Misiones en la Pimería Alta (Sonora)
Si algo caracteriza a la historia de la Pimería Alta son los vaivenes antagónicos de esfuerzos constructivos y calamidades, de los que en cierta forma su arquitectura religiosa es testimonio.
El punto de referencia fundamental de esta historia es el padre Kino. El legado franciscano es, pues, amplio y vistoso. Lo que queda de los jesuitas es escaso, y lo del padre Kino en particular, aún más raro. Sin embargo, hay un equívoco en el término misión. En realidad, la misión es el trabajo en pos del ideal evangélico: un proyecto de civilización. Y en tal sentido, la herencia de Eusebio Francisco Kino es mucho mayor de lo que aquí describimos.
La iglesia del pueblo de Tubutama, al norte de Sonora, con su pintoresca apariencia un tanto barroca, parece esconder en sus muros la intensa historia de las misiones de la Pimería Alta.
El primer templo de Tubutama fue quizá una simple enramada construida por el padre Eusebio Francisco Kino durante su visita inicial en 1689. Luego vinieron construcciones más sofisticadas que sucumbieron a algún evento dramático: una rebelión de los pimas, un ataque de los apaches, la escasez de misioneros, el inhóspito desierto… Finalmente, la edificación actual se hizo entre 1770 y 1783, la cual ha perdurado por más de dos siglos.
LOS RESTOS JESUITAS
Kino exploró, entre otras regiones, casi toda la Pimería Alta: área comparable en extensión a Austria y Suiza juntas, que comprende el norte de Sonora y el sur de Arizona. Sin embargo, lo que trabajó con ahínco como misionero fue un territorio más o menos de la mitad de tamaño, cuyos extremos aproximados son Tucson, al norte; el río Magdalena y sus tributarios, al sur y al este; y Sonoyta, al oeste. En dicho territorio fundó dos docenas de misiones, ¿qué queda de esas construcciones? Según muchos investigadores, sólo fragmentos de paredes en lo que fue la misión de Nuestra Señora del Pilar y Santiago de Cocóspera.
Cocóspera no es más que una iglesia abandonada por más de 150 años. Se encuentra a la mitad del camino –y al lado de la carretera– entre Ímuris y Cananea, es decir, en la frontera oriental de la Pimería Alta. El visitante sólo verá la estructura del templo ya sin techo y con unos cuantos adornos. Lo interesante del lugar, no obstante, es que son dos construcciones en una. La parte de más adentro de los muros, que en general es adobe, corresponde, dicen, al templo dedicado por Kino en 1704. Los contrafuertes y los decorados de mampostería de afuera, incluida la portada que hoy está apoyada en un andamio, es de la reconstrucción franciscana hecha entre 1784 y 1801.
En los llanos del Bízani, un sitio a 20 km al suroeste de Caborca, también quedan algunos trozos de lo que fue el templo de la misión de Santa María del Pópulo de Bízani, edificado a mediados del siglo XVIII. Algo más alentador es el espectáculo en Oquitoa, sede de la antigua misión de San Antonio Paduano de Oquitoa. En este poblado, a 30 km al suroeste de Átil, la iglesia está muy bien conservada y aún en uso. Aunque se sabe que fue “hermoseada” en la última década del siglo XVIII, puede considerarse más jesuita que franciscana. El edificio, erigido quizá hacia 1730, es una “caja de zapatos”, el modelo típico seguido por los jesuitas en las etapas incipientes de las misiones del noroeste de México: paredes rectas, techo plano de vigas y ramas recubiertas de diversos materiales (desde estiércol hasta ladrillos), y aunque se ve que los franciscanos estilizaron un poco las líneas sobrias de la portada, no llegaron a construir un campanario: hoy los fieles siguen llamando a misa gracias a una espadaña tan primitiva como encantadora que está arriba de la fachada.
ESPLENDOR FRANCISCANO
El ejemplar opuesto al templo de Oquitoa es la iglesia de San Ignacio (antiguamente San Ignacio Cabórica), poblado 10 km al noreste de Magdalena. También es un edificio jesuita (tal vez hecho por el famoso padre Agustín de Campos en el primer tercio del siglo XVIII) que más tarde, entre 1772 y 1780, fue modificado por los franciscanos; pero aquí lo franciscano predomina sobre lo jesuita. Ya tiene intentos de capillas laterales, cuenta con una firme torre de campanario y su techo es abovedado; ya no es, en definitiva, una iglesia de neófitos, ni la de una misión recién fundada.
En el pueblo de Pitiquito, 13 km al este de Caborca, el templo es obra franciscana realizada entre 1776 y 1781. En su interior hay una serie de frescos un poco posteriores, con figuras y símbolos de Nuestra Señora, los cuatro evangelistas, algunos ángeles, Satanás y la Muerte.
Los templos de San José de Tumacácori, en Arizona (a unos 40 km al norte de Nogales), y de Santa María Magdalena, en Magdalena de Kino, Sonora, fueron levantados por los franciscanos y concluidos después de la Independencia.
Las edificaciones más hermosas que se pueden hallar en la Pimería Alta son dos iglesias franciscanas fuera de serie: San Javier del Bac, en las afueras del actual Tucsón (Arizona), y la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca (Sonora). La construcción de ambas corrió a cargo del mismo maestro albañil, Ignacio Gaona, quien las hizo prácticamente gemelas. No son muy impresionantes por su tamaño, se parecen a cualquier otra iglesia de fines del virreinato de una ciudad mediana del centro de México, pero si se piensa que fueron levantadas en dos pueblos minúsculos de los confines de la Nueva España (San Javier entre 1781 y 1797, y Caborca entre 1803 y 1809), se miran descomunales. San Javier es algo más esbelta que la Purísima Concepción, y tiene una serie de retablos churriguerescos de argamasa sorprendentemente bellos. La iglesia de Caborca, en cambio, rebasa a su hermana por la mayor simetría de su exterior.
SI VAS A LA PIMERÍA ALTA
Un primer grupo de poblados con antiguas misiones se encuentra hacia el noroeste del estado de Sonora. De Hermosillo tome la autopista núm. 15 hasta Santa Ana, 176 km al norte. Pitiquito y Caborca se encuentran sobre la carretera federal núm. 2, a 94 y 107 km al oeste, respectivamente. Desde Altar –21 km al oriente de Pitiquito– tome la desviación pavimentada rumbo a Sáric, en cuyos primeros 50 km encontrará los pueblos de Oquitoa, Átil y Tubutama.
El segundo grupo de poblados se encuentra al oriente del anterior. Su primer punto de interés es Magdalena de Kino, a 17 km de Santa Ana sobre la autopista núm. 15. San Ignacio está a 10 km al norte de Magdalena, por la carretera libre. Para llegar a Cocóspera hay que seguir hasta Ímuris y ahí tomar la carretera federal núm. 2 que lleva a Cananea; las ruinas de la misión están a unos 40 km adelante, del lado izquierdo.
En Arizona, el Monumento Nacional de Tumacácori y el poblado de San Javier del Bac están a 47 y a 120 km al norte del cruce fronterizo de Nogales. Ambos puntos están prácticamente a un costado de la autopista interestatal núm. 19 que une a Nogales con Tucsón, y cuentan con una clara señalización.
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