Guadalajara - Puerto Vallarta: rumbo a la costa del sol, Jalisco - México Desconocido
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Guadalajara – Puerto Vallarta: rumbo a la costa del sol, Jalisco

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Guadalajara – Puerto Vallarta: rumbo a la costa del sol, Jalisco fifu

Goce de las magníficas y hermosas playas de la "Perla Tapatía": lugares que, si les prestamos un poco más de atención, harán de su viaje una experiencia única.

Cuando viajamos de la hermosa «Perla Tapatía» hacia el turístico y paradisiaco Puerto Vallarta, deseamos muy intensamente llegar con prontitud a nuestro destino para disfrutar de sus magníficas y hermosas playas, motivo por el cual tomamos la ruta más corta y realizamos el menor número posible de paradas. Realizando de esta manera nuestro viaje podemos consumarlo en unas cuatro o cinco horas, manejando a buena velocidad, si bien esto ocasiona que pasemos por alto infinidad de sitios interesantes que existen a lo largo de esta travesía, lugares que, si les prestamos un poco más de atención, harán mucho más entretenido el recorrido.



Nuestra aventura principia cuando dejamos la ciudad de Guadalajara y tomamos la carretera federal 15, pasando las poblaciones de La Venta y la Cruz del Astillero, para toparnos un poco más adelante con El Arenal, pequeña población de 7 500 habitantes autonombrada «Un Pueblo de Amigos». En el primer cruce del ferrocarril que pasamos al salir de El Arenal, realizamos la primera parada pues aquí se ofrecen al viajero los tradicionales «guajes» (del náhuatlhuaxin, nombre genérico de varios frutos que son utilizados para hacer vasijas), en diferentes tamaños y formas, los cuales pueden servir ya sea como elementos decorativos o como vasijas (cantimploras, tortilleros, etcétera). En este mismo sitio podemos hallar diferentes artesanías elaboradas en obsidiana y la venta de ópalos.

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Unos 10 km adelante de El Arenal pasamos por la ciudad de Amatitán (que etimológicamente significa «lugar donde abundan los amates»), cuya población, de apenas 6 777 habitantes, se enorgullece de su historia, que consigna que fue aquí en donde se elaboró por vez primera el famoso tequila, aunque esta idea no está del todo comprobada.

Siguiendo nuestra ruta llegamos, ahora sí, a la que es considerada la «Capital Mundial del Tequila», nos referimos a la ciudad de Tequila, Jalisco, con una población de 17 609 habitantes, distinguida por esta popular bebida y los abundantes expendios en los que podemos encontrarla en sus diversas presentaciones y marcas. Es más podemos afirmar que desde El Arenal hasta Magdalena (siguiente ciudad en nuestro itinerario), el paisaje está pintado de azul, pues la mayoría de los campos aledaños a la carretera están sembrados con el famoso agave azul tequilero ¡miles de litros de tequila en potencia, ajúa!

Ya bien aprovisionados con varias botellas de esta bebida (en la cajuela del caro, no es nuestro estómago), continuamos el camino hacia Magdalena, Jalisco. Durante esta parte del recorrido, llaman nuestra atención los brillos reflejados por las rocas que flanquean la carretera y que no son sino obsidiana (vidrio volcánico, generalmente de color negro), material que configura estas formaciones rocosas. Así, contemplando esta maravillo natural, llegamos a la ciudad de Magdalena (unos 2 km antes se encuentra el entronque con la nueva Maxipista, la cual tomaremos después de haber visitado esta pintoresca población).

Magdalena es un municipio famoso por sus abundantes y prósperas minas de piedras semipreciosas (destacando la producción de ópalos, turquesas y ágatas), por lo que es muy común encontrar gran cantidad de tiendas que ofrecen estas gemas en diversas presentaciones. Además de comprar ópalos (considerados de mala suerte por algunos), debemos visitar el Templo del Señor de los Milagros el cual posee una cúpula bellamente recubierta con azulejo de color amarillo, así como la pequeña Capilla de la Purísima, templo fundado en el sigloXVIy que en la actualidad está invadido por el molesto comercio ambulante. En la plaza principal sobresale un pintoresco kiosco desde el que se tiene una muy peculiar vista del Templo del Señor de los Milagros.

En esta localidad también existe una oficina del Instituto Nacional Indigenista (INI), la cual sirve de enlace con las comunidades coras y huicholas de la abrupta sierra jalisciense. Si después de haber hecho nuestro recorrido por la ciudad sentimos un poco de apetito, podemos deleitarnos con una suculenta tostada, pero cuidado, no son tostadas normales, pues llegan a alcanzar hasta 25 cm de diámetro, por lo que vale la pena pensarlo dos veces antes de ordenar más de una de las «pequeñas» tostadas magdalenienses.

Después de esto regresamos rumbo a Guadalajara (sólo dos km) par tomar la nueva Maxipista (tramo Magdalena, Jalisco-Ixtlán del Río, Nayarit), la cual constituye una excelente opción si no deseamos pasar por la sinuosa y peligrosa carretera de Plan de Barrancas. Esta Maxipista se encuentra en excelentes condiciones y es muy segura, pues cada 3.5 km (aproximadamente) existen puestos de socorro provistos de agua y señal de radio para pedir ayuda si se requiere. Esta nueva carretera termina (por el momento) a la salida de Ixtlán del Río, Nayarit (aunque cabe mencionar que esta desembocadura es un poco peligrosa debido a unas curvas muy pronunciadas y al escaso señalamiento). Antes de retomar la carretera núm. 15 conviene entrar en Ixtlán del Río para conocer la interesante zona arqueológica y algunos otros sitios relevantes de la ciudad.

