Revelan la historia de la Fábrica Nacional de Vidrio; quedó oculta bajo el Papalote Museo del Niño
Recientes investigaciones arqueológicas dejaron al descubierto la historia de la Fábrica Nacional de Vidrio, sobre la cual se construyó el Papalote Museo del Niño y la Feria de Chapultepec.
El cierre de la Feria de Chapultepec para convertirse en el Parque Aztlán ha revivido parte de la historia olvidada del predio compartido con el Papalote Museo del Niño. Se trata de la época en que en dichos terrenos existió la Fabrica Nacional de Vidrio, la cual operó hasta la década de 1960.
De acuerdo con el comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el predio fueron localizados elementos de arqueología industrial, como fragmentos de tabique refractario y monogramas sellados en los fondos de vasos y botellas. Lo anterior permitió que saliera a luz la historia de la Fabrica Nacional de Vidrio, misma que operó entre los años 1936 y 1938, cuando el gobierno del general Lázaro Cárdenas otorgó dichos terrenos a través del Departamento del Distrito Federal.
Oculto bajo el Papalote Museo del Niño y la Feria de Chapultepec
Los trabajamos de salvamento arqueológico comenzaron en 2018, develando parte del proceso modernizador que experimentó México a partir de la década de 1930, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río. El contexto de la Fabrica Nacional de Vidrio fue dado a conocer en el VI Coloquio de Arqueología Histórica, por la autora del estudio que derivó en una tesis de licenciatura, la arqueóloga Liliana Márquez Escoto, quien formó parte del equipo coordinado por la maestra María de Lourdes López Camacho, responsable del Proyecto Arqueológico Cerro, Bosque y Castillo de Chapultepec.
El salvamento incluyó nueve excavaciones, siendo en la séptima donde se encontró vidrio, escoria y pequeños fragmentos de material poroso, compactado y sellado con nombres de marcas de venta y vidrio derretido en la capa exterior (tabique refractario).
«Los crípticos monogramas VM y FANAL, sellados en los fondos de vasos y botellas, fueron prácticamente las únicas pistas de las que partió Liliana Márquez para reconstruir la historia de esa fábrica, la cual solo algunos viejos locatarios del Mercado Constituyentes recordaban por su chimenea de acero color naranja, y que se localizaba en la esquina de avenida Madereros (hoy Constituyentes) y Periférico, donde hoy se encuentra el Papalote Museo del Niño.»
Señala el comunicado del INAH.
Pocos registros de la Fábrica Nacional de Vidrio
Posteriormente, las investigadoras acudieron a archivos como el del Grupo Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y el Despacho Legorreta Arquitectos, el General de la Nación (AGN) e Histórico de Notarías, además de acervos hemerográficos, con lo que se logró reconstruir la historia de la Fabrica Nacional de Vidrio que yacía en terrenos del otrora Rancho del Castillo y Lomas de Santa Ana, el cual fue parte de la Hacienda Molino del Rey, en el siglo XIX.
La investigadora Liliana Márquez también logró acceder a la acta constitutiva de la Fabrica Nacional de Vidrio, establecida como sociedad anónima el 27 de mayo de 1935, con un capital inicial de 60,000 pesos, acciones repartidas entre cinco socios: dos industriales de origen español, Rutilo Malacara y Carlos C. Cubillas, y el resto mexicanos, Francisco Fuentes Berain, Virgilio M. Galindo y Antonio Berenguer Campos. El registro de la marca FANAL se realizó hasta 1975, dejando asentado que la sociedad anónima tenía ya cuatro décadas.
“Estas áreas industriales se desarrollaron alrededor de Los Pinos —ya erigido como residencia presidencial—, con un financiamiento mayoritario de parte del gobierno mexicano y un porcentaje menor de capital extranjero, con la idea de que proveyeran las necesidades del país. La producción de la Fábrica Nacional de Vidrio iba en buena medida para el suministro de los desayunos escolares y para el propio Ejército.»
Afirma la responsable del proyecto arqueológico, María de Lourdes López.
Fruto del cardenismo
De acuerdo con las investigaciones, el proceso de industrialización del país se dio en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando México tuvo acceso limitado a ciertos productos, por lo que el gobierno impulsó la producción interna. Con el tiempo, refiere Liliana Márquez, experta de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, dicha fábrica de vidrio crecería al convertirse en proveedora de empresas como la Casa Pedro Domecq y Cervecería Modelo.
Lamentablemente, el declive de la empresa estatal vino de la mano de un incendio en 1969, dañándose bodegas y hornos. De la forma en que operaba la Fabrica Nacional de Vidrio sólo existe un testimonio: una fotografía aérea. Sin embargo, se piensa que la maquinaria pudo funcionar con motores de vapor, eléctricos o de gas, así como hornos que eran alimentados por carbón.
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