La hamaca, la forma más tradicional de dormir en el sureste
Se calcula que la hamaca existe desde hace aproximadamente mil años y que ya existía en México antes de la llegada de Colón a América. Conoce su historia.
Viajar a la playa siempre va acompañada del deseo de tomar una siesta reparadora, aprovechando de la brisa cálida que nos da la libertad de usar ropa ligera. Sin embargo, existen lugares dentro de nuestro país, cuya temperatura y humedad requieren de una cama mucho más aerodinámica, tal como a la hamaca, cuyo uso se extiende más allá de una temporada en los estados del sureste.
El origen de las hamacas tiene aproximadamente mil años. Aunque no es originaria de México, se piensa que pudo llegar a la Península de Yucatán por lo menos dos siglos antes de la llegada de los españoles, aunque la antigüedad es incierta. La palabra hamaca proviene del taíno y quiere decir «red para pescado».
Hasta la actualidad, la hechura artesanal de hamacas implica tejidos únicos. En el caso de la región maya, las hamacas inicialmente se hacían con corteza de árbol de Hamack. Posteriormente, tanto en la región mexicana, como en el resto de Centroamérica, se empezó a utilizar la planta de sisal, con fibras elásticas y más suaves.
Actualmente es en la península de Yucatán donde las hamacas se perfeccionan. La hamacas artesanales se tejen con un bastidor y aguja de madera o hueso. Un trabajo así puede durar hasta dos semanas y cada diseño surge durante la labor del artesano. Gracias a su histórica industria del henequén, las hamacas comenzaron a hacerse con una mezcla de este material y algodón.
Entre las ventajas de dormir en una de estas hamacas se encuentra un mejor relajación debido al balanceo, una mejor sanidad ya que puede ser lavada fácilmente y ayuda a evitar accidentes cardiovasculares debido a la posición que se adquiere al dormir.
