Haciendas en México, su historia y arquitectura
Surgidas en nuestro país a partir del siglo XVI, las haciendas nos hablan del pasado virreinal, cuando eran otorgadas por la Corona española
En el México novohispano, las haciendas se extendieron a lo largo y ancho del territorio, pues fueron la forma de propiedad característica de la época, encomendadas por la Corona española a otros españoles por diversos méritos.
Asimismo, funcionaron como el pilar de la economía colonial, siendo latifundios dedicados a la agricultura, la ganadería, el pulque y la minería, entre otras actividades.
La ex hacienda El Zoquital, en Hidalgo
Características de las haciendas mexicanas
Estas fincas estaban dirigidas por un terrateniente o hacendado, quien disponía de una fuerza de trabajo a sus órdenes: los administradores, capataces, peones, esclavos (comunes en las haciendas azucareras); así como campesinos aparceros que trabajaban en minifundios y daban una parte de su trabajo al patrón.
Tipos de producción en la época colonial
Entre los siglos XVI y XIX, las haciendas se dividieron, de acuerdo con su producción, en cinco tipos fundamentales:
- Azucareras, se generaba azúcar refinada, en miel y como base del aguardiente.
- Cerealeras, cultivaban trigo, maíz y en menor escala, cebada.
- Ganaderas, enfocadas en bovinos, equinos y mulas.
- Pulqueras, se producía pulque a gran escala para su consumo en las ciudades.
- Y de productos tropicales, enfocadas en exportar a España el cacao y el índigo o añil, un colorante textil.
Las haciendas en el siglo XIX y XX
Cabe señalar que la hacienda, como sistema de producción, sobrevivió a la Independencia de México; e incluso se fortaleció, tanto en el siglo XIX y hasta el XX. Primero, con La Ley de Desamortización de los bienes de la Iglesia en 1856, pues los hacendados pudieron incrementar el tamaño de sus predios adquiriendo las tierras que habían sido propiedad de la Iglesia.
Seguidamente, en el porfiriato, gracias a los ferrocarriles y el crecimiento económico del país, las haciendas, sobre todo las pulqueras, azucareras, henequeneras de Yucatán y las algodoneras de Coahuila, experimentaron un gran auge. Algunas superaron más de mil hectáreas de extensión.
Una ex-hacienda paranormal en Nuevo León
¿Cómo fue la vida en estos sitios?
En primer lugar, estas fincas eran instituciones sociales jerárquicas, con una sólida estructura de vínculos familiares y una fuerza de trabajo numerosa. Igualmente, la gente no solo trabajaba ahí, también vivía, convivía, descansaba y se divertía, pues las haciendas eran un microcosmos rural con su propia dinámica; rara vez afectada por los acontecimientos exteriores.
Arquitectura de estos lugares
Las haciendas estaban formadas por un conjunto de edificios, llamados casco, donde se construían diversos inmuebles: la casa del hacendado y su familia; y otras viviendas, de menor calidad, para el personal de confianza y demás empleados.
De igual forma, las habitaciones se edificaban alrededor de un patio central interior rodeado por columnas y vigas. Las fachadas, en estilo colonial, eran simples y rodeadas de jardines. Se usaban piedra y ladrillo en exteriores y madera en interiores.
Finalmente, en el siglo XX muchas fueron abandonadas; otras, remodeladas y transformadas en hoteles y salones de eventos.
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