Frutoso Poky: el elixir de la infancia que se bebía al revés

Pocos saben que los legendarios Poky son mexicanos; por desgracia cada vez se les ve menos en las tiendas. ¿Qué recuerdos tienes con estos ositos?
En la vida hay placeres simples que nos transportan a la infancia con un solo sorbo. Para muchos niños mexicanos de los años 80 y 90, uno de esos placeres era el Poky, esa bebida azucarada que venía en un envase de plástico con forma de osito, fabricada en San Luis Potosí por la empresa Detersol.
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A la salida de la escuela, con el sol pegando fuerte y el uniforme empapado de sudor, no había nada más refrescante que un Poky bien frío ya fuera de piña, manzana, uva, mango, naranja, fresa o mora azul… aunque claro, refrescarse era relativo, porque con tanta azúcar más bien uno llegaba a casa como si se hubiera tomado cinco cafés.

Poky, un ritual infantil
Curiosamente, aunque el Poky tenía una tapa de aluminio en la parte superior, casi nadie se molestaba en abrirlo como Dios manda. No, la verdadera manera de beber un Poky era aplicando la legendaria técnica del «hoyito con los dientes» en la base del osito.

Se trataba de un arte: si mordías muy fuerte, terminabas bañado en jugo sabor piña o fresa; si no lo hacías bien, la succión se volvía un desafío. Había quienes perfeccionaban la técnica al punto de que podían hacer el hoyo con una sola mordida certera, como un ritual de paso a la madurez infantil.
El jugo Poky tenía la virtud de convertir una bici en moto
Pero Poky no solo era una bebida: su envase tenía una segunda vida. Era común verlo atorado en los rayos de la bicicleta, generando un sonido que, en la imaginación de los niños, convertía una destartalada BMX en una motocicleta de carreras digna de «Rápidos y Furiosos».
En las fiestas infantiles, los Poky se disfrazaban de botellas elegantes, envueltos en papel de china, como si alguien creyera que eso los hacía más sofisticados y no un simple trago de infancia endulzada.
El oso Poky fue inventado en San Luis Potosí
San Luis Potosí nos ha dado productos icónicos: las bicicletas Mercurio, los chocolates Constanzo, las Sevillanas, el rompope Coronado… y por supuesto, el Poky. Aunque en algunos estados se han vuelto una rareza, en lugares como Aguascalientes, Tamaulipas y Veracruz aún se pueden encontrar, resistiendo el paso del tiempo como un vestigio de la niñez de muchas generaciones.

Se dice que el Poky apareció en la década de los 70 y, aunque su presencia en las tiendas ha ido disminuyendo, su recuerdo sigue fresco en la mente de quienes crecieron con él. Es más, hasta ha surgido una versión gringa del Poky, pero como pasa con muchas imitaciones, seguro que no tiene la misma magia que el original. Porque el Poky no era solo una bebida: era una experiencia, un truco de habilidad dental, un accesorio para la bici y, sobre todo, un sorbo de nostalgia en forma de osito de plástico.