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Para combatir el frío y hacer frente a las montañas, los habitantes de San Juan Chamula, Chiapas, se visten de lana. Con ella confeccionan chalecos y faldas, también los muñecos que reproducen su arrebujado atuendo. A continuación, te contamos un poco más sobre los muñecos chamulas, una artesanía emblemática del Pueblo Mágico de San Cristóbal de las Casas.
Fueron los españoles quienes trajeron ovejas a un mundo, el nuevo, donde no se conocían. Dejaron algunas en Los Altos de Chiapas, y su presencia incidió en la vida de los tzotziles de la zona. Hoy las mujeres todavía pastorean cabras parecidas a las de siglos atrás.
Gracias al ganado caprino comenzó el trabajo de la lana en San Juan Chamula. El poblado incorporó esa fibra a su producción textil, y con ella no solo se encontró una forma de ahuyentar el frío tremendo, también apareció la confección de prendas para uso ceremonial.
La ropa que los tzotziles portan, sea utilizada de manera ordinaria o en días de fiesta, se hace a mano, en telar de cintura, con algodón y lana. Al urdir esta última surgen los abrigos y chalecos que cubren a los hombres y las pesadas faldas que arropan a las mujeres.
Con lana también se elaboran las artesanías que las mujeres tzotziles venden. Gatos y monos diminutos, gallos, leones o elefantes adornan los puestos del mercado. En ellos se apilan además rebozos, cobijas y alguno que otro muñeco de madera tallada vestido como lo hacen los chamulas.
Estos muñecos pertenecen a María Patishtan Licanchiton, la infatigable tzotzil detrás de la Cooperativa de Mujeres Tejedoras del Rosario. El grupo de manos, por ella fundado, teje y borda todo lo que con lana se acostumbra en San Juan Chamula.
Tejer, para las mujeres de esta comunidad chiapaneca, es una labor de todos los días: la realizan mientras atizan el fuego en la cocina o mientras preparan tortillas; se cuela en sus ratos libres, entre el cuidado que profesan a niños y animales. En medio de ese quehacer cotidiano, los dedos femeninos entrelazan la identidad de los tzotziles.
Hacer uso del telar de cintura, entretenerse con bordados y brocados son actividades propias de las mujeres en la cultura tzotzil. Son ellas quienes se encargan de vestir a sus familias o de hilar los productos de lana que luego han de otorgarles sustento.
Ya aparecía en los códices prehispánicos el telar de cintura. Uno de sus extremos se sujeta a un árbol o un horcón, mientras que el otro envuelve el talle de la tejedora. Las telas resultantes de esa urdimbre poseen detalles y texturas que las máquinas no logran.
Agradecemos a la tienda y al Museo de Arte Popular por el préstamo de estas piezas de colección privada.
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