton John o Plácido Domingo, pasando por Juan Gabriel y Luis Miguel.

Pero en México 68, la música que más se recuerda fue la del “Jarabe Tapatío” y “Allá en el Rancho Grande” que Caslavska utilizó para sus pruebas, en las que obtuvo la medalla de oro en las barras asimétricas y salto de caballo, además de la presea de plata en viga de equilibrio y por equipos.

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Palacio de los Deportes

Actualmente, junto con el Auditorio Nacional, es uno de los foros en donde se presentan grandes eventos musicales en la Ciudad de México es el Palacio de los Deportes, el cual sí fue construido para recibir a los Juegos Olímpicos.

Inaugurado en septiembre de 1968, apenas unos días antes de que empezaran las competencias, sirvió para recibir los partidos de basquetbol (que en ese entonces sólo eran masculinos) en los que el representativo de México ganó cinco de siete encuentros disputados; sin embargo, las medallas de oro, plata y bronce fueron para Estados Unidos, Yugoslavia y Unión Soviética, respectivamente.

Conocido por muchos capitalinos como “el domo de cobre”, se trata de una construcción para 20,000 espectadores en forma de “carpa geodésica” cuya cúpula efectivamente es de cobre y es obra de un grupo de arquitectos en el que destaca Félix Candela, quien también diseñó otros lugares simbólicos de la ciudad, como el Mercado de Coyoacán.

Uno de los puntos en común que tienen los recintos construidos para México 68 es que fueron bautizados con nombres de los Niños Héroes (aquellos cadetes que, de acuerdo con la historia oficial, dieron su vida por México durante la intervención de Estados Unidos en 1847) y el nombre oficial de este lugar, ubicado en la Avenida Río Churubusco, casi no se usa: Palacio de los Deportes “Juan Escutia”.

Alberca Olímpica

Otro lugar olímpico que se encuentra en la misma Avenida y que también tiene nombre de un Niño Héroe es la Alberca Olímpica “Francisco Márquez”, la cual también fue inaugurada un par de semanas antes de la ceremonia de apertura de México 68, cuando recibió, obviamente, las competencias de natación.

Ahí, ante 10,000 personas, se entregó una de las medallas más emotivas que ganó la delegación mexicana en esos juegos y en toda la historia olímpica del país, cuando Felipe “el Tibio” Muñoz obtuvo el oro en la competencia de 200 metros mariposa. La natación femenil también dejó un galardón: el bronce para María Teresa Ramírez en los 800 metros libres. Por cierto, esas son las únicas dos medallas olímpicas que ha ganado México en natación en toda la historia.

Hoy, después de varias remodelaciones, sigue funcionando tanto como sede de competencias internacionales, como para impartir clases de natación y centro de alto rendimiento para atletas.

Forma parte de un conjunto que completa el Gimnasio “Juan de la Barrera” (sí, con nombre de otro Niño Héroe) que en 1968 sirvió para recibir las competencias de voleibol y que hoy es sede de diversos deportes, como basquetbol y lucha libre.

Aunque hoy es poco espectacular en su aspecto exterior, en su momento se trató de una gran obra de ingeniería y arquitectura, ya que se requería un foro con un techo de 80 metros de largo sin columnas que obstruyeran la visibilidad. Así, tanto la alberca como el gimnasio son una unidad arquitectónica que se complementan y sirven para sostener en su centro una serie de cables de acero que soportan el techo de ambos lugares.

Así que la próxima vez que visites alguno de estos lugares sabrás que también fueron sede de los Juegos Olímpicos y que en ellos se escribieron memorables páginas de la historia del olimpismo.

autor Carlos Tomassini
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