Las cuevas, patrimonio de todos
Como resultado de casi 50 años de exploraciones y estudios sistemáticos, hoy sabemos de la existencia de varios de miles de cavernas en México, así como de un potencial que aún está lejos de agotarse.
Tenemos un país muy grande, con una de las geografías más diversas, la que en muchos aspectos sigue siendo muy desconocida. Hacen falta exploradores, carencia que se hace más evidente en nuestro mundo subterráneo, el que siendo tan inmensamente rico ha sido dada a conocer mayormente por espeleólogos de otros países.
Por otro lado, las cavernas de nuestro país son parte de una herencia natural que estamos obligados a proteger. Su cuidado y conservación nos concierne. La función ecológica de las cuevas es de gran importancia y tiene que ver con la conservación y el manejo de los acuíferos y las aguas subterráneas de que se sustentan muchas poblaciones e incluso ciudades.
Las cuevas alguna vez salvaron a la humanidad ante un clima muy adverso, y podrían volver a hacerlo. El hallazgo de las cuevas de Naica, especialmente de la Cueva de los Cristales, en donde la reunión de condiciones sumamente raras nos legó una maravilla frágil, nos habla de la propia fragilidad de la vida y del ser humano.
Los espeleólogos somos testigos de grandes portentos naturales, insospechados para quienes nunca se asoman abajo, es decir, para la inmensa mayoría de los seres humanos. Porque finalmente eso somos los exploradores de cavernas, personas privilegiadas que por alguna razón se nos ha permitido presenciar el mundo subterráneo, no para decir que lo estamos conquistando, porque no es cierto, si no para dar fe de esas maravillas de que somos una minúscula parte.
Lo que fascina a los exploradores de cuevas
Se trata de la gran cantidad de tiros verticales que llegan a presentar las cuevas en México, pero sobre todo porque llegan a tener una magnitud considerable. Hay muchas que constan sólo de un gran tiro vertical, como un pozo.
Del gran registro de las cuevas de México se conocen hasta la fecha 195 tiros que sobrepasan los 100 m de caída libre. De ellos 34 son de más de 200 m de verticalidad, ocho de más de 300 m y sólo uno de más de 400. Los demás de 300 m de vertical absoluta se encuentran entre los abismos más hondos del mundo. De estos grandes abismos, los más sobresalientes son los ya citados Sótano del Barro y el Sótano de las Golondrinas.
Muchos de los tiros de más de 100 m de verticalidad forman parte de cavidades de mayores dimensiones. De hecho hay cuevas que tienen más de uno de estos grandes tiros, como el caso del Sótano de Agua de Carrizo, parte del Sistema Huautla, que tiene un tiro de 164 m hacia el nivel de los 500 m de profundidad; otro de 134 m en el nivel de los 600 m; y otro más, de 107 m, igualmente abajo del nivel de los 500 m.
Otro caso es el del Sistema Ocotempa, en Puebla, que presenta cuatro pozos que sobrepasan los 100 m de verticalidad, empezando por el Pozo Verde, uno de los tiros de entrada, con 221 m; el tiro de Oztotl, con 125 m; un tiro de 180 m hacia los 300 m de profundidad, y otro de 140 hacia los 600 m. Además, no pocos de estos grandes llegan a formar imponentes cascadas subterráneas. Un caso muy impresionante es el de la Hoya de las Guaguas, en San Luis Potosí.
La boca de esta cavidad tiene un diámetro de 80 m y abre a un pozo de 202 m de hondura. Enseguida se encuentra una segunda caída, ésta de 150 m, la que accede a uno de los salones subterráneos más grandes del mundo, ya que su techo casi alcanza los 300 m de altura. La profundidad total de Guaguas es apabullante: 478 metros, como ninguna otra registrada en el mundo. Se sigue aún investigando en ella.