La tierra incógnita (Baja California Sur)

La península de Baja California es una extraordinaria región del país que hasta hace poco era considerada una tierra desértica, remota e incógnita. Sin embargo, aquí vivieron interesantes pueblos cazadores recolectores que, en armoniosa relación con su medio, desarrollaron complejos culturales únicos. Uno de los valores arqueológicos más evidentes y auténticos de esta región es el arte rupestre que se extiende a lo largo de las cordilleras peninsulares. Con sublime y trascendental elocuencia, el arte rupestre se integra al paisaje, lo inscribe simbólicamente y le otorga un significado cultural, mostrándonos con claridad el fluido movimiento de los pueblos que lo crearon, quienes protagonizaban y a la vez presenciaban un constante ir y venir. Así, uno de los principales valores de esta región es el propio paisaje en términos de ser entendido como el extenso espacio social en el cual estuvo funcionando el arte rupestre de estas antiguas sociedades.

En Baja California Central esta expresión alcanzó una dimensión monumental: el estilo pictórico Gran Mural, el cual se manifiesta en las sierras de San Boria, San Juan, San Francisco y Guadalupe, estas dos últimas localizadas en el estado de Baja California Sur. Considerada por poseer uno de los ambientes más marginales de la tierra, esta región proporcionó condiciones adecuadas para el establecimiento de grupos cazadores-recolecto res desde los finales del Pleistoceno (10,000-11,000 A. P.) hasta el arribo de los misioneros jesuitas a finales del siglo XVII. Utilizando la amplia variedad de ambientes costeros! de planicie y serranos, la población siguió un intenso patrón de movilidad en la búsqueda de alimento, materias primas yagua para subsistir.

Como su nombre lo indica, el Gran Mural es una tradición pictórica que en términos de escala está considerada entre una de las más grandes del mundo y es encontrada literalmente en cientos de abrigos rocosos localizados en los cañones de estas montañas. El estilo es principalmente naturalista y está dominado por figuras humanas y animales pintadas principalmente en rojo, negro, blanco y amarillo. Muchos de los paneles rupestres están compuestos por docenas de figuras, y en algunos casos la monumentalidad se acentúa por la frecuente ubicación de las pinturas en sitios muy elevados de los abrigos y cuevas donde la sobreposición es muy común.

Los estudios que se han realizado de esta tradición llamada “El Gran Mural” presentan cinco subestilos que se han dado en nombrar como: Montevideo, Campo Monte, Sierra de San Francisco, San Borjitas y la Trinidad. En la Sierra de San francisco se concentra una extraordinaria muestra del subestilo del mismo nombre, donde tuvo su expresión más consistente y es en este lugar donde se pueden visitar la gran mayoría de las cañadas en las que se concentran estos recintos rupestres. Las expediciones están reguladas por el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica, a través de un sistema que controla la afluencia del turismo para evitar el daño a los parajes naturales y a los sitios arqueológicos. De este modo las excursiones se canalizan en tres niveles, según los objetivos y tiempo disponible con que cuenta cada persona.

El circuito más recomendable es el del Cañón de Santa Teresa, en el arroyo de San Pablo, donde se localiza uno de los recintos más espectaculares del Gran Mural: la Cueva Pintada. Otro circuito muy frecuentado es el conjunto de cuevas de la porción norte del arroyo del Parral, donde se localiza la Cueva de la Serpiente, hasta el momento única en su tipo: La Sierra de Guadalupe, localizada al suroeste de la de San Francisco, también concentra algunos de los sitios más representativos del Gran Mural. Así, partiendo desde la población de Mulegé se pueden visitar La Trinidad, Piedras Pintas (sitio de petroglifos) y Cueva San Borjitas. Este último recinto fue el primer sitio Gran Mural que se dio a conocer por el periodista Fernando Jordán en 1950.  Fuente: Guía México desconocido No. 64 Baja California Sur / noviembre 2000  activo

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