Historia del las murallas de Campeche
Te contamos la historia de las murallas de la ciudad de Campeche...
El estado de Campeche está enclavado en la parte suroeste de la Península de Yucatán, limitando al norte y noroeste con el estado de Yucatán, al este con el estado de Quintana Roo y con Belice, al sur con la república de Guatemala y el estado de Tabasco y al oeste con Tabasco y el Golfo de México.
Las primeras incursiones españolas tuvieron lugar en el año 1517. Hacia 1531, al primer asentamiento se le denominó Salamanca y en 1540 se le cambió el nombre por el de Villa de San Francisco de Campeche, que en el año de 1777 recibió la categoría de Ciudad.
CAMPECHE DURANTE LA COLONIA
Durante la época colonial, Campeche tuvo la categoría de puerto de escala en el tráfico comercial marítimo debido a su situación geográfica entre el Mar de las Antillas y el Golfo de México; el intenso comercio con Veracruz hizo que su economía fuera muy próspera, por lo que hubo la necesidad de crear astilleros para la fabricación de barcos.
En la época de la Colonia, Campeche producía el Palo de Campeche o Palo de Tinte que llegó a tener gran demanda en Europa. Los fabricantes de textiles estaban dispuestos a comprarlo a precios de oro por la belleza de su color encarnado. Esta fue una de las razones por las que los piratas o filibusteros hicieron su aparición en la bahía de Campeche. Con este motivo, el comercio y la vida, no sólo de Campeche, sino de los demás principales puertos del Golfo, quedaron bajo la amenaza constante de estos vándalos del mar.
El campechano no se atemorizó ante esa terrible amenaza, así se construyeron naves y se capacitaron marinos para implementar la más vigorosa defensa. Debido a que el peligro era cada vez mayor, los campechanos obligaron al gobierno español a incrementar la defensa de sus puertos.
Durante los siglos XVI y XVII se inició la fortificación de San Francisco de Campeche, la primera defensa permanente que tuvo fue sin duda la torrecilla, que más adelante se convertiría en el fuerte de San Benito y que se encontraba por el rumbo del barrio de San Román. En 1597, desde allí defendió el capitán Antonio de Alcalá el ataque del pirata William Park.
Desde los comienzos del siglo XVII Farías Salazar dijo haber visto tres fortificaciones nuevas: «de cal, carito y azotea, situadas al poniente, en la parte donde está el pueblo de San Román, la llamada fuerza de San Benito a orillas del mar, compuestas de dos terraplenes principales, de los cuales el de abajo tenía 16 troneras para artillería; más al sudeste la llamada La Eminencia o la fuerza llamada de Santa Cruz, provista de 15 troneras por lienzo, una garita grande terraplenada, un cuerpo inferior para pólvora y municiones, puerta principal con su llave fuerte y un algibe con agua; y por último la llamada fuerza vieja y el baluarte de San Bartolomé. La primera, llamada también de San Francisco y principal, era de cal y canto y está situada a la orilla del mar; finalmente el Baluarte de San Bartolomé, de fajina, es decir haz de ramas delgadas muy apretadas de que se sirven los ingenieros militares para revestir, también tenía troneras y ubicado al poniente de la plaza hacía la parte donde estaba sitiado el Convento de San Francisco».
En 1661, asegura el historiador Pérez Martínez, se presentó en el puerto de Campeche una flotilla de filibusteros comandados por Henry Morgan, el cual rapiñó dos fragatas mercantes españolas y se retiró sin darles pelea, puesto que no había armada capaz de darle caza. En febrero de 1663, el corsario holandés Mansvelt o Mansfelt atacó la Villa, saqueando casas y desmantelando las fortificaciones existentes.
Ante esta situación, el gobernador Esquivel propuso la reconstrucción del fuerte de San Benito y planteó demoler el bonete y la iglesia vieja restituyéndolo por fuerzas y castillos, Esquivel pensó en unir todos sus fuertes con un lienzo y que sus esquinas fueran en forma de punta de diamante para apostar la artillería, es decir recintarla en cuadro, pero solamente fue una hipótesis.
En 1678 volvió el enemigo a irrumpir en la pacífica ciudad de San Francisco de Campeche, este acto provocó que el gobernador de la provincia, don Antonio de Layseca y Alvarado viniera al puerto para conocer de cerca la situación que prevalecía en ella, de inmediato fueron reparados los daños causados por el ataque pirata.
En 1680 Layseca propuso al rey de España la circunvalación total de la villa con una muralla. Para la realización de dicha obra contaba con el ingeniero militar don Martín de la Torre; la propuesta fue aprobada por la Junta de Guerra de Consejo de Indias; sin embargo, las obras se llevaron a cabo con gran lentitud, quizá por la muerte del ingeniero de la Torre.
No obstante las medidas tomadas, la ciudad de Campeche volvió a sufrir los horrores del saqueo en el año de 1685, a cargo del pirata Laurent Graff, mejor conocido como Lorencillo, sembrando miseria y desolación en el puerto. Y en 1688 se le informó al monarca que la población de la villa había quedado reducida a una tercera parte de la existente en 1685.
Hacia 1688, Juan José de la Bárcena fue nombrado para hacerse cargo de la defensa militar de la provincia, especialmente del puerto de Campeche. Llegó a la villa con una compañía de caballería y 300 hombres armados, dicha compañía fue dividida en una patrulla para sotavento o San Román y otra para barlovento de San Francisco.
