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15 poemas de la Revolución Mexicana

15 poemas sobre la Revolución Mexicana
© Archivo Casasola 15 poemas sobre la Revolución Mexicana

Déjate inspirar por estos poemas de la Revolución Mexicana. Entre los autores que encontrarás están Octavio Paz, Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas y Enriqueta Ochoa.

15 poemas de la Revolución Mexicana que te encantarán

Te compartimos una selección de 15 poemas que hablan sobre la Revolución Mexicana, uno de los movimientos armados más importantes dentro de la historia de nuestro país y que inició formalmente el 20 de noviembre de 1910 luego de que Francisco I. Madero lanzara el Plan de San Luis.

Entre los autores que incluimos se encuentran Alfonso Reyes, Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas, Carlos Pellicer, Efraín Huerta y Enriqueta Ochoa, entre otros. Además, hallarás desde sonetos hasta poemas en prosa. ¡Conócelos y cuéntanos qué te parecieron!

1. QUINTO TIRÓN DE OREJAS AL SEÑOR DE LAS BUENAS INTENCIONES: PORFIRIO DÍAZ de Irineo Paz

Nunca me acaba de coger de nuevo,
que siendo tan bueno y compasivo,
al subir al poder ejecutivo
en ti mismo encontraras el relevo.

Hoy al mirar tus gracias me conmuevo,
te has vuelto engañador superlativo,
voluntarioso, indómito, nocivo
y otras mil cosas que decir no debo.

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Con el pueblo infeliz haces adobo,
a la nación la tratas como nabo,
ya no vale la ley un gordolobo.

Todo contigo sufre menoscabo,
y como ya te tienen hecho el bobo,
seguro nos desuellas hasta el rabo.

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2. EL TREINTA TREINTA de Carlos Gutiérrez Cruz

Qué pobres estamos todos,
sin un pan para comer;
porque nuestro pan lo gasta
el patrón en su placer.

Mientras él tiene vestidos
y palacios y dinero,
nosotros vamos desnudos
y vivimos en chiquero;

nosotros sufrimos todo,
la explotación y la guerra
y hasta nos llaman ladrones
cuando pedimos la tierra;

y luego los padrecitos
nos echan excomuniones,
¿a poco piensan que Cristo
era como los patrones?

Compañeros del arado
y de toda la herramienta,
nomás nos queda un camino,
agarrar el treinta treinta.

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Poemas de la Revolución Mexicana
INAH Poemas de la Revolución Mexicana

3. REVOLUCIÓN de Miguel D. Martínez Rendón

Canto el canto que irisó la montaña,
el caserío, el verde valle y la llanura huraña,
que vistió los maizales de banderas,
e hizo brotar dentro las sementeras
desoladas y solas
mil sombreros de palma
con un florecimiento de corolas;

la feérica explosión que dio una estrella
para cada angustia, y la ametralladora
que subrayó la noche iluminada
con taconear de bailadora;

la alegría de la diana
que abrió su prisma de cristal
como un quiquiriquí de la mañana;

los brazos taumaturgos,
pararrayos de todos los dolores

que hicieron estallar a las granadas
en vivos rehiletes de colores.

Caravana heteroclítica
que condecoró a la república
con pistola y canana,
y paseó a su tierra en sus vaivenes,
durmiendo a sus cachorros intocados
entre las chumaceras de los trenes.

Tú reintegraste la familia
y, en tu peregrinar febricitante,
amarraste el saludo clamoroso
al mástil del silbato equidistante.

Ahora ya cultivas tus tejidos,
y en tanto el pan en el maíz revienta
guardas tu posición definitiva
en el cañón del «30-30»;

bañas a tus muchachos en el río
lejos de la parroquia bautismal,
conduces a tus hijos a la escuela
y sabes el sentido perfecto
de esta palabra: dignidad.

Revolución: bajo los claros signos
de tus banderas que la Historia nombra,
marcha tu pueblo con la frente erguida:
¡ellas le abren camino y le dan sombra!

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4. LO QUE VA A PASAR de Daniel Cosío Villegas

Lento, agudo, interminable, suena el toque de queda. Hasta entonces nadie pensaba en dormir; ni el grillo en cantar; ni yo en leer; ni el huele de noche en perfumar; ni los árboles en moverse; ni los relojes en sonar. Con el toque de queda unos mueren y otros nacen.

Claros, distintos, oigo los pasos de un trasnochador. El empedrado, las aceras, parecen tener resonadores.

Ya sé lo que va a pasar. Siento alegría: el centinela, curioso, despótico, va a preguntar quién vive. El trasnochador, humilde, contestará que gente de paz.

Sigo mi lectura. El grillo vuelve a cantar; los árboles a moverse; el reloj a sonar.

Claros, distintos, oigo los pasos de otros trasnochadores.

