Los buzones rojos del Servicio Postal Mexicano: un recuerdo del ayer

Todavía hasta hace unos años, los clásicos buzones rojos del Servicio Postal Mexicano daban servicio. Sin embargo, ahora permanecen como un testimonio de una época de nuestra historia que ha acabado.
Hasta hace dos años, los buzones rojos del Servicio Postal Mexicano seguían, en teoría, ofreciendo servicio. Sin embargo ya era visible su deterioro y poco mantenimiento. La causa de ello: la gente ya no escribía ni recibía cartas. Fue por esto que se decidió prescindir de ellos. Con esta decisión, una era entera acabó en nuestro país. Ahora los pocos que sobreviven permanecen como los vestigios de la historia y de nuestra propia memoria. Es inevitable no sentir nostalgia.

Servicio Postal Mexicano: una historia de siglos
Si hay una institución que ha atravesado casi toda nuestra historia nacional, esa es el Servicio Postal Mexicano (SEPOMEX). Conocido también como Correos de México, este es el servicio postal más antiguo de México. Gracias a un decreto del rey Felipe II de España, el virrey Martín Enríquez de Almansa lo fundó el 27 de agosto de 1580.
Tras la Independencia, el servicio postal de México continúo bajo la administración del Estado de la joven nación, situación que se refrendó con la Constitución de 1857. Un año antes se había adoptado el sistema de franqueo y uso de estampillas, siendo la primera de ellas en nuestro país un retrato de Miguel Hidalgo.
Después del Porfiriato y la Revolución Mexicana, la institución se siguió renovando y mejorando sus estándares. Ya para el año 1986, el organismo adquirió autonomía y se modernizó. De esta manera consiguió la denominación de Servicio Postal Mexicano. Finalmente, en el año 2008 fue renombrada con su título de antaño, Correos de México.

Los buzones rojos de SEPOMEX
A lo largo de su dilatada historia, Correos de México ha tenido una enorme cantidad de modelos de buzones. Desde hojalata hasta plásticos y polímeros sintéticos, todos ellos sirvieron en su propósito de comunicar a las personas a través de las cartas.
Sin embargo, buena parte de nosotros crecimos con los enormes buzones rojos del Servicio Postal Mexicano. Fueron mejor conocidos como «Buzones Expresso Rojo» e iniciaron sus labores en el país a partir de los años noventa. Su instalación nació gracias a un contrato que fue firmado en 1992. La empresa con la que se celebró el convenio fue Stoc S.A. de C.V., la cual se encargó de colocarlos y darles mantenimiento tanto en la Ciudad de México como en otras urbes de la República.
Estos icónicos buzones fueron diseñados para ofrecer un servicio inmediato y cómodo. Eran fáciles de ubicar y solían estar colocados junto a espacios publicitarios. Su número fue elevado ya que abarcaban varios códigos postales, facilitando con ello el movimiento de los usuarios para depositar sus respectivas cartas. Muchos los recordamos precisamente porque en la escuela primaria nos dejaron de tarea enviar alguna epístola o también cuando solicitamos nuestra credencial de reportero del programa infantil Bizbirije, del Canal Once.

El final de los buzones rojos
Sin embargo, los tiempos han sido vertiginosos. Con el increíble desarrollo del internet y los correos electrónicos, estas plataformas pronto sustituyeron a las cartas escritas manualmente. Desde un ordenador y sin salir de casa ya fue posible enviar misivas no solo a otros puntos del país, sino del mundo entero.
Fue así que a lo largo de las casi dos décadas y media del siglo XXI que hemos vivido, la gente fue dejando de emplear el correo tradicional. Con ello, poco a poco los buzones rojos de SEPOMEX empezaron a dejar de ser usados. Se volvió tan acuciante el fenómeno que, para el año 2017, la empresa Stoc dejó de darles mantenimiento. En el 2022 ya no había presupuesto asignado para este mobiliario por parte de Correos de México.
Es así que, finalmente, en el año 2023 se decidió prescindir definitivamente de estos buzones. Para aquél momento, se tenía un registro de 55 buzones en la Ciudad de México. Sin embargo, todos ellos estaban en pésimas condiciones, maltratados y fuera de cualquier posibilidad de funcionamiento. Con esto, concluyó en nuestro país una era entera de las comunicaciones y de la cultura, dando paso a nuevas dinámicas en la escritura postular y como nos conectamos con los otros.
