Museo de la Basílica de Guadalupe (Distrito Federal)
México posee espléndidas colecciones de arte de muy variados géneros, entre los que sobresale el arte novohispano.
De este periodo se tienen monumentales expresiones de arquitectura, escultura, pintura y otras manifestaciones plásticas, destacando el Museo Nacional del Virreinato de Tepotzotlán, que contiene uno de los tesoros coloniales más importantes de América, la Pinacoteca de San Diego, con una fabulosa colección de los siglos XVI y XVII, y el tesoro de la Catedral Metropolitana, por sus pinturas y magníficos retablos, además de piezas únicas inaccesibles. Dentro de Ias colecciones privadas que han pasado al dominio público vale Ia pena mencionar Ia del Museo de Franz Mayer, rica en muchos géneros pero especialmente en el de Ias artes aplicadas.
La mayoría de estos acervos son muy conocidos, pues incluso se han hecho estudios acerca de ellos. Pero si de tesoros artísticos se trata, debe considerarse por supuesto el deI Santuario de Ia Basílica de Guadalupe, ubicado en Ia Delegación Gustavo A. Madero en el norte de Ia ciudad de México. Las invaluables colecciones deI Tepeyac empezaron a reunirse a partir deI desarrollo y evolución deI culto a una venerada imagen pictórica que data de 1531, conocida como Ia advocación Mariana de Ia Virgen de Guadalupe. Este acervo artístico guadalupano es el más importante que se conoce, pues incluye, además deI famoso Iienzo deI Sagrado Original, un gran número de pinturas y múltiples manifestaciones artísticas (de tema religioso y civil, pero esencialmente guadalupano): escultura, técnicas mixtas, grabado, orfebrería, artes aplicadas, literatura, música y arquitectura, producto de Ias exigencias deI culto.
Las primeras copias guadalupanas tomadas deI original datan de principios deI siglo XVII, pero el fortalecimiento de Ia veneración se da a mediados deI mismo, que es cuando se inicia Ia colección aI amparo deI Patrocinio GuadaIupano. En el XVIII, con Ia consagración deI edificio de Ia antigua Basílica de Arrieta, se instala una política de adquisición por parte de sus abades, por lo que no en vano se Ilama a éste el siglo Guadalupano.
Durante el XIX, pese a Ia guerra de insurgencia y a los conflictos que siguieron, Ia producción, aunque en menor medida, continuó obedeciendo a los cambios estilísticos de Ia Ilustración. En Ias piezas deI acervo pueden observarse algunas características artísticas deI siglo, como es el caso de los elementos neoclásicos. Así mismo esta colección incluye objetos que participaron activamente en Ia historia de México, como es el caso del lienzo anónimo en cuyo envés se lee una cartela que dice «Esta Imagen presidió…» (el Congreso de 1822 cuando se proclama a Agustín de Iturbide primer emperador de México) .De ese mismo siglo proceden los exvotos que proliferarán a partir de Ia coronación pontificia de Ia imagen en 1895 y hasta 1946, año en que accede al poder el primer presidente civil.
Como hemos visto, Ias colecciones que alberga el Museo de Ia Basílica de Guadalupe son producto de tres siglos y medio.
Aunque éstas se formaron por auspicio y necesidades deI culto, el Museo tiene su antecedente en el Museo Mariano de Guadalupe fundado por Ángel Vivanco Esteves el 12 de octubre de 1895. Con el objeto de reunir algunas obras de tema guadalupano (en especial documentos y numismática), el señor Esteves ocupó un área de su casa ubicada en Ia Plaza de Juárez núm. 1, hoy desaparecida, y de acuerdo con Ia copia de un plano que nos mostró Ia historiadora Carmen Robledo (investiga dora deI Museo) estaba muy cerca de Ia actual Basílica.
Pero será hasta 1941 cuando el entonces XX Abad de Guadalupe, monseñor Feliciano Cortés y Mora, preste especial atención al tesoro artístico ahí acumulado, el cual a través de donaciones, legados y encargos se había acrecentado. Así, el 12 de octubre de 1941 es inaugurado el Museo bajo el nombre de Tesoro Artístico de Ia Basílica de Guadalupe. En el acto estuvieron presentes el arzobispo Primado de México, Luis Maria Martínez y el venerable Cabildo GuadaIupano, quedando como primer director el señor Alfonso Macué González. Empezó a funcionar con un calendario discontinuo y horario restringido, según reza un viejo aviso que se conserva: «La visita a los salones deI Tesoro Artístico de Ia Basílica, anexos a Ia sacristía, son los miércoles y viernes de 10:00 a 14:00, domingos y días festivos de 14:00 a 18:00 hrs., entrada libre.»
Monseñor Cortés y Mora deseaba que fuera un museo religioso para enseñar a través de Ias piezas, y una de sus preocupaciones fundamentales era enriquecer y cuidar el acervo existente, por lo cual creó Ia Escuela Industrial de Artes y Oficios de Ia Basílica de Guadalupe. En ella se formaron jóvenes de escasos recursos en diversos oficios: estofado, dorado, talla, etcétera, quienes junto con los profesores redoraron y facturaron marcos para los lienzos pictóricos y restauraron algunas pinturas y esculturas. En un principio el acervo estaba distribuido en cuatro salas localizadas en el lado oriente (en la planta alta), utilizando muros y pisos, lo que de daba un aspecto encantador de bazar, ya que el espectador transitaba entre pasillos abarrotados de muebles, pinturas y esculturas.
