La magia de la tierra maya (Parte II) - México Desconocido
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La magia de la tierra maya (Parte II)

Quintana Roo
La magia de la tierra maya (Parte II) fifu

Conoce la magia del algodón en Tihosuco y la dura vida de los llamados chicleros.

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Difuntos y la magia del algodón en Tihosuco

Norma Linda Uh Uicab nos abrió una puerta totalmente desconocida. Primero, la ayudamos a formar una pequeña madeja de algodón recién cosechado.

El huso y la jícara fueron haciendo lo suyo con la maestría de Norma Linda. Girando, aparecía el hilo blanco bajo sus dedos. Las cosas ocultas salieron a la luz cuando le preguntamos para qué usaban aquel delicado producto de la naturaleza.

Se utiliza para hacer la mecha de velas, y para el cordón de las personas que fallecen si son casados. Se les pone en el ataúd junto con el rosario y una cruz. El efímero algodón es la señal de que el alma de la persona casada se irá derechito al cielo”.

David Paniagua

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Nunca entendimos por qué solo si eran casados, pero sí nos explicaron que a los que no vivieron en matrimonio y mueren, se les hace una corona con papel de china de colores (¿tal vez porque tienen alma de niños?).

Estas interrogantes misteriosas son las que nos sacan sonrisas eternas y nunca deseamos sacarlas de la maleta.

Sacrificio y protección en selva adentro, Muyil

Se han escrito cientos de historias y filmado películas de la durísima vida que en el monte vivieron los llamados chicleros: alejados de sus familias, de la civilización, de víveres, de las más básicas comodidades, enfrentándose a enfermedades y picaduras de animales, pero valía la pena, ya que con lo que ganaban una temporada su familia podía sobrevivir algunos meses (en 1929 cuando Quintana Roo alcanzó una producción de dos millones 390,926 kilos).

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Lo que antes tenía valor monetario, ahora no lo tiene; la industria decayó casi por completo, pero quedan las leyendas y la magia que el árbol derrama. Ver correr la salvia del chicozapote (Manilkara zapota), el ya’ (en maya) es entrar en conexión directa e íntima con la naturaleza.

Después de que Valentín Coh quitó la corteza, le hizo los surcos que parecían sus heridas y blanca su sangre; nada más parecido a un sacrificio maya.

David Paniagua

Escuchar las historias de Valentín, de sus abuelos, de su padre fue el regalo de aquella tarde lluviosa en la selva, cerca de Muyil; y platicamos que el rojo intenso del chicozapote recordaba a Chac-Uinicob, la leyenda de los hombres rojos, aquellos del pasado que un día regresarán para cumplir una misión ancestral: proteger a sus hermanos mayas en su lucha contra los que buscan oprimirlos.

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autor Viajera con un amor infinito por México. Lo lleva, literalmente, tatuado en la piel.
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