En general, de la Bárcena activó la construcción de las murallas, concluyó el baluarte de Santa Rosa, alcanzó frente al barrio de San Román, al cual dotó de 30 piezas de artillería, por esta fecha la muralla tenía seis cortinas o lienzos del total de su circunvalación. Había otros cinco baluartes en construcción. Estas obras estaban dirigidas por Jaime Frank, aunque al parecer los proyectos eran del sargento mayor Pedro Osorio de Cervantes.
Para el siglo XVIII, Campeche contaba con ocho baluartes en los cuales estaban montados 91 cañones con sus respectivos lienzos, ellos son: San Carlos, La Soledad y Santiago ubicados frente al mar (donde quedaba también el muelle), San Juan, San Francisco y San Pedro en la parte de la tierra; San José y puerta de San Francisco, así como Santa Rosa y la puerta de San Román. La muralla carecía de camino de ronda, parapetos y no había garitas en los baluartes. En 1704 se terminó el baluarte de Santiago quedando así cerrado el hexágono amurallado de la Villa.
Al llegar Antonio Figueroa al gobierno de Yucatán proyectó y realizó la abertura de la puerta de Tierra, aun teniendo tres puertas más, la del muelle, la de San Román y San Francisco, estas dos últimas serían reemplazadas por una puerta compuesta por un rebellín, un foso y un puente levadizo.
En los comienzos de abril de 1732, Figueroa comunicó al rey que se había llevado a cabo las reformas en orden a los accesos de la plaza. La puerta de Tierra había sido abierta, dotándola con dos alojamientos de bóveda, con sus parapetos y cañoneros, donde quedaban montados seis cañones, además se le había hecho un rebellín y un foso que llegaba hasta los baluartes de San Juan y San Francisco.
Siendo gobernador don Melchor de Navarrete, el Cabildo de Campeche solicitó la autorización para construir fuera de la plaza un almacén de pólvora, pues esta se solía incendiar con las tormentas y tempestades de verano. En 1758 ya estaba terminado.
A finales del siglo XVIII se construyeron seis fuertes en el exterior de la plaza, tres al poniente del puerto y tres al oriente, aumentando así el radio de acción para la protección de la ciudad de San Francisco de Campeche.
Hacia 1781, el ingeniero Juan José de León realizó un proyecto para la construcción de la batería provisional de San Miguel, lo mismo que otro para la batería de San Roberto, hacia sotavento de Campeche.
Para 1792 ya se había construido: «el fuerte o Batería de San Matías, situado en la costa de Barlovento, el de San Lucas, cercano al barrio de San Francisco y a orillas del mar, el fuerte de San José, el de San Miguel, construido en la cumbre del cerro de Buenavista, a sotavento de la plaza de Campeche, con la dominación a la Batería de San Luis situado a la orilla del mar y falda de dicho cerro; la batería provisional de San Roberto, Batería de San Carlos y Batería de San Fernando.»
Cabe mencionar que del fuerte o baluarte de San Fernando sólo se conservan algunos rastros, ya que en su lugar se construyó el cementerio General, iniciado en 1779 y puesto en servicio en 1821.
Las baterías de San Carlos y San Roberto hoy no existen.
LA OCUPACIÓN FRANCESA DE CAMPECHE
A mediados del siglo XIX, para ser más precisos en 1864, los franceses que ocuparon la ciudad de Campeche desartillaron los castillos y se llevaron toda la artillería de bronce.
La última vez que fueron utilizadas las fortificaciones fue en 1867 cuando cayó el imperio de Maximiliano, después quedaron en el abandono con el consiguiente derrumbe de estas defensas militares.
El derrumbe de las murallas principió en junio de 1893 a cargo del Ministro de Guerra, coronel Fernando Laphan, abriendo un boquete frente al cuartel federal para darle vista al mar. Más adelante demolió todo el lienzo, desde el fuerte de San Carlos al de la Soledad, desapareciendo la puerta del muelle y la oficina de la capitanía del puerto.
En 1894 se amplió la salida del centro al barrio de Guadalupe, poniéndole el nombre Paseo Porfirio Díaz y para ello se abrió un boquete en la prolongación de las calles de Iturbide, Independencia y Zaragoza, hoy calles 53, 55 y 63.
Debido a que el Ayuntamiento de Campeche dio la concesión a la empresa Nuevo Tranvía Urbano de Campeche, se demolió parte del baluarte de San Francisco para dar paso a su línea del barrio de Santa Ana, y finalmente, se autorizó al señor Salvador Dandé la demolición del baluarte de San José y de lienzos enteros de murallas.
El baluarte de Santiago fue demolido para darle cabida a los Servicios Coordinados de Salud Pública, posteriormente este edificio se derribó y en 1955, durante el gobierno del doctor Alberto Trueba Urbina, se construyó el baluarte, pero quedó inconclusa la obra, años después se instaló el jardín botánico y para 1957 también fue reconstruida la Puerta de Mar.
En la actualidad, los baluartes y los restos de las murallas que aún se mantienen en pie, se han convertido en monumentos históricos, museos, jardines y otros que constituyen atractivos culturales y artísticos de esta ciudad.
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