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Las lagunas de San Bernardino y el volcán Otzelotzi (Puebla)

Puebla

Las lagunas de San Bernardino, al occidente de la sierra de Zongolica, forman parte de un excepcional paisaje de gran interés geológico pues incluye la presencia de un volcán, en una zona montañosa formada casi totalmente por plegamientos.

Las lagunas de San Bernardino, al occidente de la sierra de Zongolica, forman parte de un excepcional paisaje de gran interés geológico pues incluye la presencia de un volcán, en una zona montañosa formada casi totalmente por plegamientos.

El mapa del INEGI (El4B66 escala 1: 50 000) muestra, claramente, las curvas de nivel del llamado volcán Otzelotzi, cuyo cono se distingue del relieve que presentan los cerros y barrancas aledaños.

Rubén Morante había visitado el sitio años atrás y tenía la hipótesis de que las lagunas podrían ser calderas circundantes del cono principal, lo cual brindaría al aparato volcánico un interés todavía mayor. sin embargo, la exploración del sitio nos llevó a concluir que las lagunas fueron formadas por la obstrucción de los valles, como consecuencia de los sucesivos derrames de lava del volcán Otzelotzi.

El Otzelotzi es uno de los volcanes más meridionales del Eje Neovolcánico en la zona de Puebla, y coincide en paralelos con la línea que parte desde el Cofre del Perote hasta el Citlaltépetl y el Atlitzin, aunque estos últimos se encuentran a 45 km de distancia. Desafortunadamente no existe nada publicado en relación al Otzelotzi, si bien el geólogo Agustín Ruiz Violante, quien ha estudiado las rocas sedimentarias de la región, afirma que su formación es cuaternaria, por lo que su existencia tal vez se remonte tan sólo a varias decenas de miles de años.

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La altitud de las lagunas, con un promedio de 2 500 m snm, es similar a la de las lagunas de Zempoala, en Morelos. En México, sólo las lagunas de El Sol, y la de La Luna, en el Nevado de Toluca, las superan significativamente, pues cuentan con alrededor de 4 000 m de altitud. Una ventaja de las lagunas de San Bernardino sobre todas las demás, particularmente la laguna Grande, es la abundancia de lobina, trucha y pescado blanco que producen.

LA VISTA

El paisaje que precede a las lagunas de San Bernardino vale la pena por sí solo para realizar una excursión. Desde el crucero situado a pocos kilómetros de Azumbilla, en la carretera Tehuacán-Orizaba, parte el camino que cruza por una zona boscosa con barrancas de hasta 500 m de profundidad. algunos cerros representan follaje tupido, mientras otros muestran erosión por la tala indiscriminada de árboles. Afortunadamente, el volcán Otzelotzi está protegido por los habitantes de San Bernardino, quienes sólo permiten una tala mínima para formar carbón vegetal.

Arribamos muy de mañana, cuando las nubes todavía descansan sobre los pliegues dormidos de las montañas. Rubén afirma que existen leyendas sobre sirenas y apariciones, por lo que una de nuestras tareas es interrogar a los habitantes más longevos de la población. Otra duda se refiere al origen del cerro:otzyotl, en náhuatl, significa preñez, yotztiestar embarazada o quedar preñada. Es muy probable que el cerro tuviera un significado un significado importante en relación con la fecundidad y que las mujeres acudieran al lugar con el propósito de buscar embarazarse. Desde la carretera que bordea al Otzelotzi por la falda sur, sólo es posible contemplar la laguna Chica, pues la Grande y la Lagunilla se encuentran a mayor altitud en las zonas norte y oriente, respectivamente. La laguna Chica se eleva a 2 440 m snm, la Grande a 2 500 y la Lagunilla a 2 600. Además del tamaño, las lagunas presentan diferencias por el color de sus aguas: marrón la laguna Chica, verde la Grande y azul la Lagunilla.

Después de manejar en dirección a Santa María del Monte y tomar algunas fotos de paisaje, retornamos a la brecha de terracería que nos conduce, por la ladera poniente del Otzelotzi, al pequeño pueblo de San Bernardino. Ya por entonces nos habíamos percatado de que la presencia indígena es escasa en esta parte de la sierra. Muchos de los habitantes muestran un meztizaje con fuertes rasgos criollos, y difícilmente se puede ver un indígena puro, como sucede en Zongoliza. Tal vez la migración desde otros lugares explique el desconocimiento de historias antiguas, pues de las personas con las cuales conversamos nadie supo darnos razón sobre alguna leyenda.

Una muchacha del pueblo aportó un dato muy interesante sobre la misa que se celebra el último día del año, por la noche, en la cumbre del Otzelotzi, a 3 080 m snm. Toda la comunidad acompaña al sacerdote durante el camino de ascenso, flanqueado por doce cruces. La marcha es impresionante debido a la cantidad de cirios que iluminan la brecha de 500 m entre la población y la cumbre.

Aunque la mayor parte de los turistas que visitan las lagunas prefieren navegar en la laguna Grande, con lanchas que allí se rentan, y comer en los restaurantes de la orilla, nuestro principal objetivo es cubrir el ascenso hasta la cima, para disfrutar del paisaje y fotografiar las montañas circundantes. En días despejados es posible contemplar, desde la cumbre, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl; sin embargo, debido a que hacia el poniente está nublado, debemos contentarnos con la soberbia vista que nos otorga el Pico de Orizaba, localizado al norte.

El camino es en extremo agradable debido a la tupida vegetación que conserva el Otzelotzi. En cierto momento Rubén se detiene para fotografiar un gusano sobre una roca piroclástica que después pude identificar como una toba cristalina. Por la zona donde ascendemos no vemos basaltos, rocas que se distinguen sobre la falda sur del volcán.

La erosión de éste ha deformado el cráter. La base del Otzelotzi tiene poco más de 2 km de diámetro y hacia el sureste presenta una elevación, vestigio de un cono adventicio. La zona más alta está ligeramente orientada hacia el norte de la vegetación de esa ladera, casi al llegar a la cima, está integrada por matorrales de montaña, lo mismo que gran parte de la ladera oriente, desde la cual se observan la Lagunilla y varias poblaciones lejanas. De la cima hacia el sur hay un ligero declive que brinda protección a un tupido bosque de coníferas.

La mejor vista panorámica se observa desde la parte norte: en un primer plano se aprecia la laguna Grande, y al fondo, los volcanes Citlaltépetl y Atlitzin. Por la vegetación no es posible, desde la cima, distinguir hacia el sur, pero reconforta saber que los árboles continúen erguidos, soberbios y frondosos. Además esta vegetación brinda albergue a una buena cantidad de criaturas, como el diminuto camaleón que encontramos casi en la cima y que posó para nuestras cámaras.

Satisfecha, por fin, nuestra hambre de paisaje, emprendemos el retorno ladera abajo. Dejamos para otra ocasión el paseo en lancha por la laguna Grande y nos conformamos con un platillo de pescado blanco y un par de cervezas.

SI USTED VA A LAS LAGUNAS DE SAN BERNARDINO

Si usted va de Orizaba a Tehuacán, vía Cumbres de Acultzingo, necesita pasar el crucero de Azumbilla. Varios kilómetros después, del lado izquierdo, está la desviación hacia Nicolás Bravo. Entre este pueblo y Santa María del Monte se encuentra el Otzelotzi. Toda la carretera está pavimentada y sólo hay un trecho corto de terracería en la entrada a San Bernardino. La zona no cuenta con hoteles ni gasolineras. Tehuacán, Puebla, es la ciudad más cercana y se localiza una hora de distancia por automóvil.

Fuente: México desconocido No. 233 / julio 1996

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