La hacienda de Atlacomulco, un lugar lleno de historia en Morelos
La hacienda de Atlacomulco formó parte de las tierras que Carlos V otorgó a Hernán Cortés al conferirle el título de marqués del Valle de Oaxaca, quien luego instalaría aquí el segundo ingenio que se fundó en la Nueva España.
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La hacienda de Atlacomulco formó parte de las tierras que Carlos V otorgó a Hernán Cortés al conferirle el título de marqués del Valle de Oaxaca, quien luego instalaría aquí el segundo ingenio que se fundó en la Nueva España.
En el estado de Morelos, y formando parte de lo que hoy es la ciudad de Cuernavaca, se encuentra el pequeño poblado de Atlacomulco, rodeado de enormes viveros de flores multicolores y de plantas tropicales que caracterizan a esta región del país, conocida como “la ciudad de la eterna primavera”.
Lo primero que sorprende al llegar a Atlacomulco es la belleza de la entrada de la Hacienda de Atlacomulco, que a partir del siglo XVI fue uno de los ingenios azucareros más importantes del país y que hoy alberga el hotel Hacienda de Cortés.
Cuando al principio del siglo XIX la marquesa Calderón de la Barca visitó el lugar se refirió a éste de la siguiente manera: “…Su solidez es bastante como para resistir un sitio… largas mesas de pino, bancas de madera, sillas pintadas, y paredes encaladas, los catres pintados o de hierro, que sólo se arman cuando son necesarios, con muchos aposentos vacíos, cocina y piezas exteriores. El patio es una enorme plaza, junto al cual se levanta la casa donde se hierve el azúcar, cuyas hornazas arden día y noche, la casa, con la maquinaria para extraer el jugo de caña, los cuartos para la refinación, los lugares en donde se seca, etc., todo de grandes proporciones. Si la hacienda, como sucede en este caso, es asimismo una plantación de café, veis entonces un gran molino para separar el grano de la cáscara y también hay a veces grandes edificios en donde hacen aguardiente…”
En esa época la producción anual de azúcar era de 345 toneladas, trabajaban en la hacienda más de 400 personas y el cafetal contaba con más de 50 000 plantas jóvenes.
En la exposición internacional de París de 1889 la hacienda obtuvo el primer premio y medalla de plata por la calidad de su azúcar y una mención honorífica por su aguardiente de caña. Desde el siglo XVI la hacienda perteneció a los descendientes de Hernán Cortés.
El ingenio tuvo desde el principio un gran respaldo económico y durante mucho tiempo se le consideró el más importante del virreinato.
Su primer dueño fue don Martín Cortés, hijo de don Hernán y de doña Ramírez de Arellano y Zúñiga. Después la propiedad fue heredada por sus hijos, primero por don Fernando, después por don Pedro, enseguida por doña Juana Cortés y Ramírez de Arellano, y así sucesivamente.
Más adelante, una hija de Juana Cortés se casó con Diego de Aragón Pignatelli y el marquesado pasa a manos de los italianos a partir del siglo XVII y hasta bien entrado el siglo XX.
Durante la Revolución los dueños de la hacienda colocaron frente a ésta una bandera italiana para evitar cualquier ataque.
A partir del cuarto marqués los dueños de la hacienda radican en Italia y la propiedad pasa a manos de administradores que optan por rentar el ingenio.
A principios del siglo XX la finca contaba con 2 200 ha, con una casa habitación con sala, cocina, seis recámaras, comedor,cuartos para la servidumbre, además de varios espacios para purgares, almacenes, casa de calderas, carpintería, fundición, trapiches, fragua, centrífugas, cuarto de infusiones, etcétera.
A partir de los años treinta, la hacienda queda abandonada hasta que es adquirida en 1953 por don José Villanueva Aguilera.
En 1973 la adquiere su actual propietario, el cirujano don Mario González Ulloa, quien después de una ardua labor de limpieza y retiro de escombros reconstruyó y habilitó las áreas que ahora son utilizadas como hotel, restaurante y casa del dueño.
Actualmente este lugar es un hermoso paraje, su patio principal es un bello jardín repleto de exóticas flores, plantas tropicales, enormes y exuberantes árboles; en él también hay fuentes coloniales, un antiguo reloj solar, vetustas carretas que se utilizaban en el ingenio, etcétera.
Alrededor del jardín se ubican las habitaciones cuyo estilo colonial mexicano está lleno de colorido, originalmente aquí se encontraban los talleres. También se pueden admirar los salones que alojaron la fábrica de alcohol, que hoy dan cabida al comedor y al bar del restaurante.
La antigua hornalla con su bóveda original alberga murales de José Hernández Delgadillo.
A un lado del comedor se encuentra un pequeño patio donde estaba el trapiche y su turbina cuyos rodillos se exhiben en los jardines.
Donde está la alberca se hallaba el salón de infusiones. En la planta alta la casa habitación cuenta con una típica arquería, y varios cuartos con bellas ventanas con rejas de hierro forjado.
En el lado poniente se observan unos enormes muros donde se han enraizado en sus grietas colosales amates con formas caprichosas; aquí también se advierten arquerías con enormes canales y ductos que antiguamente abastecieron de agua a las fuentes, y que se utilizaba para el riego y el uso doméstico.
La hacienda ha sido utilizada como escenario de algunas películas de época, siendo la más conocida El Zorro.
La atmósfera del lugar nos remite a épocas pasadas, aún se puede ver y sentir la enorme actividad del ingenio: obreros, campesinos, servidumbre, peones, señoritos, todos en constante ajetreo de una de las industrias más prósperas del virreinato.
SI USTED VA A ATLACOMULCO
Tomar la carretera Cuernavaca-Civac; enseguida se toma la salida rumbo al fraccionamiento SUMIYA y poco antes de llegar a él se da vuelta a la derecha para continuar hasta el antiguo casco de la Hacienda de Cortés.
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