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Ex Hacienda San José de La Quemada en Guanajuato

Guanajuato
Ex Hacienda  San José de La Quemada en Guanajuato fifu

Lo que fue otrora la rica y próspera hacienda de San José de la Quemada será en un futuro cercano un lugar de esparcimiento para el turismo.

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Adentrarnos en el estado de Guanajuato significa internarnos en la historia misma de México y sentirla a través de sus múltiples e históricos edificios, diseminados por todo su territorio. Un buen ejemplo lo constituyen la infinidad de cascos de haciendas que, repartidos en caso todos los municipios, nos hablan de la gran productividad que llegó a caracterizar esta región en los siglos posteriores a la conquista española y que, en nuestros días, sobreviven como mudos testigos de bonanzas pasadas; tal es el caso de la antigua hacienda de San José de La Quemada del municipio de San Felipe Torres Mochas, la cual hacia finales del siglo XIX llegó a ser considerada como una de las más extensas de todo Guanajuato.

Localizada a 32 km al noroeste de la ciudad de Dolores Hidalgo, San José de La Quemada aún conserva ese sabor que le han dejado sus más de cuatro siglos de existencia. Podemos precisar sus orígenes, según las fuentes, hacia la segunda mitad del siglo XVI, cuando en entonces alcalde mayor de San Felipe, Juan Sánchez de Alanís, le mercedó un sitio de ganado menor (tierra de pastoreo para ovejas y cabras, equivalente a 780 721 ha) al español don Esteban García, allá por el mes de diciembre de 1562, gracia que éste traspasó en 1568 al bachiller Juan Alonso, vecino de San Felipe. Para 1597 la merced de tierras en cuestión ya era propiedad de don Alonso Pérez de Bocanegra, quien se encargó de aumentar su tamaño mediante la adquisición de varios sitios de ganado mayor (concesión de pastizal equivalente a 1 755.61 ha) así como de algunas caballerías (42 795 ha). Más tarde sus propietarios fueron heredadas por su hija Josefa quien, a su vez, decidió vender a su hijo Juan de Arizmendi Gugorrón los terrenos de lo que sería después la hacienda.

En 1681 lo que ya se conocía como hacienda San José de La Quemada estaba compuesta por los sitios de Las Sahurdas, La Laborcilla, Laberintilla y La Quemada Vieja y pertenecía al contador del Tribunal Mayor de la Audiencia Real de Cuentas de la Nueva España, capitán Andrés Pardo de Lagos.

Pasado el tiempo, la hacienda fue adquirida por don Antonio de Lanzagorta y Urtusaústegui, capitán de caballería y caballero profeso de la Orden de Calatrava, en una almoneda pública efectuada en la ciudad de México en 1739. A la muerte del capitán la propiedad pasó a su hijo, Francisco Antonio de Lanzagorta y Landeta Urtusaústegui y Saravia, quien llegó a ser regidor y alguacil mayor de la villa de San Miguel del Grande, hasta su fallecimiento acaecido en 1777; entonces dejó como heredera de todos sus bienes a su esposa, Rosalía Anacleta Gómez de Acosta y Yáñez, quien se encargó de hacer crecer la ya próspera hacienda de La Quemada adquiriendo los terrenos adyacentes.

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Hacia principios de 1800, la propiedad contaba con excelentes tierras para labranza aunque éstas eran dedicadas mayormente a la cría de ganado bovino. El hijo de doña Rosalía Anacleta, Juan María de Lanzagorta y Landeta, regidor capitular del Cabildo de San Miguel el Grande y familiar de pruebas del Santo Oficio de la Inquisición se convirtió en el siguientes propietario.

Durante el movimiento independentista, San José de La Quemada fue continuamente “visitada” por las tropas insurgentes y, para 1831, era propiedad de Juan José Pastor, general del Ejército Mexicano. A partir de este momento la sucesión de propietarios continúa sin que existan datos precisos al respecto, aunque en 1856 aparece bajo la pertenencia de don Roberto Trail, quien dejó como herederos a su hijo Roberto, a su esposa Paulina Cervantes y a un tal Fidencia López, los cuales más tarde la vendieron al licenciado Joaquín Obregón González. Este decidió donar todos los terrenos necesarios para la construcción y tendido de las vías del Ferrocarril Nacional Mexicano y, en los finales de la pasada centuria, San José de La Quemada llegó a ser considerada como una de las más ricas haciendas de todo el estado guanajatense; su ocupación principal era la agricultura y quedó algo relegada la actividad ganadera. En ella se llegó a cultivar, en grandes cantidades, chile, maíz, frijol y trigo, los cuales eran enviados por ferrocarril hacia las ciudades de México, San Luis Potosí y Guanajuato.

A principios de este siglo, La Quemada era una de las haciendas mejor comunicadas de todo México, ya que contaba, aparte del camino de herradura del siglo XVI, con estación de ferrocarril y teléfonos instalados por el Gobierno del estado, pues precisamente el gobernador era entonces su dueño. También existía una escuela de primeras letras, una enorme y bella presa y un magnífico puente del siglo XVIII con varios diques, lo cual aseguraba el abastecimiento de agua en las temporada de sequía.

Actualmente el “casco” (incluyendo el puente y la presa) está localizado en el centro del poblado conocido como La Quemada, nombre dado por la misma hacienda, la cual pertenece hoy a don Joaquín Langchain, quien se ha preocupado por mantener en perfecto estado la construcción.

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De la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato, se toma la carretera núm. 51 que va a San Felipe Torres Mochas, en el mismo estado, y a unos 30 km se sigue por un camino de terracería (1 km) que lleva al poblado de La Quemada. En ese lugar podrá encontrar tiendas de abarrotes y teléfono; los demás servicios turísticos (hotel, restaurantes, etcétera) los hallará en Dolores Hidalgo o en San Felipe Torres Mochas.

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