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Arte y Artesanías

La verdadera historia del color rosa mexicano

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Uno de nuestros expertos entrevistó al artista que, hace muchos años, bautizó a esta original tonalidad -que va del fucsia al rosado intenso- y que hoy distinguimos “como de México” en pueblos y mercados.

Todos los días, este tono nos alegra la vida. Lo encontramos presente en juguetes de madera, canastas tejidas, mantelitos de papel picado, sarapes, todo tipo de textiles, papel amate; en los dulces típicos como las calaveritas de azúcar de días de muertos, merengues, algodones de azúcar y pan de dulce; en los trajes tradicionales, en los vestidos de quinceañeras y de graduación; en las casas adornadas con buganvilias; en las mantas y plásticos de los mercados sobre ruedas; hasta en las grandes obras arquitectónicas de Ricardo Legorreta y Luis Barragán.

El encuentro con el artista

Hace unos 18 años, me enviaron de la revista México desconocido a fotografiar unas pinturas rupestres en el municipio de Santa María Huatulco. El entonces director de Turismo, Ramón Valdiosera, férreo defensor de la cultura nacional y sus tradiciones, había notificado este hallazgo a la revista, invitando a que fuéramos a realizar un reportaje y así fue como llegué a Santa María Huatulco.

Ahí conocí a Ramón, reconocido pintor, escritor, director de cine y teatro, historietista y diseñador de modas -con quien entablé una gran amistad por muchos años hasta el día de hoy-. Para mi sorpresa, en una de muchas pláticas sobre las riquezas culturales de nuestro país, me contó que él era quien había bautizado al color rosa mexicano. «Mira Alfredo, así como a ti te gusta viajar por nuestro país, yo igual me fui a viajar por todo México, interesado en investigar sobre la indumentaria mexicana, y formé una gran colección de trajes y vestidos. Mi interés era entender la moda como una disciplina integral entre el arte, la antropología y la historia. Mi idea fue adaptar la indumentaria mexicana de nuestras etnias como los huipiles, quechequémitl y tejidos a la moda contemporánea».

Alfredo Martínez con Ramón Valdiosera / Alfredo Martínez

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Parte de una marca registrada

“Cuando regresé a la Ciudad de México -continuó Ramón- monté un taller en donde extendía grandes rollos de tela y los pintaba a mano con motivos de arte popular y cultura prehispánica. Durante una pasarela en Cuernavaca, en 1946, conocí al entonces candidato a presidente, Miguel Alemán, a quien le mostré mis creaciones y le expuse mis ideas sobre crear una moda mexicana propia que reflejara nuestra identidad, y así, durante su gobierno, me apoyó para viajar por todo el mundo mostrando mis colecciones y promoviendo la imagen de México como un país que entraba en la modernidad”.

“En 1949 presenté un desfile de modas en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York -lo que me asombró mucho-, en donde presenté el rosa en mis diseños, entonces me preguntaron los periodistas sobre el origen de aquel color, a lo que respondí: este color forma parte de la cultura mexicana. Entonces, uno de los periodistas lo nombró como ahora todos los conocemos: Mexican Pink, rosa mexicano”.

Fue así como Valdiosera y México regalaron este color al mundo entero y que hoy sigue formando parte de nuestra identidad, incluso está presente en el logotipo oficial de turismo de la marca México®.

Un destino más que marcado

Lo que pocos conocen de esta historia es que en la misma fecha, un 6 de mayo de 1949, en la que Ramón Valdiosera tuvo ese desfile en Nueva York, en la Selva Lacandona tenía lugar la fatídica expedición a Bonampak de Carlos Frey (descubridor del sitio arqueológico junto con Giles Healy, en abril de 1946), en donde él y el artista plástico Franco Lázaro Gómez (Chiapa de Corzo, 1920) perdieron la vida ahogados. En esa aventura también participaron dos artistas del momento, el pintor Raúl Anguiano y el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo. El mismo Frey había invitado a Ramón como dibujante para que la documentara, pero Valdiosera le contestó: «No puedo ir, tengo un desfile de modas en Nueva York y además, ¡no sé nadar!». Es así como aún estando en Estados Unidos, se enteró de aquel fatal accidente. Ya estaba escrito en el destino que el rosa mexicano le habría de dar la vuelta al mundo.

El rosa y Valdiosera hoy

A sus más de 90 años, sigue creando y trabajando. En 1992 publicó el libro 3,000 años de Moda Mexicana; y en 2009 tuvo una exposición en la Casa del Lago llamada, precisamente, Rosa Mexicano.

Después de conocer esta historia hace 18 años, me sentí atraído por este color que le da alegría a la vida de los mexicanos y extranjeros. No falta el norteamericano que compra el sombrero de charro rosa mexicano para colgarlo en su casa o bien, fotografiarse con los burros-zebra de Tijuana, así que siempre que me encuentro con alguna escena con este color, tomo la foto.

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autor Fotógrafo especializado en deportes de aventura. ¡Ha trabajado para MD desde hace más de 10 años!
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