Frijol de vaquita, como vacas miniatura pero en riesgo de desaparecer

El frijol de vaquita es tal vez la leguminosa más curiosa de la naturaleza, no obstante la falta de consumo lo ha puesto en riesgo severo.
Si la naturaleza jugara a pintar, el frijol de vaquita sería una de sus más bellas creaciones. Esta leguminosa, de apariencia tan curiosa como encantadora, lleva en su piel el arte del azar: manchas negras, rojas, cafés o moradas que se esparcen caprichosamente sobre su superficie blanca, dándole el aspecto de una vaquita en miniatura.

Sin embargo, a pesar de su singularidad y riqueza culinaria, el frijol vaquita negro enfrenta un riesgo latente debido a la falta de uso y a la limitada diversidad en la oferta comercial. La organización WWF México, dedicada a detener la degradación ambiental del planeta, busca desde 2019, incentivar su cultivo y preservación, invitando a los mexicanos a valorar y consumir esta variedad.
Cada frijol de vaquita es único, ninguno se repite
No hay dos iguales, cada uno es una obra única, como si la tierra quisiera recordarnos que la diversidad es su sello más preciado. Cultivado en tierras mexicanas por generaciones de campesinos, el frijol vaquita es más que un ingrediente: es un testimonio vivo de identidad y tradición.

En Morelos, el Estado de México y Zacatecas, estas semillas criollas han pasado de mano en mano, preservando su pureza y su historia. No vienen de la agroindustria, sino de familias que han sabido cuidarlas con el mismo amor con el que se heredan los relatos alrededor del fogón.
El frijol de vaquita es ligeramente dulce
Pero si su apariencia sorprende, su sabor conquista. El frijol vaquita rojo, con su ligero retrogusto dulce, se integra con elegancia en guisos y estofados, manteniendo su forma y aportando un caldo denso y nutritivo.

Incluso en la repostería ha encontrado su lugar, demostrando que no hay límites para su versatilidad. Su contraparte, el frijol vaquita negro, ofrece un caldo oscuro y profundo, ideal para ensaladas, sopas, dips y, por supuesto, unos buenos frijoles charros que hacen honor a la cocina mexicana.
Frijol de vaquita, manchados de tradición
Su temporada es breve, del 15 de septiembre al 25 de octubre, convirtiéndolos en un tesoro efímero de la cosecha. Pero mientras dure, es un deleite que nos recuerda que la comida también puede ser un espectáculo para la vista y una caricia para el alma. Así son los frijoles de vaquita: pequeños, manchados y llenos de historia, sabor y tradición.
