Fin de semana en la ciudad de Colima - México Desconocido
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Fin de semana en la ciudad de Colima

Colima
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© Wikimedia

Al abrigo del Nevado de Colima y del volcán de Fuego se despliega la ciudad de Colima, capital del homónimo estado de la República Mexicana. El ritmo de vida del centro de la llamada "Ciudad de las Palmeras" oscila entre la modernidad y la tranquilidad propia de la provincia. Los motivos para visitar Colima son innumerables, por lo que aquí le proponemos un viaje relámpago, pero con el tiempo suficiente para apreciar y disfrutar este bello jirón del occidente de nuestro país.

VIERNES

Cuando llegamos a Colima fuimos gratamente sorprendidos por la quietud y la armonía de esta tranquila ciudad. Sin apenas darnos cuenta soltamos poco a poco el acelerador contagiándonos por el pausado ritmo de sus calles, mientras las palmeras y el aire húmedo y cálido nos recordaba, por si lo hubiéramos olvidado, que muy cerca está el mar.

Nos dirigimos al centro, donde encontramos el cómodo y tradicional Hotel Cevallos, ubicado en los portales. Aquí empezamos a vivir el sabor único de provincia, a través de su arquitectura colonial y sus recuerdos del Colima de ayer que tan acertadamente la familia Cevallos conservó para asombro de sus huéspedes.

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Después de la grata bienvenida decidimos salir a disfrutar de la algarabía de la plaza. Para estirar las piernas y descansar del viaje damos una vuelta por el Jardín Libertad, y aunque ya está oscureciendo, descubrimos el atractivo central del jardín rodeado de palmeras y frondosos árboles: el quiosco, traído de Bélgica en 1891, Y en el que todos los jueves y domingos se disfruta de placenteras veladas musicales.

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Echamos una ojeada a la fachada de la Catedral y al Palacio Municipal, que aunque cerrados, resaltan en el paisaje con sus luces encendidas. Nos dirigimos entonces al Andador Constitución, a un costado del hotel. Aquí saboreamos una nieve de nuez del «Joven Don Manuelito», tradicionales desde 1944, mientras disfrutamos de las notas de la guitarra de un trovador y de la pequeña exposición de un pintor que ofrecía sus paisajes y retratos.

Nos apresuramos al final del andador y llegamos a la tienda de artesanías del DIF, donde en unos minutos conocimos la amplia gama artesanal colimota: trajes indígenas, como los tradicionales vestidos blancos bordados de rojo utilizados durante las fiestas de la Virgen de Guadalupe, o los famosos perritos xoloitzcuintlesmoldeados en barro.

Después de este fascinante recorrido nos dirigimos al Jardín Gregorio Torres Quintero, justo atrás de la Catedral.

Aunque la falta de luz no nos permitió apreciar en su real dimensión la belleza de este espacio donde crecen mangos, tabachines y palmeras, recorrimos los puestos de manualidades y curiosidades. Aquí degustamos una bebida muy especial y única de la región: el bate. De un bule el vendedor extraía una bebida espesa y de color grisáceo, mientras nos explicaba que está hecha de una semilla conocida como chan o chía, que es tostada, molida y finalmente mezclada con agua. Antes de entregarnos el brebaje vertió en él un buen chorro de miel de piloncillo. Recomendada sólo para espíritus gastronómicos aventureros.

Ya relajados del viaje y después de este breve pero sustancioso acercamiento a la cultura colimota, decidimos calmar el hambre que hace rato había despertado. Nos dirigimos a un restaurante pequeño que descubrimos en la parte superior de los Portales Hidalgo.

Comimos nuestros primeros antojitos colimotas: sopitos y deliciosas tostadas de lomo y mariscos, acompañados por una refrescante cerveza, mientras disfrutamos del paisaje de la Catedral y del Jardín Libertad que, desde lo alto, se puede apreciar en este lugar abierto.

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SÁBADO

Para no ir muy lejos decidimos desayunar en el hotel, ya que el buffete a la vista atrapa nuestro antojo.

Nos instalamos en una sombrilla del portal y con un sorbo de café y un picón, empezamos a descubrir los edificios, los árboles, la gente y todas las cosas que la luz del sol ha despertado.

Más ansiosos que la noche anterior visitamos la Basílica Menor Catedral de Colima. Fue construida en 1894, y desde entonces a la fecha, nos platican, ha sufrido diversas restauraciones debido a los daños ocasionados por la intensa actividad sísmica de la zona. De estilo neoclásico, cuenta con dos torres al frente y una cúpula; al igual que su exterior, el interior es sobrio.

De aquí nos dirigimos al Palacio de Gobierno, justo a un lado de la Catedral. Se trata de un edificio de dos plantas, de estilo neoclásico francés, que hace un armónico conjunto con la Catedral. La construcción del palacio se concluyó en 1904 y, al igual que la Catedral, fue un proyecto del maestro Lucio Uribe. En su exterior destacan una campana, réplica de la de Dolores, y un reloj traído de Alemania. Al entrar atrapa nuestra mirada el patio delimitado por arcos, al igual que los murales que se aprecian al subir al segundo nivel, realizados en 1953 por Jorge Chávez Carrillo, artista colimota.

