La fiesta de La Cueva en Guanajuato
Hay un día en el devenir guanajuatense cuando la rutina se rompe; en cierto rincón se ve más gente que nunca (las noches cervantinas se quedan cortas), la falda del famoso Cerro de La Bufa o de Los Calderones toma una vida diferente.
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Las típicas tonalidades sepias, pardas y manchones de verde se tornan en una impresionante gama de abigarrados colores. Medio mundo sube en peregrinación a la cueva de San Ignacio; hoy es su día, su fiesta: es el 31 de julio.
Guanajuato siempre está de fiesta. No hay día sin algún evento cultural o popular. Ese ambiente es parte de la rutina. El clima no es impedimento para que lugareños y visitantes disfruten de la siempre amplia cartelera. El bullicio en todos los rincones es común, pero sólo en el centro se ven aglomeraciones, principalmente los fines de semana.
LA FIESTA
Las procesiones inician con una velada la víspera del 31 de julio. A medianoche el cerro se ilumina con las velas que portan los peregrinos. Los cohetes surcan el oscuro cielo para explotar en mil chispas de colores. Es un espectáculo sin igual. La gente entona Las Mañanitas y muchos se quedarán allá arriba hasta el día siguiente. Quienes no subieron en la noche lo hacen desde temprano después del amanecer. Son pocos los que dejan pasar la oportunidad de ir a la cueva y pasar un día de campo lejos de la rutina.
Tres son las cuevas que a lo largo de los años han sido parte fundamental de la fiesta de La Cueva o fiesta de San Ignacio: la cueva Encantada, la cueva de Los Picachos y la cueva Nueva. La cueva Encantada es donde originalmente se realizaba esta singular celebración, pero como quedaba muy lejos, fue reemplazada por la cueva de Los Picachos. Ésta también ha caído en desuso, pero aún es visitada por los peregrinos. En la actualidad la misa a San Ignacio se celebra al mediodía en la cueva Nueva. Ahí hay un altar y puede recibir a muchas personas.
Son tantos los peregrinos y curiosos que en los últimos años fue necesario organizar el camino. El ascenso a la cueva ya no es directo, ahora se rodea por el paso de “Las Comadres” y luego se baja a la cueva para, finalmente, descender por el sendero conocido. En ciertos puntos hay escaleras para que el descenso sea menos peligroso. Aparte de los peregrinos a pie, hay un grupo de personas que sube a caballo. Ellos son como una cofradía que se autodenomina “Los Templarios”. Algo muy relevante es que aquí no hay matachines, como ocurre en otras fiestas. Pero esto no le resta méritos, ni color, ni ambiente.
Durante el trayecto de subida encontramos algunos vendedores ambulantes y de ocasión que aprovechan el día para ganarse un dinero extra.
A medio camino está la cueva Nueva. Un poco más arriba se toma la desviación para ascender al paso de “Las Comadres”, que es el punto más alto a visitar del recorrido.
Son varias las tradiciones aún vigentes durante esta procesión. Una de ellas señala que los peregrinos deben detenerse en la cueva Nueva (donde se oficia la misa), luego subir para visitar los picachos de “Las Comadres” y, después, continuar a la cueva de Los Picachos. Otra tradición, y quizá la primigenia, es venir en peregrinación para pedir la lluvia a los dioses, las deidades o a San Ignacio y, en efecto, después de las seis de la tarde, por lo general cae una tormenta.
La fiesta de La Cueva es una fusión de creencias y tradiciones autóctonas y religiosas traídas durante la conquista. Para comenzar, tenemos el culto a las deidades de la lluvia, propio de las antiguas sociedades agrícolas. después encontramos el culto a las cuevas con todos los mitos que esto implica. Finalmente observamos el aspecto religioso moderno, con San Ignacio de Loyola como estandarte, quien fue el patrón legítimo de la ciudad al ser introducido por los primeros mineros (en la actualidad, Guanajuato tiene también como patrona a la Virgen de Guanajuato).
Si estudiamos a fondo la vida e historia de San Ignacio, encontramos un elemento muy interesante: él pasó mucho tiempo en la cueva de Manresa, en España, cueva donde había pinturas “diabólicas” (¡rupestres!) y era sitio para rituales de hechiceros locales. Este dato es interesante porque en Guanajuato había algo similar en las dos cuevas viejas (¡con pinturas rupestres también!), donde algunos brujos se reunían para celebrar sus aquelarres.
