Las 14 momias que perdió la Ciudad de México
Fueron localizadas por accidente en la pared del convento de Santo Domingo, pero las vendieron a un empresario circense quien las llevó por Europa, se perdió el rastro de todas ellas en 1895
La mañana del 19 de febrero de 1861 decenas de personas, especialmente reporteros, se agolparon en las obras de demolición de una parte del convento de Santo Domingo en la Ciudad de México para ver los 14 cadáveres momificados que aparecieron con el derrumbe de una pared.
Por las caras de sufrimiento de cada una de las momias corre el rumor que se trataban de prisioneros de la inquisición quienes, quizá, habrían sido emparedados vivos no sin antes infringirles el castigo de la tortura.
Actualmente una investigación del cronista Héctor de Mauleón indica que el gobierno de la Reforma, con una necesidad vehemente de recursos, vendió los cadáveres solo cuatro meses después de haberlos hallado, a un empresario circense llamado Bernabé de la Parra, quien se los llevó para mostrarlos como parte de sus atracciones en Europa y América.
Fue así como la Ciudad de México perdió a sus momias, por una cantidad que hasta el momento se desconoce.
De acuerdo con la narración para 1882 un reportero, corresponsal del periódico mexicano, El Monitor Republicano, informó que en Bruselas estaban siendo exhibidas las momias capitalinas en la carpa de una feria.
La atracción tenía el nombre de “Gran Panócticum de la Inquisición. Tristes restos de un pasado tenebroso”.
En la exhibición se daba por hecho que una momia había sufrido el tormento de fuego, otra recibió el tormento del agua, otra el castigo de la rueda y una más el tormento de la pena de angustia. La colección pertenecía ahora al doctor Joseph Thunnus.
Se cree que uno de los cuerpos momificados y vendidos, seguramente por muy poco dinero, pertenecía al célebre Servando Teresa de Mier, fraile dominico y filósofo de la Independencia de México, quien posiblemente fue colocado en la pared tras una muerte natural.
El 13 de agosto de 1895 fue el último año que se supo de estas momias, concretamente de solo una de ellas, es que estaba en Buenos Aires, Argentina, jamás se repatrió el cadáver, la historia quedó en el olvido, se perdió.
Iglesia de Santo Domingo, Ciudad de México
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