Ruta de los conventos agustinos en la Vega de Metztitlán, Hidalgo
Metztitlán: risueña de día, plateada de noche (su nombre náhuatl significa “lugar de luna”); desparramada –pero con mesura- en un abrupto terreno, todas sus calles ascendentes parecen dirigirse al convento de Los Santos Reyes, obra maestra agustina.
El paisaje árido, preñado de gigantescos cactus que emergían de la tierra como cirios, debió sobrecoger a los primeros monjes agustinos que hasta aquí llegaron.
Sin embargo, al final de un penoso descenso descubrieron la Vega de Metztitlán, cual tierra prometida, con toda la frescura y la fertilidad de sus campos verdes y sinuosos, donde podrían crecer nogales, duraznos, albaricoques y muchos otros frutos. Y fue precisamente este valle el que los determinó a levantar sus primeros dos conventos en aquella zona.
La parroquia y el convento de La Comunidad fueron los primeros edificios religiosos de la villa de Metztitlán (su construcción se inició en 1537). Mas, cuenta la leyenda, hubo una inundación de tan grandes proporciones que los agustinos se vieron obligados a abandonarlos; luego decidieron construir otro, más arriba, al que no alcanzaran las aguas. Nos referimos a Los Santos Reyes.
Más tarde La Comunidad fue ocupada por la presidencia municipal, la alcaldía y la cárcel, y hoy, a pesar de encontrarse semiderruida y de funcionar sólo como prisión, sigue mostrando su solidez y su valor arquitectónico y artístico, así como vestigios de su pasada ornamentación: dibujos lineales en grisalla sobre fondo negro.
Otro edificio del siglo XVI es el que se conoce como La Tercena, también en el pueblo de Metztitlán. Está compuesto por dos salas cuadradas con grandes ventanales y un amplio patio al frente. Existe la teoría de que estaba destinado a la recaudación de diezmos y tributos, pero las dimensiones del edificio no permitirían almacenar gran cantidad de cosas, siendo que el tributo se rendía en especie.
En 1974 un equipo de la Secretaría del Patrimonio Nacional descubrió restos de los murales que adornaban paredes y bóvedas de una de las salas. En éstos se puede advertir un friso horizontal (típico en las construcciones religiosas agustinas de la región),que separa la bóveda de cañón de los paramentos inferiores.
Al salir de La Tercena nos dirigimos hacia lo más alto del pueblo, y cinco minutos más tarde ya estábamos en el gran atrio del convento de Los Santos Reyes, compuesto por un templo y un claustro de dos pisos, construido este último en tomo de un patio cuadrangular.
Antes de acceder al recinto admiramos la fachada del conjunto monástico. En el interior del templo destacan cinco retablos ubicados en los paramentos laterales, y el retablo mayor, al fondo. El perímetro de la nave está ornamentado con un friso de estilo plateresco, con motivos renacentistas.
Los cinco retablos, de estilo barroco, son de madera tallada y dorada, y casi todos son del siglo XVII. El del altar mayor es obra del escultor Salvador de Ocampo y fue realizado en 1697. En éste, además de pinturas y esculturas, puede admirarse en hermoso relieve el notable acabado de la advocación de «Los Santos Reyes». Como parte de la ornamentación aparecen las figuras de los santos evangelistas y los santos doctores de la Iglesia.
Actualmente el templo está siendo restaurado, pero ello no impide que se le visite.
La siguiente iglesia a la que nos dirigimos fue la capilla abierta aislada de San Juan de Atzolcintla, ubicada a menos de un kilómetro de Metztitlán, en el pueblo del mismo nombre.
«Se le llama capilla abierta -nos dice George Kubler en su libroArquitectura mexicana del siglo XVI-porque en este tipo de construcción virreinal mexicana el atrio es uno de los elementos más importantes, y subsistió como unareminiscencia de las prácticas al aire libre de la época prehispánica. Este tipo de atrio, con capilla abierta y capillas posas, ha sido comparado con un templo al descampado donde la primera funciona como presbiterio, el atrio como nave y las capillas posas como capillas laterales. En épocas posteriores, como puede apreciarse hoy, este espacio abierto adquirió la función de cementerio».
