Plaza de Santa Catarina
Coyoacán cuenta con variados rinconcitos tranquilos y acogedores, uno de ellos es esta plaza, situada a la vera del antiguo camino real, hoy calle de Francisco Sosa.
El centro de Coyoacán es uno de los lugares más concurridos de la ciudad de México; su parroquia, librerías, helados, mimos y artesanías, entre muchas otras curiosidades, son algunos de los motivos más importantes para visitarlo. Buen número de turistas, nacionales y extranjeros, acuden ahí los fines de semana pensando quizá que es el único o el mejor atractivo de ese rumbo, pero no es así.
Para llegar a un rincón diferente de Coyoacán, te recomendamos dejar el automóvil en una de las calles que desembocan en la avenida Universidad, y empezar a caminar justo donde se encuentra la capilla de San Antonio Panzacola, con sus dos pequeñas torres, obra del siglo XVII. Se dice que fue costeada por la madre de un bandido que agradeció así a San Antonio la liberación de su hijo. En su exterior, el ábside o parte posterior muestra una forma circular inusual, y junto con el puente de piedra —ubicado en su costado sur—, que libra un serpenteante y somnoliento río, conforman todavía una escena bucólica alguna vez plasmada en tela por pintores famosos de la mitad del siglo XIX, como Eugenio Landesio (1810-1879). En uno de los muros del puente, se alcanza a percibir la fecha borrosa de su construcción: 2 de febrero de 1763.
Añejos árboles contenidos en los distintos predios, asoman sus amplias frondas para enmarcar el inicio de la calle adoquinada de Francisco Sosa y sus estrechas banquetas enlosadas. La arquitectura típica de Coyoacán se irá descubriendo a su paso, y podrá leer algunos nombres singulares de sus inmuebles habitacionales: Casa del León Rojo, Casa del Sol, Casa Rosa. La Casa de Alvarado es una de las más famosas, representa un modelo de finca semirural de fines del siglo XVIII que muestra orgullosa sus muros revestidos de ajaracas (elementos decorativos estilo árabe) y cornisa ondulante.
Unos metros más adelante del cruce con la calle de Tatavasco, se abrirá ante tus ojos la plaza de Santa Catarina y su reposado ambiente. Si la caminata te abre el apetito, el merendero Las Lupitas o el Mesón Antigua Santa Catarina, colindantes de la misma, cubrirán esas necesidades.
Coyoacán tuvo diversos barrios indígenas, uno de ellos fue Santa Catarina Omac, a quien primero se le construyó una capilla abierta y más tarde, en 1650, el templo que hoy podemos apreciar en el costado oriente de la plaza. Si lo observas detenidamente, su portada es muy sencilla, tiene por acceso un arco ochavado (de ocho ángulos iguales) custodiado por un par de pilastras simples; llaman la atención los dos vanos acristalados que le hacen marco. Con el paso del tiempo, su atrio se transformó en un jardín muy agradable.
Un ambiente idílico
La plaza de Santa Catarina con su piso empedrado, y sus altos y frondosos árboles, conserva por fortuna su quietud original y aire romántico de épocas pasadas, aportado sin duda por el aspecto de las casas construidas a su alrededor. Los arriates de piedra con asientos de tabique, instalados en varios de sus árboles, inspiran largas conversaciones en pareja, con familiares o amigos, o la lectura de un buen libro.
El costado norte de la plaza lo cierra un gran muro de piedra y cerca de él, se ubica el busto en bronce de Francisco Sosa, notable poeta, periodista e historiador quien habitó y murió en Coyoacán.
En el límite sur de este apacible lugar, se localiza la Casa de Cultura de Coyoacán Jesús Reyes Heroles, establecida desde 1985 en una amplia casona edificada en el siglo XIX. En su interior, además de los jardines arbolados y bien cuidados, se encuentran diversos espacios: galerías, salas para exposiciones, conciertos y seminarios, que difunden variados temas del arte y la cultura.
Como puedes ver, Coyoacán no sólo es su centro, existen lugares que reflejan el ambiente original que alguna vez, en tiempos lejanos, disfrutaron tanto sus moradores como sus visitantes.
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