Al salir nos atrae el Jardín Libertad que, frente a nosotros, promete refrescarnos del intenso calor que ya se siente a esta hora del día. Nos topamos con uno de los famosos vendedores de tuba, que con su pregón: “¡tuba, tuba fresca!”, nos anima a refrescarnos aún más con este dulce jugo extraído de la flor de la palma, complementado con trozos de manzana, pepino y cacahuates.

Caminamos sobre el jardín y llegamos a la esquina de Hidalgo y Reforma, donde encontramos el Museo Regional de Historia. Este edificio, que data de 1848, ha sido casa particular, hotel y, desde 1988, abrió sus puertas como museo. En su planta baja, entre las piezas arqueológicas, nos sorprende la réplica de una tumba de tiro, características de la región, que podemos apreciar a través de un grueso vidrio sobre el que caminamos. Aquí se observa cómo se enterraba a las personas acompañadas de algunas de sus pertenencias y de perros xoloitzcuintles, que se creía servían de guías al otro mundo. En la parte superior se exhiben documentos y objetos que narran el desarrollo histórico desde la conquista hasta más allá de la Revolución Mexicana.

Volvemos a tomar el Corredor Constitución y a dos calles hacia el norte llegamos al Jardín Hidalgo, en el que se encuentra un Reloj Solar Ecuatorial sumamente interesante y exacto. Fue diseñado por el arquitecto Julio Mendoza, y cuenta con láminas explicativas sobre su funcionamiento en diversos idiomas. la plaza está dedicada al «padre de la Patria», don Miguel Hidalgo y Costilla, y se encuentra a un costado del Templo de San Felipe de Jesús, cuyo retablo principal está formado por seis nichos y rematado con un Cristo en su cruz. Anexa al templo se encuentra la Capilla del Carmen, sobrio espacio en donde sobresale una bellísima representación de la Virgen del Carmen con el Niño en brazos.

Frente a la Plaza Hidalgo se encuentra la Pinacoteca Universitaria Alfonso Michel, donde tuvimos oportunidad de admirar parte de la obra de este destacado artista colimota. Nos cuentan que la obra de Alfonso Michel está considerada como sobresaliente de la pintura mexicana del siglo XX, cuando se inmortalizó a través de obras de temas mexicanos expresados con estilos cubistas e impresionistas. El edificio es una muestra de la arquitectura tradicional de la zona; sus frescos corredores delimitados por arcos nos llevan a diversas salas donde se realizan exposiciones de artistas locales.

Entre el calor y la caminata se ha despertado nuestro apetito. Nos dirigimos hacia Los Naranjos, restaurante a unas cuantas cuadras, en donde saciamos nuestro antojo con unas enchiladas de mole y una carne enchilada acompañada de frijoles refritos. La elección no ha sido fácil, ya que su menú ofrece una extensa variedad de la gastronomía regional.

Para continuar nuestro recorrido por la ciudad abordamos un taxi para dirigimos al Parque de la Piedra Lisa, en donde encontramos el famoso monolito que fue arrojado por el volcán de Fuego hace miles de años. Según cuenta una leyenda popular, quien viene a Colima y se desliza tres veces por la piedra, o se queda o regresa. Por si así fuera, nos deslizamos tres veces para asegurar nuestro retorno.

El Palacio Legislativo y de Justicia, obra de los arquitectos Xavier Yarto y Alberto Yarza, es un agradable edificio modernista; en su interior se encuentra un interesante mural titulado La Universalidad de la Justicia, obra del maestro Gabriel Portillo del Toro.

Enseguida llegamos al Conjunto de la Secretaría de Cultura. Aquí, en una explanada que tiene una escultura de Juan Soriano titulada El Toro, encontramos tres edificios: a la derecha está el Edificio de Talleres, donde se imparten diversas disciplinas artísticas. Inmediatamente se ubica la Casa de la Cultura Alfonso Michel, también conocida como Edificio Central, donde tienen lugar diversas exposiciones artísticas, así como una exhibición permanente del pintor Alfonso Michel. Aquí se encuentra la Filmoteca Regional Alberto Isaac y un auditorio.

El tercer edificio es el Museo de las Culturas de Occidente María Ahumada de Gómez, en donde se exhibe una amplia muestra de la arqueología de la región. El museo se divide en dos áreas: la primera, en la planta baja, muestra la historia de la cultura colimota dividiéndola en fases. En la segunda área, que ocupa la planta alta, se muestran diversas piezas que hablan de algunas expresiones culturales prehispánicas de la región, como trabajo, indumentaria, arquitectura, religión y arte.