La colección deI Tesoro Artístico de Ia Basílica de Guadalupe tendrá un empuje notable cuando el XXI Abad de Guadalupe, monseñor Guillermo Shulenberg, decide ampliar, preservar y difundir el acervo acumulado. Para Ia década de los años setenta, el Abad Shulenberg llama a Jorge Guadarrama para que dirija el Museo. Lo primero que hizo como director fue conocer realmente Ias colecciones, Ias cuales se encontraban en Ias zonas de culto, en los sitios de tránsito y en los aposentos eclesiásticos. Esta situación lo obligó a levantar un inventario en donde constata Ia importancia deI tesoro artístico, que incluía no solamente piezas relacionadas con el culto guadalupano, sino valiosísimas pinacotecas virreinales de otros temas, galería de retratos, arte pictórico europeo de los siglos XVIII y XIX, marfiles, esculturas de diversas técnicas, grabados, fotografías, arte popular y artes aplicadas, como un espléndido mobiliario, tapices, vestimentas litúrgicas, bordados y una magnífica colección de orfebrería en plata.
También fundó un Taller de Conservación (ya desaparecida Ia Escuela Industrial de Artes y Oficios), donde se trabaja con las técnicas más avanzadas de México y otros países. En esta época comenzó a funcionar con eI calendario de Ia mayoría de Ios museos deI país, pero eI acceso aI Museo era incómodo para Ios visitantes, pues debían entrar por una escalera muy forzada en Ia parte de atrás. Así pasaron aIgunos años hasta Ilegar 1974, momento en que se inicia Ia construcción de Ia nueva Basílica. Entonces hubo necesidad de espacios para almacenar materiales e instalar los talleres de dibujo dei equipo a cargo deI proyecto, por lo cual decidió cerrarse el Museo.
La nueva Basílica se inaugura en 1976 y se traslada Ia Imagen Original con todo su culto. Fue una época difícil -explica el señor Guadarrama- porque el Museo se tuvo que cerrar durante cinco años: sus cinco galerías superiores quedaron cerradas al público por varios motivos, entre ellos, porque no tenía una salida directa a la calle. Había en la parte de atrás una puerta por donde se pasaba en ocasiones, pero se tenían que subir varias escaleras que quedaron bloqueadas; de igual forma las vías de acceso se convirtieron en bodegas. El Museo quedó encerrado en una especie de isla, porque todo, incluyendo alrededores, se convirtió en bodegas; no había manera de tener salida a la calle.
Durante esos años el señor Guadarrama se dedicó principalmente a la conservación y restauración de las obras, a terminar el registro, y también empezó a prestar obras para colaborar con algunas exposiciones. En 1980 inicia los preparativos para la celebración de los 450 años de las apariciones que se cumplían en 1981, y al mismo tiempo, un excelente proyecto paralelo al festejo: la exposición «La Virgen de Guadalupe en el Arte», a la que serviría de catálogo eI Álbum de los 450 años de las apariciones. Gracias a este proyecto pudo obtenerse una salida a Ia caIIe, ya que monseñor Guillermo ShuIenberg, plenamente consciente de Ia urgencia de un acceso digno, acordó que fuera utilizada Ia anterior entrada de sacerdotes, personal administrativo y público, situada en eI costado poniente del conjunto de Ia Basílica antigua. Además, con apoyo de monseñor se pIanteó aprovechar Ias circunstancias y ocupar Ia zona de Ia sacristía, junto con un magnifico espacio (entre Ia nave principal y Capuchinas) Ilamado EI Salón de los Novios (porque ahí firmaban el acta matrimonial los contrayentes) y Ia capilla adjunta.
Sin inauguración (simplemente se mandó una nota a los periódicos ), se reabre eI Museo en 1981. AI concluir Ia exposición el Museo debió cerrar tres meses, y su director se dedicó a seleccionar cuidadosamente lo que sería Ia colección expuesta permanentemente y los objetos que se guardarían en bodegas. Para ese entonces inició el «boom» por el arte guadalupano: muchas familias deseaban tener en sus hogares o trabajos una imagen de Ia Guadalupana y Ias solicitudes de préstamo empezaron a ser más constantes.Así mismo, a partir de ese año (1981) se intensifica Ia labor deI Taller de Conservación y se rescata una gran cantidad de objetos de marfil, plata, grabados, bordados, etcétera.
Actualmente el Museo tiene alrededor de 12 000 visitantes por mes, pero en ocasiones especiaIes el aforo alcanza más de 10 000 personas en un solo día. Uno de los más críticos es el 11 de diciembre, que es cuando el Museo permanece abierto hasta Ias 2:00 de Ia mañana, o los días de grandes peregrinaciones, cuyos miembros una vez descansados, continúan Ia caminata por Ia zona deI Tepeyac incluyendo Ias galerías deI Museo. Su colección está formada por 1 564 piezas distribuidas de Ia siguiente forma: 116 pinturas guadalupanas, 226 de otros temas, 800 exvotos registrados (deben pasar de mil, ya que este interesantísimo género se incrementa constantemente), 45 bordados y 67 grabados (sin incluir Ia sillería deI coro, muebles, altares de plata, etcétera).
EI tesoro en su conjunto nunca ha sido dado a conocer, pues eventualmente se exponen algunas piezas seleccionadas en el Museo, y otras están en calidad de préstamo en exposiciones temporales dentro de Ia ciudad de México, fuera de ella o incluso en el extranjero. Cuando uno se deleita observando Ia zona deI Tepeyac, se absorbe en Ia contemplación de Ia vasta explanada surcada por Ios miles de peregrinos que constantemente Ilegan de todos Ios puntos deI país, de América o de otros continentes, pero especialmente deI área metropolitana. Todos ellos acuden con gran devoción para orar ante Ia imagen de Ia Virgen de Guadalupe, pero pocos saben deI maravilloso acervo artístico que pueden admirar en Ias faldas deI Tepeyac, resguardado en el Museo de Ia Basílica de Guadalupe.
Fuente: México en el Tiempo No. 5 febrero-marzo 1995
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