La cerámica en la época prehispánica
La cerámica ha sido a través del tiempo, una clave importante para descifrar las costumbres de distintas culturas. También ha sido una medida del avance de las sociedades en que se produjeron los objetos de cerámica y restos alfareros encontrados en diferentes partes del mundo.
Esta labor artesanal es uno de los trabajos más antiguos que el hombre ha realizado, después del textil. Aunque no hay una fecha exacta del nacimiento de esta técnica se cree que no fue anterior al descubrimiento del fuego, ya que para su elaboración, los elementos necesarios son tierra, agua y fuego.
El término cerámica proviene del griego Keramos-arcilla, y alfarería del árabe alfar; ambos conceptos son aplicables al trabajo alfarero, ya que el primero es todo material de arcilla fusionable a determinada temperatura, sin importar el tipo de tecnología utilizada; el segundo se aplica al trabajo de barro, indiscriminadamente. Aunque ningún pueblo puede reclamar la paternidad de esta actividad que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia, varios estudiosos de la materia como el mexicano López Cervantes y el inglés Nelson, entre otros, coinciden en afirmar que la alfarería surgió en el cercano Oriente, concretamente en Persia, Egipto y Mesopotamia hacia el año 5000 a. C.
LA CERAMICA EN EL MUNDO
Siglos después, entre los años 3000 y 5500 a.C. se produce en Creta una cerámica conocida como minoica y entre los años 1523-1208 a.C., en el periodo de la dinastía Shang, se inicia el auge de la cerámica China, donde por la influencia de los fundidores de metales se recurrió tempranamente al uso de altas temperaturas para la quema que se conoce como protoporcelana. A Grecia se le ubica en el terreno cerámico hacia el año 1050 de la era precristiana, mientras que la etrusca y la romana aparecen en Italia entre los siglos 111 y IV a.C.
En Africa, la cerámica propiamente dicha data de alrededor de los 900 y 600 años a.C. Refiriéndonos al Continente Americano, la alfarería Chimú del Perú se ubica entre los años 2000 y 2500 a.C.; al mismo tiempo, en los valles del centro de México, en el horizonte que llamamos preclásico, entre los años 1500 y 2000 a.C., aparecen las graciosas figuritas de Tlatilco y Chupícuaro, esculpidas en un barro de excelente calidad y gran tecnología en su cochura y construcción.
LOS INDIGENAS, EXCELENTES ARTISTAS
En Crónicas y Relaciones del Siglo XVI, los humanistas, historiadores y soldados como Durán, Sahagún, Torquemada, Landa, Bernal Díaz del Castillo y el mismo Hernán Cortés al describir los objetos que hicieron los nahuas del territorio recién ocupado, se asombraron de la gran habilidad y destreza que tenían para aprovechar los recursos naturales de su entorno y transformarlos en satisfactores de sus necesidades físicas, sociales y espirituales.
En sus Cartas de Relación al Emperador, Hernán Cortés, al describir el mercado de Tenochtitlan dice: “Tienen es esta ciudad muchas piezas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, donde cotidianamente arriba de sesenta mil almas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hayan… adobes, ladrillos… Venden mucha loza en gran manera muy buena, venden muchas vasijas de tinas grandes y pequeñas, jarros, ollas, ladrillos y otras infinitas maneras de vasijas, todas ellas de singular barro, todas las más vidriadas (brillantes) y pintadas… Son tantas y de tantas calidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber los nombres, no las expreso…”
LO QUE SE CONSERVA
En el museo de Antropología de Xalapa, Veracruz se exhiben varias terracotas de 1.50 m. de altura que representan a Xipe-totec, Nuestro Señor el Desollado, deidad relacionada con la fecundidad y la primavera. Para su elaboración se utilizaron engobes (baño total o parcial de colores rojizos, blancos o cremosos que se obtienen de tierras naturales y que disueltos en agua se aplican antes de la cochura), bruñido (técnica que consiste en pulir la pieza también antes de la cochura hasta darle un brillo perfecto) y decoración al pastillaje (aplicación de pequeñas pellas de barro sobrepuestas a las piezas, igualmente antes de quemarlas) a lo largo de toda su indumentaria, la cual deja al descubierto cara, manos, parte de las pantorrillas y pies.
La dificultad para realizar esta obra fue sin duda la quema, que no parece estar hecha en fogata, pues carece de las manchas oscuras características de esta técnica. En la construcción propiamente dicha, se puede suponer, dado su tamaño, que el cuerpo está hecho de dos partes moldeadas. En tanto la cara, manos y pies están esculpidos y bruñidos. Esta pieza muestra la gran capacidad de expresión, y el dominio técnico de los artífices prehispánicos. Lo mismo podríamos decir de las terracotas que representan a Cihuateótl, mujer muerta en el parto y elevada a la categoría de deidad; de las urnas funerarias encontradas en Zaachila y Monte Albán, Oaxaca, procedentes de las culturas mixteca y zapoteca; de las delicadas figurillas mayas de Jaina en Campeche o los bellos cacharros de Paquimé en Chihuahua, así como las esculturas de barro teotihuacanas o las llamadas de Occidente que incluyen a los estados de Colima, Nayarit, Jalisco y Michoacán, o las descubiertas en el Templo Mayor de la ciudad de México. Aunque hoy en día se utilizan utensilios de barro en las cocinas mexicanas.
La cerámica para uso cotidiano, en su inicio, estaba bellamente decorada, pero en donde realmente se rebasaban los límites de belleza y lujo eran las utilizadas por la nobleza y para el culto religioso.
ASI SE CONSIDERABA AL ALFARERO
Los indígenas describían a sus alfareros (zucquichiuhqui) de la siguiente forma: “El que da un ser al barrode mirada aguda, moldea,amasa el barro.El buen alfarero:pone esmero en las cosas,enseña al barro a mentir,dialoga con su propio corazón,hace vivir a las cosas, las crea,todo lo conoce como si fuera un tolteca,hace hábiles sus manos.»
Informantes de Sahagún según traducción M. León Portilla
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