La leyenda de cómo los ch’oom se volvieron zopilotes
Te contamos la leyenda de cómo un ave iridiscente, llamada ch'oom. fue condenada a volverse carroñera y convertirse en zopilote.
Cuenta la leyenda que lo que conocemos como el zopilote o buitre fue alguna vez una hermosa ave de plumaje verde iridiscente, que se llamaba ch’oom. Aquí te contamos por qué fue condenada a convertirse en ave carroñera.
Ch’oom o zopilote en la cultura mexicana
Debido a su imagen atemorizante y a su alimentación putrefacta, el zopilote ha sido objeto de numerosas leyendas en las distintas culturas. Por ejemplo, del México revolucionario se tiene la leyenda que cuenta que bandadas de zopilotes entraron a la Ciudad de México poco antes de que asesinaran al presidente Francisco I. Madero como un aviso de lo que estaba por suceder.
Para los aztecas los zopilotes –como todo– tenía un doble significado: era significado de muerte y abundancia a la vez.
La leyenda de por qué el zopolite se volvió negro
De acuerdo con una leyenda maya el zopilote ―o ch’oom, en maya–, no siempre fue negro y feo. En el tiempo en que los mayas estaban en su esplendor, su plumaje era verde. Tenía un aspecto tan alegre, que recordaba el tono fresco de las grandes hojas de plátano y en la cabeza lucía un haz de plumas irisadas.
Cuenta la historia que el rey de Uxmal organizó un gran festejo en su palacio para honrar al “Señor de la Vida”: Hunab Ku.
El rey de Uxmal se vistió con su traje de mayor lujo y se cubrió con finas joyas; luego, se asomó a la terraza de su palacio, y desde allí contempló con satisfacción su ciudad, que se veía más bella que nunca.
El rey de Uxmal ordenó a sus sirvientes que llevaran mesas hasta la terraza y las adornaran con flores y palmas.
Cuando todo quedó acomodado, los sirvientes dejaron sola la comida y entraron al palacio para llamar a los invitados.
No se dieron cuenta de que sobre la terraza del palacio volaban unos zopilotes. Al ver que la comida se quedó sola, los ch’oom volaron hasta la terraza y se la comieron toda.
En ese momento, el rey de Uxmal salió a la terraza junto con sus invitados. El monarca se puso pálido al ver a los pájaros saborear el banquete.
— ¡Esto no se puede quedar así! —gritó el rey de Uxmal— Los ch’oom deben ser castigados.
El castigo de los ch’oom
Entonces, uno de los sacerdotes tomó las plumas caídas de los ch’oom y las puso en un brasero para quemarlas hasta que las plumas se volvieron negras. Después, las molió e hizo un caldo negro y espeso. Una vez que estuvo listo, los sacerdotes salieron del templo. Uno de ellos buscó a los sirvientes y les dijo:
—Lleven comida a la terraza del palacio, la necesitamos para atraer a los zopilotes.
Pronto hubo una mesa llena de platillos y muchos ch’oom que volaban alrededor de ella, no lo pensaron dos veces y bajaron a la terraza para disfrutar de otro banquete.
Pero esta vez los sacerdotes se escondieron en la terraza; apenas habían puesto las patas sobre la mesa, cuando lanzaron el caldo negro sobre los ch’oom, mientras repetían unas palabras extrañas. Uno de ellos alzó la voz y dijo:
— No lograrán huir del castigo que merecen por ofender al rey de Uxmal. A partir de hoy estarán condenados a comer basura y animales muertos.
Al oír esas palabras y sentir sus plumas mojadas, los ch’oom quisieron escapar volando alto. Bajaron de uno en uno a la tierra, pero al verse, su sorpresa fue muy grande. Sus plumas ya no eran de colores, sino negras y resecas. Además, su cabeza quedó pelona.
Desde entonces, los ch’oom vuelan lo más alto que pueden, para que los demás no los vean. Sólo bajan cuando tienen hambre a buscar su alimento entre la basura o cuando descubren animales muertos.