El tiempo corre rápido, y para que no se vaya a escapar de nuestro recorrido, nos trasladamos al Museo Universitario de Artes Populares, ya que se nos ha recomendado ampliamente. Quedamos gratamente sorprendidos por la extensa variedad artesanal que aquí se exhibe. Desde los más tradicionales trabajos, hasta increíbles piezas de la imaginería popular de todo el país: indumentaria de fiestas populares, juguetes, máscaras, utensilios de cocina, miniaturas en metal, madera, hueso de animales, fibras naturales y barro.

Otro punto importante al visitar Colima es Villa de Álvarez, población cuyo origen se establece a finales del siglo XVIII. Se le dio el nombre de Villa de Álvarez en 1860 en honor al general Manuel Álvarez, primer gobernador del estado. En esta población, que recibió el rango de ciudad en 1991, nos encontramos con el Templo de San Francisco de Asís, de estilo neoclásico y de reciente creación (su construcción se inició en 1903). El templo está rodeado de los tradicionales portales de un caserío que aún conserva la arquitectura tradicional de techos de tejas y frescos patios en el interior de las casas.

Si algo es muy famoso en Villa de Álvarez son sus cenadurías, así que lo consideramos una visita obligada, más en este momento de nuestra jornada. La sencillez de la cenaduría de Doña Mercedes no habla del exquisito sazón de cada uno de sus platillos. Los sopitos, las enchiladas dulces, los tamales de ceniza o de carne, las tostadas de costilla, todo es delicioso; y en cuanto a las bebidas, el atole de vainilla o de tamarindo (sólo en temporada) nos dejan sin habla.

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DOMINGO

Después de recorrer la ciudad de Colima decidimos visitar otros sitios que, por no encontrarse lejos, son atractivos obligados para el visitante. Nos dirigimos a la Zona Arqueológica de la Campana, a 15 minutos del centro de Colima. Su nombre se debe a que quienes la descubrieron distinguieron inicialmente un montículo con forma de campana. Aunque abarca una extensión de aproximadamente 50 ha, sólo el uno por ciento ha sido explorado. Destaca el sistema de construcción en el que utilizaban la piedra bola procedente de los ríos cercanos y el hallazgo de diversos entierros que evidencian sus costumbres funerarias.

La Zona Arqueológica del Chanal es nuestro siguiente destino. Este asentamiento floreció entre el 1000 y el 1400 después de nuestra era; cuenta con una extensión cercana a las 120 ha. Se sabe que los habitantes de la zona aprovechaban la obsidiana y, además, elaboraban diversos utensilios y herramientas de metal, en especial cobre y oro. Entre sus construcciones destacan el Juego de Pelota, la Plaza de los Altares, la Plaza del Día y la Noche y la Plaza del Tiempo. Llama nuestra atención la escalinata con gradas jeroglíficas de carácter calendárico, semejantes a algunas encontradas en el centro de México.

Camino a Comala encontramos un agradable lugar conocido como Centro Cultura Nogueras, en donde se muestra el legado de un genio creativo originario de Colima, Alejandro Rangel Hidalgo, quien vivió en esta hacienda que data del siglo XVII, hoy convertida en el museo que lleva su nombre, y que exhibe cerámica prehispánica, así como una muestra de su obra como pintor, ilustrador de tarjetas, diseñador de muebles, de artesanías y de escenografías.

A un costado, pero como parte del mismo conjunto, recientemente abrió al público el Ecoparque Nogueras, que promueve la cultura ambiental. Cuenta con áreas de jardines de plantas medicinales y propone interesantes ecotecnologías.

AI arribar a Comala nos sorprende descubrir que dista mucho de ser el pueblo árido y despoblado que describiera Juan Rulfo. Llegamos ya con hambre y nos instalamos en uno de los centros botaneros frente a la plaza principal, donde encontramos grupos musicales complaciendo a los comensales. Pedimos uno de los tradicionales ponches de Comala, de jamaica y de nuez, y antes de preguntar por la comida, el interminable desfile de botanas típicas comenzó. Tostadas de ceviche, tacos de cochinita y lengua, sopitos, enchiladas, burritas… como nos dimos cuenta de que era una especie de competencia entre el comensal y el mesero, tuvimos que rendirnos y pedir que ya no nos sirvieran más. Por cierto, aquí sólo se pagan las bebidas.

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Enseguida fuimos a comprar unas botellas del tradicional ponche, ahora de café, cacahuate, coco y ciruela pasa. y para rematar, como el pan de Comala, especialmente sus picones, son también muy tradicionales en todo Colima, seguimos el dulce olor que de la panadería La Guadalupana se escapaba cubriendo varias calles.

Ha llegado la hora de partir y nos vamos llevándonos el antojo de conocer algunos lugares fuera de la ciudad, como Manzanillo, Parque Nacional Volcán de Colima y el Estero Palo Verde, por mencionar algunos. Pero como nos deslizamos por la piedra lisa, con seguridad volveremos muy pronto.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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