Rafting en los ríos Shumulja y Agua Azul en la selva de Chiapas - México Desconocido
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Ecoturismo y aventura

Rafting en los ríos Shumulja y Agua Azul en la selva de Chiapas

Chiapas
Rafting en los ríos Shumulja y Agua Azul en la selva de Chiapas fifu

Durante años las selvas chiapanecas han llamado la atención de un sinnúmero de exploradores, quienes no dejan de admirar las bellezas naturales y los infinitos secretos que encierra esta salvaje territorio, donde aún quedan muchos misterios y lugares por descubrir.

Ansiosos de explorar nuevos ríos y de vivir grandes aventuras, empezamos por estudiar los mapas de la región de Palenque y a informarnos con los habitantes de la zona acerca del río Shumuljá, el cual había sido explorado río arriba por una expedición de franceses en un punto donde el río sale de una espectacular caverna. Nuestro objetivo lo fijamos río abajo donde la corriente es perfectamente navegable, con emocionantes rápidos y paisajes increíbles.

Finalmente partimos de Palenque con todo el equipo de rafting:una balsa de 16 pies, cascos, chalecos, remos y muchas ganas de remar. Nos trasladamos al Puente de la Cueva, donde inflamos la balsa y nos embarcamos. El paisaje desde ese lugar es único, lleno de misticismo; el río sale serpenteando de entre la espesa vegetación selvática, la cual estaba invadida por la bruma de la mañana.Comenzamos a remar por las verdes aguas del río, disfrutando de los olores y sonidos de la selva. Después de una hora de navegación fuimos sorprendidos por un estruendoso sonido, producido por una gran caída de agua. Emocionados, comenzamos a remar con más fuerza. hasta que frente a nosotros apareció la impresionante cascada de Bolón Ajau, cuyo nombre maya significa «cabeza de tigre». Esta bellísima cascada de 14 metros de altura marca la salvaje desembocadura del río Agua Azul, que con sus cinco cascadas es uno de los ríos más bellos del mundo. Este río se forma por la confluencia de dos ríos, el Paxiljá, cuyo nombre significa «río de las bromelias», y el Bolontina.

Remamos con mucha fuerza luchando contra el reciclaje que produce la fortísima caída de agua, y más adelante nos detuvimos para contemplar el espectacular paisaje. Continuando con nuestra aventura, llegó el momento de enfrentarnos a los rápidos del Shumuljá; primero descendimos por las turbulentas aguas blancas de un rápido grado III, saliendo de éste nos orillamos inmediatamente para analizar el siguiente rápido, el cual es un grado V, muy peligroso para descender dado su fuerte reciclaje, por lo que decidimos sortearlo por una de sus orillas, así que cargamos y jalamos la balsa hasta pasarla del otro lado. Aprovechando la oportunidad para refrescamos saltamos al agua desde unas rocas y nos dejamos llevar por la corriente.  Los emocionantes rápidos se continuaban más adelante, y llegó el momento de enfrentamos al Gallito Copetón, un rápido clase IV; se trata de una caída con muchas corrientes encontradas que pone a prueba la experiencia del guía y la fuerza de los tripulantes.

Siguiendo las órdenes de nuestra guía Beatriz, entramos a las turbulencias, la balsa se llenó de agua y nos agarró la contracorriente; remamos entonces con todas nuestras fuerzas, pero tres de nuestros compañeros se fueron al agua y tuvieron que ser rápidamente auxiliados por Óscar, quien iba en su kayak. En toda exploración tiene que ir un kayaquista, que es el primero en descender los rápidos y da las instrucciones al guía de la balsa, además de estar listo ante cualquier percance o imprevisto. Una vez que todos estábamos a bordo continuamos con la última sección del río, la cual es muy tranquila, con rápidos clase II, hasta llegar a un remanso conocido como Agua Clara, donde disfrutamos de una estupenda comida con los indígenas tzeltales del lugar. Nuestro recorrido duró unas cinco horas y durante ese tiempo cubrimos 15 km increíbles.

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EL ALTO RÍO AGUA AZUL

Emocionados por nuestra aventura decidimos explorar la parte alta del río Agua Azul, navegando 6 km desde la comunidad de Paraíso hasta el puente de Xanil, antes de la sección de las Cataratas de Agua Azul. Nuestra idea era completar un interesante circuito de rafting en los alrededores de Palenque. Analizando los mapas y preguntando a la gente de la pequeña comunidad de Paraíso nos informaron que el río sale de una caverna, la cual es un sitio sagrado y muy poco visitado por los indígenas, quienes temen a las cuevas y a los caudalosos ríos; aun así varios indígenas tzeltales accedieron a guiarnos hasta el lugar.

