Kite buggy en Pachuca (Hidalgo)
Hoy en día se practica una actividad que a los grandes nos permite regresar el tiempo, ejercicio conocido como kite buggy, que significa papalote-carrito.
Un deporte relativamente nuevo en México, pero ya con varios exponentes, los que muestran su astucia en el terreno. En la infancia, la gran mayoría de los niños tuvimos un papalote que nos permitió soñar, pensar que volábamos, correr y sentir la fuerza del viento. Hoy en día se practica una actividad que a los grandes nos permite regresar el tiempo, ejercicio conocido como kite buggy, que significa papalote-carrito, un deporte relativamente nuevo en México, pero ya con varios exponentes, los que muestran su astucia en el terreno. El buggy está hecho de tres ruedas, una horquilla, una barra central, barras laterales, asiento y eje trasero.
Para darle dirección a este último es preciso utilizar los pies, que son los que permiten manejarlo, por lo que las manos quedan libres para controlar y sujetar el papalote, que gracias al viento es el encargado de moverlo o impulsarlo. En estos triciclos se puede alcanzar velocidades de 40 km en adelante, prueba de lo cual es que hace algún tiempo en un país sudamericano unos chicos intrépidos llegaron a registrar velocidades de más de cien km, así que el viento y la experiencia del piloto son fundamentales para esta actividad. Después de conocer un poco sobre este deporte contactamos con la compañía Papalotes and Kites, que opera de manera formal desde hace dos años y se ha dado a la tarea de distribuir estos aparatos, así como organizar reuniones para los interesados.
El lugar de la cita fue pasando la caseta de cuota México-Pachuca. Ahí nos encontramos un grupo de amigos, continuamos y más adelante degustamos una rica barbacoa. Posteriormente, llegamos a la estatua de don Miguel Hidalgo y tomamos el carril derecho sin subir el puente. Seguimos el camino hasta llegar a una tienda comercial cerca del asta bandera que se observa en Pachuca, donde nos bajamos a tomar provisiones y esperar a los que faltaban.
Después de reunirnos, conocernos, ver los buggys arriba de las camionetas y otros en la cajuela desarmados, seguimos hasta la zona conocida como los Jales de Pachuca. Descendimos de los autos y se bajaron los aditamentos necesarios para comenzar la travesía; es muy importante contar con espacio libre para poder correr con los buggys sin dificultad. Se empezaron a volar los primeros papalotes, aunque antes fue necesario desenredarlos, colocarlos en la posición debida y dejar que volaran libremente.
Este momento estuvo lleno de risas, bromas y diversión debido al ambiente, la fraternidad y disposición de enseñar de parte de las personas que practican el kite buggy, ya que permiten que los nuevos se acoplen rápidamente y sientan que uno los conoce de años atrás. Así llegó la tan esperada hora de volar un papalote, para lo cual es importante saber que pueden ser comandados con dos o cuatro líneas. Estos últimos son los más aptos para “buggear”, ya que poseen dos comandos para dar tracción y dos para frenar, los que son muy eficientes para acciones rápidas, mejores movimientos y control del vehículo. Para elegir un papalote es necesario tomar en cuenta algunos aspectos según recomendaciones de los experimentados: el lugar donde se va a volar, la frecuencia y el peso del conductor.
Ellos cuentan con una fórmula básica a seguir piloto liviano/vientos fuertes=vela chica, mientras que navegante pesado/ vientos leves=vela grande. Un papalote de dos líneas puede pesar entre 40 y 500 g, mientras que uno de cuatro líneas se encuentra entre los 500 y 800 g, esto depende del diseño y el tamaño, un buggy pesa aproximadamente 18 kilos. El equipo de seguridad que se usa depende de la superficie donde se practique, pero por lo general siempre se usa casco, coderas y rodilleras, entre otros. Después de seguir todas las indicaciones volamos un papalote, lo cual se convirtió en un conocimiento muy agradable, ya que todo el tiempo se está en constante reto, aprendizaje y siempre activo.
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