Las peregrinaciones. Recorridos de Fe
El profundo sentimiento de devoción impulsaba a los fieles a realizar largos y fatigosos peregrinares hacia los santuarios más famosos. A través de todas las religiones, el hombre ha caminado hacia sus sitios sagrados. Es la búsqueda y el encuentro de la criatura con su fuente de poder, con el lugar donde encontrará su centro, con el locutorio adecuado a la comunicación trascendente. Podríamos decir que lo que le da carácter al santuario es el culto, y un indicador son las procesiones.
Las peregrinaciones las encontramos tanto como recurrencia a los centros ceremoniales prehispánicos como en la más profunda tradición espaciosa y cristiana. La mayor parte de los grandes lugares de culto católico suplantaron a los antiguos santuarios y nuestro santoral encuentra un gran paralelismo con las funciones protectoras o impetratorias de las antiguas deidades.
Así, los templos marianos sustituyen a los de Tonantzin, Cristo y los santos a Tezcatlipoca, Tláloc, etc., toda la historia de nuestras culturas prehispánicas no puede interpretarse sin la inmersión absoluta en su sentido teogónico. Todo el arte y la creación indígena es un sublime canto espiritual.
El hombre europeo ventiló su rostro con nuevos climas cuando en el ideal de la Cruzada se enfrentó a culturas y a nuevas realidades. Las Cruzadas fueron choques, pero incógnitas despejadas en las dudas de los pueblos, fueron abrazo hacia lo nuevo y amalgamas de comercio que perfilaron frescos derroteros al espíritu.
Los caminos de toda la cristiandad hacia Roma originaron las romerías que concentraban al creyente ante la cátedra de Pedro. Durante la Edad Media, en la búsqueda escolástica de las huellas de los apóstoles o de las reliquias sagradas, se fueron abriendo los itinerarios a las peregrinaciones desde el piadoso v altruista romero hasta el que se cumplía contrito con la penitencia de visitar cubierto de sayal y grillos, los sitios señalados para la contrición. El camino de Santiago Apóstol, bendecido por la Virgen del Pilar, es la Vía Apia de la espiritualidad andariega española y europea. El peregrino se lanza a los caminos de la caridad sin más equipaje que el sayal, el báculo y la confianza en el Dios que no deja morir de hambre a las aves del campo.
Los peregrinos medievales fueron generadores de turismo y de comercio a la vez que actores determinantes en el encuadre de las ciencias humanas. En el México del siglo XVI el celo medieval fue mediatizado por la reflexión renacentista y el mensaje florido a los dioses o gestores naturales, fue callado a la puerta delcuicallio casa del canto.
El sincretismo se dio en las formas encauzado inquisitorialmente al reducto del atrio. Sólo con el tiempo las imágenes sagradas lograron su fama taumaturga y el pueblo desesperado y fidente volcó su confianza en la intercesión milagrosa. Los polos del poder divino se dieron a conocer por los milagros, y empezó el compromiso del agraciado llevando su exvoto o constancia del favor recibido. La acumulación de éstos incrementaba el fervor y recurrencia al santuario.
Sin embargo, el paso del peregrino no despertó en México la incorporación solidaria de la población transitada. Al no tener en nuestro país la peregrinación el grave aspecto penitencial, no obstante los excesos masoquistas de algunos, hizo que se incorporen a ella mentes aventureras, cuando no encubiertos malhechores que al descuido del piadoso peregrino realizaban hurtos y atropellos. Por lo demás, al faltar el ánimo protector de la población en tránsito tuvo el novel peregrino que autofinanciar su peregrinar.
Los conventos, habitados por dos, tres o pocos frailes nunca tuvieron en México la posibilidad de ayudar a peregrinos y cuando bien les iba, sólo se les brindaba la acogida del ventorrillo o construcción atrial para dar techo a la feligresa en las fiestas patronales.
Uno de los aspectos más ricos de la recurrencia está en la expresión del folklore mediante las danzas y la prestancia del vestido en sus mejores manifestaciones étnicas. Sin duda, el talento transformador del misionero, más que la falta de percepción, como se ha dicho, aprovecha el impulso artístico Y el emotivo del catecúmeno para revitalizarlo . en el nuevo culto. La adoración al sol como principio de la creación reverenciando los cuatro puntos cardinales para invocar al astro vector en favor de la fecundidad de la tierra, es el bello rito de la danza del volador que se sigue practicando, cristianizado, en infinitos sitios.
El anacronismo con toda mezcla de culturas lo vemos en las danzas de los Santiagos, los Doce Pares de Francia, Moros y Cristianos, Toreadores, Negritos, etc. En los diálogos igual puede faltar una página del texto que interponer una ajena. Quizá el contenido no sea lo más representativo, pero si el vigor y la pasión por el papel desempeñado
Las velas y veladoras juegan un papel importante en el cumplimiento de «la manda» y tienen un doble origen que quizá la rutina ha transformado. La luz es el símbolo de Dios —como lo dice el evangelio de San Juan— y la llama que se ha encendido en nuestros corazones arde en la fe y la esperanza ante el altar de Dios, es decir: «Aquí estoy, te agradezco, te amo», es el producto de la tierra que el hombre ha transformado y ofrece al creador en sustitución de los antiguos sacrificios.
Hogar significa sitio de la hoguera porque en las primeras culturas la familia se reunía en torno a ella que daba luz y calor. Debajo de ésta se enterraba a los muertos y el fuego perenne extrañaba el amor a la familia, de sus tradiciones y de su Dios.
La generosidad, el estatus o el tamaño del favor recibido se traduce con frecuencia en la copiosidad de las velas, de preferencia de cera, ya que la parafina no involucra la industriocidad de la abeja ni su origen florido. Para nuestros pueblos aborígenes, la flor es el origen de lo bello y lo sublime. Para el pueblo judío, fundador del cristianismo, la ofrenda se hace con lo mejor de los productos de la tierra.