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La Tobara, asombroso reducto de la naturaleza (Nayarit)

Nayarit
La Tobara, asombroso reducto de la naturaleza (Nayarit) fifu

En medio de una exuberante vegetación tropical que rodea y cubre a un intrincado sistema de pequeños canales naturales, iniciamos en esta ocasión una extraordinaria aventura acuática, a través de la espesa jungla de manglares en la costa nayarita del Pacífico mexicano, conocida como La Tobara.

En medio de una exuberante vegetación tropical que rodea y cubre a un intrincado sistema de pequeños canales naturales, iniciamos en esta ocasión una extraordinaria aventura acuática, a través de la espesa jungla de manglares en la costa nayarita del Pacífico mexicano, conocida como La Tobara.

El lugar está enclavado cerca del puerto de San Blas, en una extensa zona estuarina que posee su belleza intacta; en esta región costera se origina una mezcla de aguas: la dulce (que proviene de un gran manantial) y la salada del mar, para formar un singular ecosistema: una suerte de área de transición donde se juntan el río, el mar, la vegetación y los escurrimientos terrígenos.

Ante la idea de disfrutar y apreciar la belleza del lugar el mayor tiempo posible, iniciamos el paseo y la aventura muy temprano. Partimos de El Conchal, un embarcadero en el puerto de San Blas, donde nos impresionó el gran movimiento de personas y embarcaciones, tanto turísticas como pesqueras. Aunque las lanchas salen hacia La Tobara en diferentes horarios, escogimos el primero del día para observar el comportamiento de las aves durante el amanecer.

La embarcación inició el recorrido lentamente para no perturbar a los miles de organismos que habitan por los laberintos y retornos formados en los canales. Durante los primeros minutos de trayecto, escuchamos el canto de las aves en un suave tono; sólo emprendían el vuelo algunas gaviotas, cuya blancura resaltaba contra el cielo teñido de un azul muy tenue. Conforme nos adentrábamos por la densa vegetación fuimos sorprendidos por el estruendo de los pájaros al levantar el vuelo; presenciamos un estridente despertar en La Tobara. Para quienes gustan de observarlos, éste es un magnífico lugar, pues abundan garzas, patos, buzos, pericos, loros, lechuzas, palomas, pelícanos y muchos más.

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Es increíble la sensación que cada visitante experimenta al establecer contacto directo con la naturaleza, en un hábitat cuya vegetación tropical acoge a un sinfín de animales.

La importancia ecológica de esta zona, nos explicaba el guía, se incrementa debido a que posee gran variedad de especies: crustáceos (jaibas y camarones), peces (mojarras, róbalos, pargos) y diversos tipos de moluscos (ostiones, almejas, entre otros), además es considerada como área de crianza para numerosas aves, y santuario para la fauna en peligro extinción. Por tal motivo se instaló en ella un cocodrilario, con el objeto de preservar esta especie.

Allí encontramos otras embarcaciones que se habían detenido para fotografiar a un solitario y desafiante cocodrilo, el cual mantenía su fauce abierta y enseñaba una hilera de grandes y puntiagudos dientes.

Más adelante, por el canal principal de este fenomenal sistema, llegamos un área descubierta, donde se alzaron en elegante vuelo magníficos ejemplares de blancas garzas.

A lo largo del recorrido se disfruta de la densa vegetación de mangle rojo; de éstos se descuelgan cientos de lianas que dan un toque absolutamente salvaje a La Tobara. También se puede apreciar una gran cantidad de especies arbóreas, entre las que destacan exóticas orquídeas y monumentales helechos.

Durante el trayecto, en varias ocasiones nos detuvimos para observar a grupos de cocodrilos acompañados por decenas de tortugas, que tomaban tranquilamente el sol en algunos pequeños remansos del río.

Al finalizar la primera parte de tan emocionante travesía por los canales se observa un notable cambio en la vegetación: ahora predominan enormes árboles, como higueras y tules, que anuncian la llegada a un impresionante manantial, el cual da origen a los canales de este maravilloso sistema.

Cerca de este nacimiento de agua dulce, transparente y templada, se forma una alberca natural que invita a disfrutar de un delicioso chapuzón. Aquí se pueden admirar, a través de las cristalinas aguas, los peces multicolores que ahí habitan.

Después de nadar en aquel magnífico lugar hasta agotar nuestras fuerzas, caminamos hacia el restaurante, situado cerca del manantial, donde se ofrecen deliciosos platillos de la tradicional comida nayarita.

De pronto comenzamos a escuchar a un grupo de niños que gritaba eufóricamente: “¡Ahí viene Felipe!”… Cuál sería nuestra sorpresa al percatarnos de que el personaje al que se referían los chiquillos ¡era un cocodrilo!, al que habían bautizado con el nombre de Felipe. Este impactante animal de casi 3 metros de longitud ha sido criado en cautiverio. Es verdaderamente emocionante observar cómo este gran organismo nada tranquilamente por las aguas del manantial… Claro está que lo dejan salir de su área de confinamiento cuando no hay ningún bañista en el agua, y que para diversión de propios y extraños, permiten que Felipe se aproxime hasta una escalinata donde se le puede ver a una corta distancia.

Muy a nuestro pesar, nos avisaron de que la embarcación en la que habíamos llegado estaba próxima a partir, así que iniciamos el viaje de regreso cuando faltaba poco para que cayera el atardecer.

Durante la travesía de vuelta se tiene nuevamente la oportunidad de mirar cómo los pájaros retornan a sus nidos en la parte más elevada de los árboles, y escuchar al mismo tiempo un increíble concierto, con el canto y los sonidos de cientos de aves e insectos, a manera de despedida de este mundo fantástico.

Tuvimos un segundo encuentro con La Tobara, pero en esta ocasión lo realizamos por aire. La avioneta dio varias vueltas sobre esta magnífica zona de manglar y pudimos apreciar el serpenteante río central en medio de la espesa vegetación, desde el manantial hasta desembocar en el mar.

Lo más importante de visitar La Tobara es entender el notable papel que desempeña este tipo de ecosistemas en el ambiente acuático costero y por qué no debemos de romper el equilibrio natural de este paraíso de salvaje belleza, en donde podemos vivir una inolvidable ecoaventura.

SI USTED VA A LA TOBARA

Saliendo de Tepic, tome la carretera núm. 15 en dirección norte hasta llegar al Crucero San Blas. Una vez allí siga por la carretera núm. 74 y tras recorrer 35 km se encontrará en San Blas, en cuyo puerto existe el embarcadero El Conchal y desde el cual se cubre una ruta de 16 km; en la Bahía de Matanchén se encuentra el de La Aguada, desde donde se realiza un viaje de 8 kilómetros.

Ambos recorridos transitan por exóticos canales, dejando atrás el agua azul del mar y la suave arena de la playa para ir penetrando por la tupida vegetación de selva tropical que rodea a La Tobara.

Fuente: México desconocido No. 257 / julio 1998

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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