Me aburro. Sé ya lo que va a pasar: el centinela, curioso, despótico, va a preguntar quién vive. El trasnochador, humilde, contestará que gente de paz.

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5. 20 DE NOVIEMBRE de Carlos Pellicer

¿La Revolución?
No se detiene nunca, siempre tiene qué hacer.
Es la lucha de todos los días contra nosotros mismos.
Contra el egoísmo, contra las ambiciones desmedidas.
Contra la indiferencia, contra la hipocresía.
La verdadera alegría es dar,
pelear por los que tienen hambre,
regar una planta,
apartar una piedra en el camino.
Formar parte de la Revolución
es no estar nunca al margen de lo que se necesita.
Abrir la ventana para que entre la luz,
cerrar la puerta a la traición
que de todo lo malo será siempre lo peor.
Aunque parezca hermoso, el pantano es traición.

La Revolución somos nosotros
porque nosotros somos México,
porque nosotros somos Nuestra América,
una inmensa nación a la que dio Bolívar
la orientación eterna, de unidad y de amor.
Unir a Nuestra América por la Revolución
que quiere para todos la justicia social.
Mientras el campesino viva mal
es porque nuestro egoísmo
es tan grande como nuestra pobreza.
En toda Nuestra América los campesinos viven mal.
Ellos nos dan de comer,
sus dedos son de trigo y de maíz,
ven nacer al becerrito…,
y comen mal y viven mal.
Nuestro egoísmo
es del tamaño de su pobreza.

Hidalgo y Morelos,
Madero y Zapata,
Aquiles Serdán y Flores Magón,
murieron por dar vida
a los que casi no la tienen
porque nuestro egoísmo
es del tamaño de su pobreza.

De los huesos de los mártires,
una tarde de verano, después de la lluvia
siempre hay una mata de maíz que nos dice,
¿por qué de todas nosotras
solamente unas cuantas se quedan aquí?

Quiero con toda el alma
que algún día estas palabras
no sigan escribiéndose.

Lomas de Chapultepec, noviembre de 1973

15 poemas de la Revolución Mexicana
INAH 15 poemas de la Revolución Mexicana

6. LA ZONA PELIGROSA de Daniel Cosío Villegas

Hace tres días asaltaron el tren. Los rebeldes se limitaron a hacer oír a los pasajeros un pequeño discurso en que se justificaba el descontento. El discurso terminaba así: no somos ladrones; queremos la paz y la tranquilidad de los hogares angustiados.

Cada pasajero relata el acontecimiento, lo comenta, y todos terminan como en el discurso: no somos ladrones; queremos la paz.

Hemos llegado a la zona peligrosa. Las conversaciones languidecen. No hay risas ni se habla de toros. Cada uno ha bajado el cristal de las ventanillas y está dispuesto a refugiarse, quién sabe cómo.

La locomotora va despacio, resoplando. Su gran fanal parece un ojo absurdo. Los soldados preparan sus fusiles. Yo tomo mi maleta y la pongo detrás del cristal de la ventanilla. Pienso en todo lo que perforará la bala: mis pañuelos, mis camisas, mis libros y, por último, mi elegante papel timbrado.

Pasamos la zona peligrosa. La charla se renueva. Se vuelve a hablar de toros y un viajero repite: no somos ladrones; queremos la paz de los hogares angustiados.

7. 9 DE FEBRERO DE 1913 de Alfonso Reyes

¿En qué rincón del tiempo nos aguardas,
desde qué pliegue de la luz nos miras?
¿Adónde estás, varón de siete llagas,
sangre manando en la mitad del día?

Febrero de Caín y de metralla:
humean los cadáveres en pila.
Los estribos y riendas olvidabas
y, Cristo militar, te nos morías…

Desde entonces mi noche tiene voces,
huésped mi soledad, gusto mi llanto.
Y si seguí viviendo desde entonces

es porque en mí te llevo, en mí te salvo,
y me hago adelantar como a empellones,
en el afán de poseerte tanto.

Río de Janeiro, 24 de diciembre, 1932

8. LOS DÍAS INÚTILES de Enrique González Martínez

Sobre el dormido lago está el saúz que llora.
Es el mismo paisaje de mortecina luz.
Un hilo imperceptible ata la vieja hora
con la hora presente… Un lago y un saúz.

¿Con qué llené la ausencia? Demente peregrino
de extraños plenilunios, vi la vida correr…
¿La sangre…? De las razas. ¿El polvo? Del camino.
Pero yo soy el mismo, soy el mismo de ayer.

Y mientras reconstruyo todo el pasado, y pienso
en los instantes frívolos de mi divagación,
se me va despertando como un afán inmenso
de sollozar a solas y de pedir perdón.

9. LOS AGARRADEROS de Margarito Ledesma

Todos dicen asustados
que hay un gran agarradero,
que a Joaquín el rebocero
lo agarraron los soldados.

