Origen y significado navideño I
Algunos autores han considerado la posibilidad, al igual que en muchas ceremonias mexicanas, que se trata de un sincretismo relacionado con el nacimiento de Huitzilopochtli. Cuenta la tradición que Coatlicue, sacerdotisa en el templo de Coatepec, estaba barriendo cuando recogió una bolita de plumas que guardó en su regazo. Enseguida quedó encinta.
Sus hijos, los Centzonhuitznahua (cuatrocientos surianos), encabezados por su hermana Coyolxauhqui decidieron vengar la afrenta y se pusieron en camino para matar a su madre. Desde el interior de su vientre, su vástago la consolaba y le aseguraba que la iba a proteger. En el momento de llegar el ejército de hijos, nació Huitzilopochtli armado con macana y rodela, decapitó a Coyolxauhqui y mató a varios de sus hermanos; el resto huyó.
Al igual que muchas deidades mexicas, Coatlicue era simultáneamente sacerdotisa y diosa; era una divinidad terrestre que se equiparaba con Toci (nuestra abuela) y Tonantzin (nuestra madre). El sincretismo se basa en su inmaculada concepción, igual que la Virgen María y en el hecho que las fiestas de Panquetzalitzli, dedicada a Huitzilopochtli y de Tititl, a Tonantzin, caían respectivamente en noviembre y diciembre, cercanas a la fecha de la Natividad del Señor.
Simbólicamente los cuatrocientos surianos representaban las estrellas y Coyolxauhqui a la luna; Huitzilopochtli encarnaba al sol, el cual al salir cada mañana por el oriente, ahuyentaba a los númenes nocturnos.
En el medio indígena actual, Jesús también representa al sol, como puede verse en el significado de la Semana Santa de coras, mayos, yaquis, totonacos y otros, donde los judíos se vuelven fuerzas nocturnas que matan al sol en viernes santo; solamente en el momento de la resurrección de Cristo, la gente respira tranquila: surgió el sol y se garantiza otro año de vida en la tierra. Sin embargo, poco se parecía la figura de Huitzilopochtli, deidad guerrera, cruel y sanguinaria, a Cristo, quien predicaba la paz y el amor al prójimo.
Los primeros evangelizadores supieron aprovechar todas las coincidencias para inculcar la nueva religión a los recién convertidos. Observaron cada una de las celebraciones indígenas e incorporaron a los ritos católicos aquellos rasgos que no significaron la continuación de los antiguos dioses.