La fascinante olla de Tláloc: tesoro del Templo Mayor que debes conocer
No pierdas la oportunidad de apreciar la belleza de la olla de Tláloc y conocer más sobre la cosmovisión mexica. Explora el Templo Mayor en CDMX.
En el corazón de la Ciudad de México, el Templo Mayor guarda secretos y tesoros invaluables de la antigua civilización mexica. Uno de los hallazgos más impresionantes es la olla de Tláloc, una pieza de cerámica descubierta en la Ofrenda 21. Aquí te contamos más acerca de ella.
Esta olla, que data de la Etapa IV (1440–1469), ofrece una ventana fascinante al mundo espiritual y agrícola de los mexicas, donde Tláloc, el dios de la lluvia, jugaba un papel crucial.
Iconografía de la Olla de Tláloc
La olla de Tláloc es una obra maestra de la cerámica prehispánica, modelada con un mascarón en alto relieve que representa el rostro del dios de la lluvia.
Los mexicas concebían a Tláloc como un ser formado por dos serpientes entrelazadas en su nariz, cuyas cabezas se encuentran frente a frente en la boca. Estas serpientes se representan mediante bandas con líneas verticales y círculos alternos ubicados sobre las cejas, ojos, nariz y alrededor de la boca.
Por ello, esta compleja iconografía no solo revela la destreza artística de los mexicas, sino también su profunda conexión con la naturaleza y la divinidad.
Objetos encontrados en su interior y culto
Dentro de la olla de Tláloc, los arqueólogos encontraron conchas de madreperla y cuentas de piedra verde, símbolos del agua y la fertilidad. Estos objetos no son meros adornos; representan la vitalidad del agua que Tláloc otorgaba a la tierra.
En la cosmovisión mexica, el agua era esencial para la agricultura y, por ende, para la supervivencia de su sociedad. La presencia de estos objetos en la olla subraya la importancia de Tláloc como proveedor de lluvias y protector de las cosechas.
Tláloc, conocido como «el que hace brotar», era adorado como la personificación del agua y la fertilidad de la tierra. Residente de las altas montañas donde se forman las nubes, este dios tenía un carácter dual: benéfico y destructivo. Aunque proporcionaba lluvias necesarias para las cosechas, también podía enviar rayos, heladas e inundaciones que devastaban los cultivos.
El culto a Tláloc en el Templo Mayor era crucial, ya que de él dependía el sustento de las sociedades agrícolas mexicas. Su adoratorio, ubicado junto al de Huitzilopochtli, muestra la alta estima en que se le tenía.
Los sacrificios dedicados a Tláloc, a menudo de niños enfermos, reflejan la gravedad con que los mexicas veían la necesidad de mantener contento al dios de la lluvia. La semejanza física de estos niños con los tlaloque, pequeños dioses asistentes de Tláloc, hacía estos sacrificios aún más significativos.
Visita el Museo del Templo Mayor
El Museo del Templo Mayor ofrece una oportunidad única para explorar este y otros tesoros arqueológicos. Al visitar el museo, los visitantes pueden sumergirse en el mundo de los mexicas y descubrir la importancia de Tláloc y otros dioses en su vida diaria.
La olla de Tláloc, con sus conchas de madreperla y cuentas de piedra verde en su interior, es solo uno de los muchos objetos fascinantes que esperan ser descubiertos.
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