Esta zona arqueológica (también conocida como «Los Toriles») se localiza a 3 km al oriente de Ixtlán del Río, sobre la margen derecha de la carretera. Está conformada por varios conjuntos de estructuras, todas ellas de poca altura pero de un estilo muy peculiar. Este sitio se ha fechado hacia los años 900-1250 d.C. (periodo Postclásico). El centro principal se encuentra formado por una plaza con un altar y, a los lados, dos edificios de planta rectangular. Uno de estos edificios posee una calzada hecha con lajas de piedra que conduce hacia la Pirámide Circular, la cual (por su forma y acabados) está considerada uno de los edificios más bellos de la arquitectura prehispánica del occidente de México.

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A lo largo de todo el sitio podemos apreciar, diseminados en el suelo, innumerables fragmentos de cerámica y obsidiana, lo que nos da una idea de la riqueza cultural del área. La extensión total de la ocupación prehispánica es de 50 hectáreas, de las cuales sólo ocho permanecen protegidas por malla ciclónica y son custodiadas por el personal delinah. Cuando visites este lugar recuerda que también te pertenece: ¡por favor, no la destruyas!

Una vez que nos hemos maravillado con la grandeza de nuestros ancestros, regresamos a Ixtlán para echar un vistazo al Templo de Santiago Apóstol, en cuyo atrio se localiza una cruz de cantera que data del sigloXVII. Aquí en Ixtlán del Río existe un pequeño aeropuerto en donde podemos abordar una avioneta que nos traslade hacia las comunidades coras y huicholas de la sierra, en especial si nos gustan las emociones fuertes.

Unos cuantos kilómetros adelante de Ixtlán del Río se localiza una pequeña población denominada Mexpan, en la que se fabrica gran diversidad de muebles de madera, así como canastos y algunas otras artesanías de vara y palma. Pasando Mexpan (a 12 km de Ixtlán) la siguiente parada es un Ahuacatlán, Nayarit, en donde es conveniente visitar los templos de Nuestra Señora del Rosario y el de San Francisco, este último establecido en el sigloxviy actualmente cerrado al culto. Aquí también vale la pena ir a la atractiva estación del ferrocarril (Guadalajara-Nogales), la cual parece surgir de entre la vegetación y nos remonta, irremediablemente, hacia los tiempos del auge ferroviario en nuestro país.

Después de un breve recorrido por la estación, retomamos una vez más el camino sólo para maravillarnos, de nuevo, ante el asombroso espectáculo que constituye el material volcánico depositado a ambos lados de la carretera. Todo este material corresponde a una de las últimas erupciones del volcán Ceboruco, localizado al suroeste de la sierra de San Pedro, y cuya última erupción ocurrió en el año de 1879. (Si uno desea, se puede visitar la cima del volcán, tomando el camino de terracería que va del poblado de Jala hasta la parte más elevada del cono).

Reanudando nuestro recorrido llegamos a Santa Isabel, pequeño poblado que nos ofrece, además de bellas piezas de alfarería, el exquisito y refrescante jugo de caña (bien frío) el cual, si lo mezclamos con jugo de limón, nos quitará rápidamente la sed. En este mismo lugar podemos adquirir fresca miel de abeja además de un rústico y tradicional molcajete para la elaboración de una rica y picante salsa.

Habiendo recargado nuestras baterías con esta fría bebida, llegamos en poco tiempo a Chapalilla, punto en el que abandonaremos nuestra ya familiar carretera federal núm. 15 para adentrarnos en el camino de cuota correspondiente a la carretera 200, sobre la que pasaremos por San Pedro Lagunillas y, más adelante, por Las Varas, desde donde comenzamos a observar la vegetación característica de las zonas tropicales.

A unos cuantos kilómetros de Las Varas se puede tomar la desviación que conduce a Chacala (hermosa playa de arena fina), o bien, continuar hacia la Peñita de Jaltemba para detenernos a disfrutar de una rebanada de fruta fresca o adquirir uno o varios sacos de la misma, todo a precios muy económicos. Enseguida debemos entrar a Rincón de Guayabitos, tranquila playa con todos los servicios turísticos en la que podemos sentarnos a la orilla del mar para disfrutar de un bello espectáculo, acompañados de un delicioso «coco loco».

Ya casi al final de nuestra jornada, pasamos por infinidad de lugares que cuentan con hermosas playas de finas arenas, tales como Lo de Barco, Punta Sayulita y Bucerías para, finalmente, cruzar el puente sobre el río Ameca, al que algunos consideran «el más largo del mundo», ya que como divide a los estados de Nayarit y Jalisco, debido al cambio de horario, cruzarlo toma (hipotéticamente) una hora.

Así pues llegamos, por fin, al fabuloso y muy concurrido Puerto Vallarta, en donde descansaremos de nuestro ajetreado viaje sentados en una de las bancas del tradicional malecón, observando una majestuosa puesta de sol.

Como pudimos darnos cuenta, el camino de Guadalajara a Puerto Vallarta nos ofrece una gran cantidad de agradables sorpresas que, seguramente, nos harán más grato nuestro próximo viaje a este puerto y aumentará, sin lugar a dudas, la cantidad de recuerdos que llevaremos de regreso a nuestro hogar. ¡Feliz viaje!

Fuente: México desconocido No. 231 / mayo 1996

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