La crujía J de Lecumberri, el lugar donde se castigó la diversidad

El Palacio de Lecumberri fue inaugurado en 1900 por el presidente Porfirio Díaz y muchas décadas fue una de las prisiones más seguras e importantes en América Latina. En la crujía J de Lecumberri se encontraban presos aquellos que habían atentado contra la moral pública.

Crujía J de Lecumberri

Hasta su clausura, se contaron de esta prisión historias escalofriantes, que incluían maltratos a los prisioneros, violaciones, torturas y asesinatos; al grado de que se le llamaba con el sobrenombre de Palacio Negro.

Una de sus crujías, la J, se destinaba para quienes llevaban un estilo de vida escandaloso; es decir, para aquellos homosexuales que expresaban abiertamente que lo eran.

Recordemos que en la primera mitad del siglo XX la sociedad era profundamente conservadora, no toleraba la diversidad sexual y los homosexuales sufrían discriminación.

Así, los prisioneros de la crujía J empezaron a ser conocidos como j#txs. Con el tiempo, la palabra salió de las paredes de Lecumberri y se fue popularizando poco a poco, para designar de forma peyorativa a todas las personas homosexuales.

¿Leyes contra la homosexualidad en México?

Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no había leyes o reglamentos que castigaran la homosexualidad, sin embargo, muchos de ellos fueron criminalizados por su orientación sexual.

Se cuenta que además de sufrir incontables vejaciones, estas personas fueron sometidas a terapias de conversión con el propósito de revertir su homosexualidad.

Adiós al Palacio Negro

El Palacio de Lecumberri cerró sus puertas en 1976, ahogado en corrupción, sobrepoblación de reos, mala calidad en la alimentación, desatención jurídica a los procedimientos de los internos y en general, por las incontables violaciones a los derechos humanos de los prisioneros.

A partir de 1982 es el Archivo General de la Nación, uno de los más antiguos archivos históricos de América Latina.

Rita Carranza