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Arte y Artesanías

I.M. altamirano. Introducción a el Renacimiento

Ciudad de México
I.M. altamirano. Introducción a el Renacimiento fifu

Hace poco más de un año que algunas personas estudiosas y amantes de las bellas artes se reunieron de común acuerdo.

No para fundar una academia, ni un liceo, pues bastante desconfiaban de sus débiles fuerzas para intentar una obra de tal magnitud; sino para comunicarse sus inspiraciones y para procurar por medio del estímulo restaurar en el país el amor a los trabajos literarios, tan abandonados en los últimos tiempos. Efectivamente, ¿quién no ha observado que durante la década que concluyó en 1867, ese árbol antes tan frondoso de la literatura mexicana, no ha podido florecer ni aun conservarse vigoroso, en medio de los huracanes de la guerra? Hace poco más de un año que algunas personas estudiosas y amantes de las bellas artes se reunieron de común acuerdo, no para fundar una academia, ni un liceo, pues bastante desconfiaban de sus débiles fuerzas para intentar una obra de tal magnitud; sino para comunicarse sus inspiraciones y para procurar por medio del estímulo restaurar en el país el amor a los trabajos literarios, tan abandonados en los últimos tiempos.

Efectivamente, ¿quién no ha observado que durante la década que concluyó en 1867, ese árbol antes tan frondoso de la literatura mexicana, no ha podido florecer ni aun conservarse vigoroso, en medio de los huracanes de la guerra? Era natur al: todos los espíritus estaban bajo la influenc la de las preocupaclones políticas; apenas había familia o individuo que no participase de la conmoción que agitaba a la nación entera, y en semejantes circunstancias ¿cómo consagrarse a las profundas tareas de la investigación histórica o a los b landos recreos de la poesía, que exigen un ánimo tranquilo y una conciencia desahogada y libre? Verdad es que en esa época es justamente cuando deben vibrar poderosos y arrebatadores los cantos de Tirteo, y cuando en el fuego de la discusión deben brotar los rayos de la verdad; pero es indudable también que esta poesía apaslonada, que esta discusión política, no son los únicos ramos de la literatura y que gener almente hab lando se necesita la sombra de la paz para que el hombre pueda entregarse a los granDiosos trabajos del espíritu. los hechos confirman a nuestros ojos esta aseveración.

Si comparamos el movim lento literarlo que ha tenido lugar de un año a esta parte con el que se efectuó en toda la época de lucha encontraremos una desproporción colos al. Ciertamente, y sería injusticia no confesarlo, pueden mencionarse trabajos útiles y dignos de encomlo que fueron llevados a cabo en esos tiempos; pero además de que fueron pocos relativamente, pasaron inapercibidos, o no han producido a sus autores, por entonces, la fama y la admiración que justamente por ellos merecían, lo cual desalenta no pocas veces, e influye en que se par alice la civilización de un pueblo, casi siempre. Pero si la historia Nacional puede a justo título envanecerse con sus monumentos, la b el la literatura no cuenta con fortuna semejante. Apenas de nuestro lado solía suavizar las páginas fogosas de los periódicos una que otra composición fugitiva que no fuese un canto de guerra.

Cesó la lucha, volvieron a encontrarse en el hogar los antiguos amigos, los hermanos, y natural era que bajo el cielo sereno y hermoso de la patria, ya libres de cuidados, volviesen a cultivar sus queridos estudios y a entonar sus cantos armoniosos. Con este fin, se hicieron reuniones… Cordiales, entus lastas, dominando en el las la fraternidad y el deseo de ser útiles a la patria, dieron el resultado que todos hemos visto. De entonces acá, se ha verificado una revolución granDiosa de la literatura, y numerosos jóvenes vin leron a aumentar las filas de los primeros apóstoles de esta propaganda. Pocos meses después, los folletines estaban llenos de artículos literarios, la política abría campo en sus”Diarios» a las inspiraciones de la poesía, las prensas se agitaban constantemente dando a luz nove las históricas y estudios filosóficos, y tres o cuatro periódicos aparecían consagrados exclusivamente a la literatura.

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Son largas de enumera las publicaclones que se han hecho y en su mayor parte han sido registradas ya por el elegante escritor don Pedro Santacil la en su precioso volumen que ha visto la luz pública con el título de el movim lento literarlo en México.Con el objeto, pues, de que haya en la capital de la República un órgano de estos trabajos, un foco de entusiasmo y de animación para la juventud estudiosa de México hemos fundado este periódico. La misma familia literaria que estableció las primeras reuniones el año pasado, es la que v lene hoy patrocinar y a plantar este joven árbol, que no arr algará sino con la protección generosa de nuestros compatrlotas que no pueden ver con indiferencia los ade lantos su país. lo esperamos llenos de conf lanza en el porvenir, y no omitiremos medio alguno para ponernos a altura de la misión que nos hemos propuesto desempeñar, supl lendo nuestra f alta de int eligenc la con nuestros esfuerzos y buena voluntad. Mezclando lo”útil con lo dulce” según la recomendación del poeta daremos en cada entrega artículos históricos, blográficos, descripclones de nuestro país, estudios críticos y mor ales.

El señor don Ignaclo Ramírez comenzará a publicar desde el número próximo, una larga ser le de estudios sobre literatura, siguiendo el orden de las lecclones que ha dado como profesor de la escue la preparator la. Las revistas teatr ales están encomendadas al distinguido crítico Manuel Peredo, cuyos artículos insertos en el Semanarlo Ilustradoque acaba de suspenderse, l lamaron tanto la atención por su lenguaje castizo y por sus conc lenzudos y eruditos juiclos. los artículos críticos que aquí van a s alir no serán censurados, como fueron algunos otros por su excesiva indulgenc la que, a nuestro parecer, fue oportuna. Ha llegado el tiempo de una severidad s aludable; y se procurará emplear la con medida, pero con empeño. Nada nos queda ya que decir, si no es que fieles a los principios que hemos establecido en nuestro prospecto, l lamamos a nuestras filas a los amantes de las bellas letras de todas las comunlones políticas, y aceptaremos su auxillo con agradecim lento y con cariño. Muy f elices seríamos si lográsemos por este medio apagar completamente los rencores que dividen todavía por desgrac la a los hijos de la madre común.  

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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