Descendimos a la orilla del río, atravesando por un pintoresco puente colgante; después caminamos un par de kilómetros por lodosas veredas entre los cafetales y la espesura de la selva, hasta llegar a la sorprendente caverna que forma un puente natural de aproximadamente 30 m; a través de los helechos arborescentes y las lianas se aprecia el verde río Paxiljá, que desciende serpenteando entre un gran cañón para después pasar debajo de la gran caverna. De regreso a la comunidad de Paraíso exploramos los restos de lo que parece alguna edificación, donde se advierten varias escalinatas un tanto riesgosas, que ascienden sobre la caverna, ya que nos fuimos agarrando de raíces y ramas con el vacío bajo nuestros pies.

Después de platicar con las autoridades de la comunidad accedieron a que bajáramos con nuestro equipo de rafting hasta el río, para después navegar en las salvajes aguas del alto río Agua Azul. Amarramos la balsa como taco y la bajamos entre diez personas con la ayuda de los indigenas, quienes emocionados se reían al vemos inflar la balsa y se probaban el equipo, los cascos y los chalecos. Hablando en su lengua tzeltal probablemente dirían y pensarían que estábamos locos por querer navegar el río.

Una vez que todo estaba listo abordamos la balsa y nos echamos al agua, donde rápidamente comenzaron las emociones, empezando un par de rápidos clase III; después el río se internó en la espesura de la selva, donde el verde follaje formaba una gran cúpula por la que apenas pasaban los rayos de luz. Óscar en su kayak iba delante de nosotros explorando los rápidos, los cuales aumentaban en fuerza y en grado, ya que el río se va encañonando y el agua baja con todo su poder. Siguiendo las instrucciones de nuestra experimentada guía palencana, Beatriz, remábamos al frente y atrás con todas nuestras fuerzas, descendiendo por las furiosas aguas blancas; el cañón se estrechó tanto que casi nos atoramos a lo ancho de la balsa en uno de los rápidos, y el agua invadió la balsa mientras tratábamos de desatorada y de agarramos a ella para no caer en las turbulentas aguas; rápidamente nos orillamos para recuperar el aliento mientras Óscar miraba el rápido que seguía, el cual era imposible de pasar, de clase V con muchas ramas y troncos atorados, por lo que tuvimos que portear la balsa, es decir sacada del río y cargada por la orilla del cañón.  Esto nos llevó mucho tiempo, ya que tuvimos que subir y bajar por las rocas húmedas.

Después de una hora de mucho esfuerzo pasamos la balsa y continuamos con la navegación por fortísimos rápidos clase IV. Llegamos a un punto donde la navegación con la balsa era muy difícil, casi imposible, ya que los rápidos se sucedían uno tras otro y no había suficiente espacio para navegar de lado a lado del río y tomar las correctas venas de agua; para nuestra mala suerte fuimos víctimas de una potente creciente del río, el cual aumentaba su nivel cada minuto, y el agua bajaba como chocolate, arrastrando ramas y troncos, por lo que salimos rápidamente del agua y nos internamos en la selva, sacando todo el equipo, operación que nos llevó mucho tiempo, pues el agua subía y subía, y acabándose las horas de luz tuvimos que pasar la noche en la selva, luchando contra el agua. Finalmente subimos el kayak y la balsa a los árboles y construimos un incómodo refugio donde, empapados, pasamos una larga y fría noche.

Al día siguiente el río estaba imposible de navegar, así que dejamos el equipo y comenzamos a ascender por el cañón a través de la espesura de la selva. Después de un par de horas llegamos a unos cultivos de maíz, y siguiendo una lodosa vereda arribamos al poblado de Xanil. Exhaustos regresamos a Palenque para planear cómo sacar el equipo de la selva. Al día siguiente volvimos a la comunidad tzeltal de Paraíso, donde contratamos a diez indígenas para que nos ayudaran con el trabajo de cargar el equipo si nos fuera imposible navegar el río. Al llegar a donde estaba el equipo vimos que no podríamos, por lo que cruzamos la balsa del otro lado del río y la amarramos a una escalera de aluminio y empezamos a caminar por las empinadas laderas del cañón, sumiéndonos en el lodo y soportando el intenso calor húmedo, mientras un grupo de macheteros iba abriendo paso entre lavegetación. Después de medio día llegamos a la carretera que va de Palenque a Ocosingo, donde subimos la balsa y todo el equipo a la camioneta, dando fin a nuestra gran aventura, la cual no pudimos concluir como pretendíamos. La parte alta del río Agua Azul no es apta para navegar con balsa, pero sí con kayak. Es un río para profesionales, muy duro y por eso sólo muy pocos lo han navegado.

Fuente: México desconocido No. 272 / octubre 1999

autor Fotógrafo especializado en deportes de aventura. ¡Ha trabajado para MD desde hace más de 10 años!
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