Misión de Nuestra Señora de Loreto en Baja California Sur
Ésta fue la primera misión fundada en la península de Baja Calofornia. Hoy en día conserva su fachada y es posible visitarla...
La misión de Nuestra Señora de Loerto se fundó el 25 de octubre de 1697.
Ese día se tomó posesión en la Península en nombre de su majestad y se celebró la primera misa por el venerable padre Juan María de Salvatierra, de la Compañía de Jesús. Está fundada a la orilla de la playa de la bahía llamada de San Dionisio, en la altura de 25º grados; hacia el oriente tiene la isla del Carmen y al sur-sureste otra llamada Los Danzantes, que forman dos bocas: la una entre las dos islas, que llaman la Boca Chica, y entre la isla de Los Danzantes y la tierra firme tiene otra boca, y en ella está la entrada para el Puerto Escondido, en que tienen las embarcaciones su resguardo de todos los vientos, del que carecen en la bahía dicha de San Dionisio, en donde se ven también precisados de poderse arrimar a tierra por el poco fondo, pues aun las lanchas de aquella dan fondo afuera. Dista el Puerto Escondido de la misión como siete leguas, y parte de malísimo camino. Al rumbo del nordeste tiene otra isla llamada El Coronado, que entre ella y El Carmen forman una boca que llaman La Grande; y entre El Coronado y la punta de tierra firme hay otra boca chica, pero pueden entrar por ella, aunque sean barcos grandes.
El año de 1698 dotó esta misión don Juan Caballero en 10,000 pesos, como dije de la antecedente. Corrió a cargo de los padres de la Compañía desde su fundación hasta principios de febrero de 1768, que fue su salida de la Península. En cuyo tiempo, como consta de los libros, se halla que bautizaron 1.646 entre párvulos y adultos, indios y españoles; y que enterraron 1,329; y que se celebraron 292 matrimonios, entre españoles e indios.
Entró a cargo de este colegio el día 1 de abril de dicho año de 1768, siendo sus primeros misioneros el reverendo padre presidente fray Junípero Serra y su compañero Fr. Fernando Parrón, aunque sólo corrieron .con lo espiritual hasta que salieron para la expedición de Monterrey, en que entró a administrarla el bachiller don Pedro Fernández, capellán de la expedición de Guaymas, quien estuvo hasta primero de mayo de 1769, que volvió a cargo del Colegio, y entré a administrarla por orden del señor visitador en lo espiritual y temporal. Desde la salida de los padres jesuitas hasta últimos de diciembre de 1771 se han bautizado setenta y seis párvulos de españoles e indios, han muerto ciento treinta y uno, y se han casado veinte.
Al lado de la misión, hacia la playa, está el real presidio, y sólo lo divide de la misión la iglesia y colegio, que es de cal y canto, con sus azoteas. Está el real a la presente sólo poblado de mujeres y de las familias de los soldados, por hallarse los más de éstos en San Diego y Monterrey y en las fronteras. Enfrente del real está el barrio de los marineros del rey, que también de ordinario no hay más que mujeres, por estar sus maridos en los barcos. Está la misión situada en un hermoso llano bastante extendido, que por falta de aguas, así de manantial como de lluvias, no se puede sembrar lo más mínimo, que para el gasto se proveen del agua de pozos, que es algo salobre.
En la visita que hizo el señor visitador, hallando la misión tan despoblada de indios, que sólo se contaron diez y nueve familias de casados, mandó se aumentase el número hasta completar cien familias, trayendo veinte y cinco de San Xavier, y las demás de las otras misiones del norte. Puse en ejecución (en parte) dicho decreto, trayendo luego las veinte y cinco de San Xavier, y suspendí el traer las demás, porque no hay con qué mantenerlas; sobre cuyo punto y demás que ha ocurrido en esta misión, me remito a lo que tengo informado al venerable discretorio por el padre Basterra, y ahora nuevamente por el padre Ramos.
Compónese la misión de cuarenta familias con ciento sesenta personas. Tiene un rancho de ganado mayor, todo alzado, que no se sabe del número y nada tiene de manso. Tiene treinta y dos yeguas, cuatro caballos garañones y doce crías, catorce mulas mansas y tres medio quebrantadas, y treinta y cuatro caballos de vaquear; ganado menor ninguno. No tiene más esquilmo, para que se mantengan y vistan los indios, que las reses que se consiguen matar en el rancho. Dista ésta de la de San Xavier ocho leguas, las cinco al poniente y las tres hacia el sur; y de la de San José Comondú diez y ocho, las cinco al poniente y las demás al noroeste, la mayor parte de cuestas muy ásperas. De la misión de Santa Rosalía de Mulegé dista cuarenta leguas caminando al norte, arrimado a la costa del Golfo, y en este intermedio está el ganado de la misión, que confina con el de Mulegé.
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