La reata o cuerda de saltar, un juego casi en el olvido

El juego es una de las actividades más humanas que se realizan pese al avance del tiempo. Uno de los juegos más antiguos de la humanidad es el salto a la cuerda. En nuestro país, esta actividad lúdica unió a varias y a varios en los hogares, parques y escuelas.

Este juego infantil se realiza en las coloridas calles de México, donde el sol pinta sus rayos dorados sobre la arquitectura vibrante. Las risas resuenan como música callejera, al son de canciones que ponen a prueba la coordinación al saltar la cuerda.

Seguro muchos de nosotros recordamos cuando pasamos tiempo con nuestros amigos saltando la cuerda, ya fuera en la escuela, el jardín de la casa, los parques, por mencionar algunos. Niñas y niños descubrimos la magia de girar la cuerda mientras el suelo vibraba bajo saltos alegres.

En las ferias y fiestas de pueblo, el salto a la cuerda también es el alma de la celebración. Las plazas resonaban con risas y el suelo vibraba al compás de los saltos, mientras los niños desafiaban la gravedad con piruetas y trucos que deslumbraban a los espectadores.

También se le conoce como salto a la soga o salto a la comba. Este juego de cuerdas que estimula la mente tiene raíces que se remontan a las antiguas civilizaciones. Imagina a los niños de aquellos tiempos divirtiéndose con las cuerdas que, en sus orígenes, se usaron para propósitos “más serios”.

Orígenes del salto a la cuerda

El origen del salto con cuerda es un misterio que se pierde en el tiempo, con teorías que nos llevan a los exquisitos paisajes de Egipto y China.

Se dice que, en las riberas del Nilo, alrededor del 1600 a.C., los niños egipcios aprovechaban las cuerdas trenzadas de fibras vegetales, restos de la próspera manufactura local, para convertirlas en su pasatiempo favorito.

Este juego, que pronto capturó la atención de los marineros que llegaban a las costas del Nilo, se propagó como un secreto bien guardado, dejando su marca en las ciudades mediterráneas durante travesías marítimas.

Por otro lado, en China, el arte de la cuerda trenzada tenía un lugar especial en el corazón de los artesanos. Durante las celebraciones de la fiesta del año nuevo, las cuerdas se convertían en la herramienta perfecta para la diversión colectiva.

Los chinos, apasionados por el salto en grupo, tejían una tradición que con el tiempo se convirtió en un legado.

Incluso la Grecia clásica también sucumbió al encanto del salto con cuerda, como lo atestiguan antiguas vasijas con dibujos de niños entregados al juego.

De ahí que Hipócrates, el venerado padre de la medicina, no solo curaba con sus conocimientos, sino que también prescribió el salto de cuerda para mejorar la salud y la agilidad.

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Sin embargo, este juego trascendió épocas y civilizaciones, pues se extendió a más rincones del mundo desde la Edad Media hasta nuestros días. De hecho, en la historia moderna, el salto de cuerda se convirtió en un deporte completo. Federaciones y asociaciones en diferentes países lo elevaron a la categoría de deporte de competición.

En las plazas de pueblos y ciudades, en los patios de escuelas y en los corazones de los niños que despiertan a la magia del juego, la cuerda sigue girando, contando una historia que nunca deja de encantar y celebrar la vida.

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