Naolinco, un hallazgo delicioso en Veracruz - México Desconocido
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Naolinco, un hallazgo delicioso en Veracruz

Veracruz
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El sabrosísimo mole de sus cocinas, los zapatos de piel de excelente calidad y sus calles primorosas hacen de Naolinco el complemento perfecto de Xalapa.

Vine a Naolinco porque me dijeron que aquí había buenos zapatos de piel. Sin mucha prisa por comprar, tomé el camioncito que sale de la terminal de 2da clase en Xalapa, hacia Naolinco. Los paisajes tropicales alegraron la ventana durante los 30 kilómetros que separan la capital veracruzana de Naolinco. 

No tardó en encantarme este lugar de ascendencia totonaca. Sus calles se van cerrando conforme nos acercamos al centro, hasta convertirse en un nostálgico mosaico de fachadas coloridas y plazas. Un jardín aquí, una iglesia allá, dulces mexicanos en una esquina, esquites en la otra.

Y montones de locales donde se ofrecen los más variados modelos de zapatos, mochilas, gorras, sombreros, chamarras, chalecos, todos hechos de piel. La calidad es tan buena y los precios tan accesibles, que es imposible resistirse. Al final, los zapatos siempre son necesarios, pienso, mientras saco la cartera una vez más…

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De local en local, caminamos hasta llegar a un jardín, la Plaza de Armas, donde el hambre nos hizo percatarnos de los coquetos restaurantes que había alrededor. Sin pensarlo mucho entramos en uno que mostraba pan dulce y otros manjares a la entrada. El papel picado en el techo nos hace sentir que estamos en una fiesta de pueblo.

Vemos en el menú: mole, cecina, chiles rellenos, longaniza, quesos fundidos… y nos decidimos por unas enchiladas, sin saber la fama que tiene el mole de la región. Y quizá por eso, porque no estamos a la expectativa, el sabor se revela como una verdadera joya gastronómica. Ante estos hallazgos no hay más que agradecer el camino andado para llegar aquí.

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Si no hay suficiente espacio para el postre, hay que hacerlo porque en Naolinco se hace buen pan, galletas y dulces de leche.

La buena noticia es que a dos kilómetros del centro se encuentra un mirador para apreciar las cascadas que rodean Naolinco. Es un buen pretexto para regresar a la calle y retomar el camino.

El mirador nos permite apreciar el encanto de la zona montañosa de Veracruz: las elevaciones de intenso color verde cuyas cimas se desdibujan con la bruma, y las veredas que marca el curso del agua.

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La tarde nos sorprende en Naolinco, este sitio que nunca escuché en la lista de los expertos viajeros, a pesar de sus muchas razones para ser visitado. Nos despedimos de Naolinco con las manos llenas de compras, con la barriga llena y el corazón contento por este hallazgo al que prometimos regresar.  

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autor Embajadora de México desconocido en Cancún, Quintana Roo.
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