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La nueva cerámica de Paquimé, un arte de Chihuahua que renace

Desde su aparición, en los años cuarenta del siglo pasado, la Nueva Cerámica de Paquimé cautiva a propios y extraños por sus líneas y su lenguaje que nos descubre lo que era importante para los antiguos pobladores de esta zona arqueológica.

Guacamayas, plantas, el sol, la luna, el agua, la noche, el día… son las figuras geométricamente perfectas que los antiguos pobladores de Paquimé dejaron en pedazos de cerámica diseminados en casi dos mil sitios arqueológicos ubicados en el noroeste de Chihuahua. Gracias al trabajo de arqueólogos y personas que reconocen el inmenso valor de estas piezas es que se sabe más de ellas y lo mejor, que se ha rescatado el estilo pictórico llamado “madre” en la cerámica que actualmente se elabora en la zona de Nuevo Casas Grandes y Mata Ortiz, Chihuahua.

Recientemente, Julián Alejandro Hernández Chávez, gran maestro y autor de libros sobre el tema, estuvo en la Ciudad de México invitado por Púrpura Pansa Diseño Artesanal A.C. y Casa Fusión. Por supuesto, aprovechamos para estar un rato con él y tuvimos la suerte de verlo pintar, mientras nos platicaba de los colores, los procesos y la historia de este arte por el que siente pasión desde hace más de dos décadas.

El rescate de una pasión

Siempre que me voy a encontrar por primera vez con alguien de Chihuahua, prefabrico una imagen de alguien alto, franco y apasionado por su terruño. Nunca me defraudan. Con gran sonrisa me tendió la mano el maestro Julián, y caminamos un poco juntos para elegir el lugar donde haríamos el video. Ya se me estaba arrancando con tanta información interesante y desconocida para mí, que tuve que pararlo y sacar mi teléfono. Ok, ¡modo grabar! Y, así, empezamos…

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Julián es biólogo de profesión y es director de una preparatoria en Nuevo Casas Grandes, pero todas las tardes las dedica enteramente a la cerámica, un arte en el que hoy se destaca y con el que ha recorrido México y gran parte del mundo.

La cerámica es su hobbie favorito, lo que le da cierto brillo a su vida, y no es solo por moldearla y pintarla, es una actividad en donde se adentró de lleno a investigarla y editar dos libros: Conservemos Paquimé; Mata Ortiz, pueblo de alfareros; y La Nueva Cerámica de Paquimé.

“Me interesó la iconografía antigua, la clásica, y me puse a estudiar todo lo que podía de la cerámica de Paquimé y encontré que hay mucha magia en esto”.

El maestro cuenta que el primer trabajo de investigación de campo en Paquimé comenzó en 1958 y culminó en 1961 por la organización norteamericana Amerind Foundation, encabezada por el arqueólogo Charles Di Peso, en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Durante este trabajo encontraron que este lugar no era un sitio, sino toda una región llena de vestigios. Desgraciadamente después hubo varios saqueos en la zona.

Lo positivo fue que Di Peso clasificó más de veinte escuelas de cerámica ignorando la de Paquimé. Esta acción llama la atención de Hernández y desde ese momento decide rescatar la tradición.

“Eso me incentivó más aún a profundizar en conservar la iconografía original”, menciona.

Es así como en la preparatoria en donde es director comenzaron los cursos de rescate de cerámica con alumnos muy talentosos, que actualmente lo llevan a lugares como EU.

Los nuevos grandes…

El resurgimiento de este arte comienza en 1954 con Manuel Olivas, en Casas Grandes, donde comienza a producir unas piezas de barro y su mamá le dice que le ponga dibujos de los diseños antiguos. Y al trabajar en ellos, crea, sin querer, la llamada Nueva Cerámica de Paquimé (en todas las casas hay pedazos de ollas o tepalcate antiguos). Más tarde Olivas solicita al INAH el permiso para hacer réplicas y se le concede. Es así como él les enseña a muchos y surgen más artesanos especialistas.

Posteriormente, en 1976 se descubren unas piezas de un artesano que llega de la sierra a Mata Ortiz, Juan Quesada (líder más tarde de los alfareros). Así, el que era antes un pueblo ferrocarrilero y que parecía estar destinado a morir en la pobreza, se convierte en el hotspot de la Nueva Cerámica de Paquimé. La cultura resurge. Cada persona comienza a aportar cosas nuevas, le da nueva vida.

Los chihuahuenses aprendimos que tenemos un patrimonio muy importante a nuestro alcance: la cerámica. Su importancia radica en la carga mística que tiene; los antiguos no tenían escritura, pero cada pieza es prácticamente una estela con información que no ha sido descifrada y mi interés es motivar a los especialistas a que estudien ello” finaliza Hernández.

¿Qué materiales se necesitan?

Todo lo proporciona la tierra. Solo hay que caminar un poco para llegar a la zona de barriales, “el de por acá es muy elástico y resistente, aguanta el cambio de temperatura de 40 a 700 grados centígrados”.

Usan pigmentos naturales, los tres colores esenciales de la cerámica madre son: rojo (óxido de hierro), negro (bióxido de manganeso con algunas sales de cobre para que salga más negro) y blanco (calcio o se mejora con otros óxidos metálicos).

Proceso

La técnica tradicional es de “enrollado” (no se utiliza torno), se empieza con una “tortilla” y poco a poco añaden más barro; aprietan y raspan; crece y se le da forma con los dedos. Después se deja secar y se bruñe con piedra de ágata.

Los pinceles son únicos, largos cabellos de niños los forman. “Este lo hice con un cabello de mi nieta”, nos señala contento.

Después se pule la pintura y viene la cocción en una parrilla con ladrillos y se tapan con pedazos de barro. Esa es la quema tradicional, no se lleva a cabo en horno convencional ni con tecnología alguna.

Lo que debes saber…

Paquimé (“lugar de las casas grandes”) llegó a ser la capital de Aridoamérica en el siglo XIII. Trabajaban la cerámica, plumas, cobre y la arquitectura de tierra (realmente genial pues preserva una temperatura media, en donde prevalecen las más extremas: 45 grados en verano y 21 bajo cero en invierno). En unos ocho municipios actuales están diseminados más de dos mil sitios arqueológicos.

Programa Universitario Indígena

El maestro, a través del Museo Casa Chihuahua, ha trabajado con grupos de mujeres rarámuris para impartirles talleres de barro y cerámica. Este programa incentiva a muchas personas a que vayan a la escuela (hasta terminar una carrera) y como premio les otorgan un lugar en estos talleres. “Todos son talentosos, lo llevan en la sangre, solo sienten la tierra en sus manos y hacen maravillas”.

Púrpura Pansa Diseño Artesanal en CDMX
 
Los puedes encontrar en Casa Fusión, donde constantemente dan talleres, como el impartido por Julián Hermández
www.proyectofusion.com.mx

Si quieres saber más acércate a: www.casachihuahua.org.mx

alfareríamexicoPaquimé
Viajera con un amor infinito por México. Lo lleva, literalmente, tatuado en la piel.
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