Después de admirar los míticos picachos de “Las Comadres” continuamos la subida hasta la cima, desde donde se aprecian panorámicas poco conocidas de Guanajuato. Luego de platicar con personas que nos cuentan algunas leyendas, iniciamos el descenso a la cueva de Los Picachos. Mucha gente se encuentra por ahí. En las paredes de esta cueva poco profunda aún se aprecian restos de antiquísimas pinturas rupestres; las figuras prehistóricas casi han desaparecido (sólo quedan tres) por causa del graffiti. Hasta hace algunos años hubo ahí una pintura de San Ignacio de Loyola (con fechas de 1840 y 1874), pero alguien decidió cubrirla con pintura blanca. Es interesante escuchar a los padres de familia explicar a sus hijos que en el pasado no había graffiti y se veían pinturas muy hermosas.
Un poco más abajo, por ese mismo cañón, en unos abrigos rocosos descubrimos unas pinturas neorupestres. Éstas representan serpientes, caballos, lagartijas y motivos mitológicos, tal vez hechas hace 30 o más años, pero también han sido afectadas por vándalos. Finalmente, a pocos metros de ahí, y luego de bajar por una escalera de madera, volvemos al camino cerca de la cueva Nueva. Las nubes anuncian un chaparrón. La gente apresura el paso para llegar abajo antes de las primeras gotas. Al atardecer la peregrinación concluye, una fiesta más a San Ignacio va quedando en el recuerdo, y la lluvia llega puntual. La gente ha cumplido y las deidades también.
Las leyendas…
Leyenda de “La cueva encantada”
Hace muchos años una muchacha nueva andaba sola por los rumbos de la cueva vieja y por alguna razón inexplicable se convirtió en piedra. Nadie sabe por cuántos años la joven virgen ha estado ahí, pero para deshacer el hechizo, un muchacho debe cargar la piedra sobre su espalda y bajar hasta la basílica sin mirar hacia atrás. No debe mirar lo que trae a cuestas porque no es una piedra ni es una mujer, sino una horrible serpiente. Si el muchacho la ve, se espantará y la soltará, lo que hará que el hechizo continúe.
Pero si el muchacho conserva la calma y la curiosidad no lo hace mirar a atrás, cuando llegue a la basílica deberá colocar la carga en el último escalón del altar, porque si la pone en otro escalón el encanto continuará y la piedra o serpiente regresará a su lugar de origen.
La cueva está encantada porque se dice que quien se atreva a meterse sentirá que está adentro por un ratito, pero en realidad habrá pasado muchos años. Se han dado casos de personas a quienes les ha ocurrido esto, y cuando regresan a casa se dan cuenta de que todo ha cambiado e incluso, que sus seres queridos murieron hace mucho tiempo.
*Tomado del libro Don Evaristo, el contador de historias.
Leyenda de “Las comadres”
Se cuenta que eran dos amigas que solían subir hasta ese rincón del cerro para cortar verdolaga y venderla en el mercado. Eran tan amigas que se les conocía como “las comadres”. En una ocasión, mientras buscaban verdolaga se pusieron a platicar sobre sus amoríos. Como entre ellas no había secretos, una le dijo a la otra que tenía una relación con Fulano de Tal. La amiga se puso morada de coraje porque estaba enamorada del mismo hombre. La plática pasó a discusión y terminaron peleándose. Fue tanta la ira y el rencor que al momento en que se abofetearon mutuamente ambas se convirtieron en piedra. Es por ello que los dos picachos, con rostros de mujer, miran a lados opuestos.
Otra versión dice que el pleito entre las comadres se debió a que había poca verdolaga ese día y una sintió envidia de que la otra recolectará más que ella.
*Tomado del libro Leyendas de México.
SI USTED VA A LA FIESTA
- El acceso más corto a la cueva es por la carretera panorámica que rodea a la ciudad, hacia el sur, a la altura de la estación de la Comisión de Electricidad.
- No es necesario cargar con alimentos o bebidas, pues en todo el trayecto encontrará vendedores ambulantes.
- Lo único que se pide a la gente es que no deje basura.
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