Y dicen que a muchas gentes
las han agarrado ya,
y que nadie se les va
y que son muy exigentes.

Yo no sé si será cierto
o si serán puras levas;
pero, por viejas o por nuevas,
yo ando con el ojo abierto.

Y para que no me agarren
todo desprevenido,
voy a quitarme el vestido
y con manteca me embarren.

Así ya podré zafarme,
pues, como puerco encebado,
yo creo que a ningún soldado
será fácil agarrarme.

10. CANCIÓN MEXICANA de Octavio Paz

Mi abuelo, al tomar café,
me habla de Juárez y Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.

Mi padre, al tomar la copa,
me hablaba de Zapata y Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.

Yo me quedo callado:
¿de quién podría hablar?

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Poemas de la Revolución Mexicana
INAH Poemas de la Revolución Mexicana

11. TORTUGA 1910 de Efraín Huerta

La Mexicana
Es la única
Revolución
Que ha girado
Como loca
A 45
Revoluciones
Por sexenio

12. NUEVOS RICOS de Justo A. Santa Anna

De la Revolución en los albores,
como caudillos fueron aclamados,
porque ofrecieron a los explotados
derribar a sus viejos opresores.

Más, pasada la guerra y sus horrores,
contemplaron los parias desolados,
convertidos en ricos potentados
a muchos pretendidos redentores.

La amarga decepción, en cegadora
sed de venganza floreció en los pechos
de la plebe que avanza arrolladora.

Y, como ayer, caerán todas las vallas
y también rodarán, añicos hechos,
los tránsfugas, tartufos y canallas.

Abril 11 de 1928

13. LAS MUCHACHAS EN LA REVOLUCIÓN de Enriqueta Ochoa

A las muchachas del rancho las escondieron en las cuevas, cerca del ojo de agua, donde, diariamente, iban a lavar las mujeres mayores. En las cestas les llevaban alimentos cubiertos con inmaculados manteles que después lavaban y ponían a secar sobre matorrales.

Cuando los soldados o los revolucionarios llegaban buscando a las jóvenes, las familias, anegadas en llanto, explicaban cómo se las habían arrebatado las tropas que habían llegado antes que ellos. Incrédulos, revolvían casa por casa y, una vez convencidos, se marchaban, maldiciendo y pateando lo que encontraban a su paso.

Así se pusieron a buen recaudo las muchachas del rancho, entre ellas, mi madre y mis tías.

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14. CORAZÓN DE ZAPATA de José Attolini

Hay una voz del ocre
que rueda por sus tierras,
despide sustancia,
se mezcla a tus principios.

No sé por qué estos árboles
de tez desesperada
encierran en sus costras
tu sangre de protesta.

En la noche propagan
tu verdad transparente
y con la luz ignoran
la clave de tu nombre.

Hay que venir de luna
para seguir tus surcos
y escuchar en el ocre
la clave de tu nombre.

Hay que venir de luna
para seguir tus surcos
y escuchar en el ocre
tu cuerpo confundido.

15. EMILIANO ZAPATA de Homero Aridjis

Lo volvieron calle
lo hicieron piedra

lo volvieron tarjeta postal
discurso político

lo hicieron película
ingenio azucarero

lo volvieron bigote
traje charro

él ve nada
oye nada

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Si te quedaste picado con estos poemas de la Revolución Mexicana, a continuación te compartimos uno extra

16. CAMARADA ZAPATA de Jesús Sansón Flores

Sólo tú no pediste tributo a tus hermanos
ni recompensa alguna por tu obra;
sólo tú, hasta morir,
permaneciste al lado de los tuyos,
al pie de tu bandera ejidataria.

Camarada Zapata:

¡Cómo han mixtificado tu doctrina!
tus asesinos
se dicen defensores de tu obra;
los que te combatieron
pregonan el amor para tus indios,
y el sagrado ideal que tú sembraste
sirvió para encender todos los odios,
todas las ambiciones.

Camarada Zapata:

Si tú resucitaras
repartirías los nuevos latifundios
de nuestros falsos redentores;
retornarías al lado de los tuyos
y harías la aclaración, en las montañas,
de que tu sueño fue
dar un jirón de tierra al miserable
y no dotar de haciendas a los líderes.

Camarada Zapata:

¡Cómo han mixtificado tu doctrina!
aún el engaño y la perfidia imperan,
¡todo es hurto, pillaje y cobardía!

Camarada Zapata:

¡Tendrás que regresar de todos modos,
porque es de unos cuantos todavía
la tierra que soñaste para todos!

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Poemas de la Revolución Mexicana
INAH/Fondo Graciela Iturbide Poemas de la Revolución Mexicana

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autor Amante de la literatura, de la fotografía y de descubrir los tesoros de México.
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