Guachochi, un poblado rarámuri que debes conocer
Un poblado que está rodeado por barrancas y cañones de gran belleza te espera en Chihuahua, se llama Guachochi y seguramente te sorprenderá.
Llegamos a Guachochi, después de un recorrido de poco más de tres horas y media desde Batopilas, el cual es el tiempo que toma desde Creel básicamente (158 km). Aunque para los que viajan desde Chihuahua toma poco menos de 5 horas en un viaje de alrededor de 430 km. De la misma forma en que nosotros nos detuvimos en Batopilas, para quienes vienen desde Chihuahua pueden detenerse en Parral.
Museo Norowa de Guachochi
El cálido abrazo de las coníferas nos recibió en Guachochi, donde viven un poco más de 15,000 habitantes. A diferencia de Creel, Guachochi es una población que revela un tránsito de gente local. De hecho cuando nosotros llegamos al museo Norawa de Guachochi, su museografía revela una modesta inversión que se despliega con gran orgullo.
Nuestro guía
Ahí nos encontramos con Jorge Estrada quién sería nuestro guía por los alrededores. Jorge es un lugareño de 33 años de edad, de complexión robusta y cara redonda, que regala una gran sonrisa.
Su personalidad tiene la extraña mezcla de un hombre con muchas vivencias a su corta edad y con una energía desbordante de la cual se destila amabilidad y rudeza. Jorge es el propietario de Guachochi Adventures y creo que no existe una mejor persona para mostrar el área, que tiene un conjunto de barrancas de 120 km cuadrados con profundidades que llegan hasta los 1,830 metros.
Un pueblo que nace al turismo
Desde las calles y sus cañones, Guachochi emana una sensación de gestación. Es decir Guachochi cuenta con todos los lugares necesarios para impresionar a sus visitantes y en ellos se siente la energía de quienes los empiezan a desarrollar para explotar sus atributos desde el punto de vista turístico.
Lago de las Garzas
Jorge nos llevó al Lago de las Garzas que está ubicado dentro de la cabecera municipal. Este bello manantial de agua dulce, que se forma con las aguas del río Guachochi, se percibe como un espacio público que compartes con los orgullosos lugareños.
El perímetro del lago está rodeado por un limpio andador y en el centro del mismo se encuentra una pequeña isla donde hay una escultura de bronce en honor a las garzas. Y cómo no hacerlo así, pues Guachochi es una expresión rarámuri que significa lugar de garzas.
A tan sólo 5 minutos caminando desde el lago, se encuentra la Cascada del Salto con 17 metros de altura, donde los habitantes de Norogachi hacen ejercicio por las mañanas.
Durante nuestra corta estancia recorrimos tres llamativos sitios que evocan amplitud e inmensidad:
- Cañón del Jaguar
- Cañón de la Sinforosa
- Werachi
Cañón del Jaguar
Desde el cañón del Jaguar las vistas y los tonos de las paredes de piedra son impresionantes. Aunque las instalaciones del lugar son prácticamente inexistentes. Las mallas de alambre que evitan que sus visitantes caigan al vacío son precisamente las que con su precariedad otorgan esa satisfactoria sensación de ser el primer visitante del resto de México que pone un pie en ese sitio.
Cañón de la Sinforosa
En realidad las vistas pertenecen al Cañón de la Sinforosa, pero es precisamente la Sinforosa el lugar que se encuentra en pleno desarrollo por el señor Jose Manuel Chaparro quien construye un eco park desde donde los lavabos de sus baños las vistas son cautivadoras. Así como del mirador con barandales de tubo y cristal.
Ahora mismo el sonido del viento durante el atardecer, le dan un aire de serena majestuosidad que en algún momento se verá semi interrumpida por el número de visitantes que seguramente tendrá.
Werachi
Antes del atardecer visitamos el Eco Park Resort Kokoyome, el cual se está ubicado en un recoveco a la mitad del descenso del cañón de Werachi. El propietario Martín Solís lo denomina un resort primitivo.
Para ser honesto, las instalaciones de cocina y cabañas no ameritan el nombre de resort. Sin embargo, la vistas desde sus cascadas de más de 30 metros de altura, del restaurante o de cualquiera de sus cabañas, bien ameritan lo que algunos llamarían un lujo y, otros, incomodidad.