La capilla de Atzolcintla, al igual que las demás construcciones agustinas visitadas por nosotros, se localiza en lo más alto del terreno, frente al árido paisaje de la sierra, compartiendo e integrándose a éste en su aislamiento y serenidad. Detrás, replegado en sí mismo y amparado por la sólida construcción religiosa, se encuentra el pequeño poblado.
Aunque no pudimos ver por dentro esta capilla, a través de la información que nos proporcionó la alcaldía municipal de Metztitlán supimos que en el muro norte de la nave en lugar de retablo se encuentra una pintura grande de San Juan Bautista. En cuanto a su exterior, la parte edificada se compone de dos prismas rectangulares contiguos que forman la planta de doble cuadrado. Su atrio fue convertido en cementerio, y todo el conjunto está rodeado de un muro almenado.
A propósito de esto último, otra característica -no menos singular- de la arquitectura de este y demás templos, es su aspecto de fortaleza medieval. Esto último se refleja, como pudimos observar en esta capilla, en Tepatetipa y en Tlaxco, en los gruesos muros almenados y en la imponente solidez de la construcción.
Continuamos nuestro camino por la carretera que va a San Cristóbal y más adelante nos desviamos hacia la derecha. Comenzamos entonces a subir por un camino de terracería, y no muy arriba encontramos el poblado de Tepatetipa.
Lo primero que vemos al llegar, hacia la izquierda, es el antiguo templo, erguido frente al serrano paisaje y con la majestad que dan los años. Estamos ante la primera iglesia construida en la región, en 1540, conocida familiarmente por los lugareños como Tipa. En el interior del templo pudimos observar que, a pesar del mal estado en que se halla, aún hay restos de su antigua ornamentación, que incluía frescos muy similares a los del monasterio de Metztitlán.
Tepatetipa posee un atrio casi tan amplio como el del templo de Los Santos Reyes, el cual funciona actualmente como cementerio. El exterior del edificio, construido con piedra de origen volcánico, también se encuentra en malas condiciones.
Bajamos de nuevo a la carretera y continuamos nuestro viaje entre cerros y plantíos. Pasando el pueblito de San Cristóbal y la laguna de Metztitlán. Seguimos hasta llegar a una desviación a la derecha del camino y comenzamos a subir. Vamos hacia la capilla abierta de Santiago Apóstol, patrón del pueblo de Tlaxco.
Luego de haber ascendido por la Sierra Madre Oriental unos 1 800 m, empezamos aretroceder en el tiempo: el poblado al que arribamos guarda cierto parecido con el de una aldea azteca precolombina. Y es que algunas de sus casas siguen guardando la apariencia de aquellas construidas por nuestros antepasados en esa región: techos altos, volados, de cuatro aguas. Las actuales, no obstante, tienen techo de zinc: más duraderos y fáciles de poner, aunque menos adecuados a las variables climáticas.
Como la capilla de Atzolcintla, la de Tlaxco se encuentra en el terreno más elevado y frente al solemne paisaje de la sierra; pero a diferencia de aquélla y de los otros templos visitados, en esta ocasión nos sorprendió ver en su interior una verdadera muestra de arte pictórico. Aquí, en un interesante sincretismo cultural, la influencia indígena puede advertirse en la tez morena y en las facciones de los ángeles, así como en el colorido, -donde priman los azules y los dorados- de la ornamentación, por citar sólo algunos detalles.
En la mañana del día siguiente visitamos, ya a la salida del pueblo, la capilla abierta de Santa María Magdalena Xihuico, situada en la arista de un cerro. El acceso se hace por una calle rampante de fuerte inclinación.
La parte vieja del inmueble está conformada por el cubo del presbiterio y el volumen anexo; este último con tres habitaciones bajo bóvedas. La construcción está hecha de cal y canto, y del edificio original sólo quedan los cuerpos mencionados. Un detalle notable es el friso perimetral superior, que da remate al recinto del presbiterio.
Con esta breve visita a Xihuico nos despedimos de Hidalgo y del acogedor pueblo de Metztitlán, sabiendo que de la gran cantidad de construcciones agustinas en esta región sólo hemos podido ofrecer información de unas cuantas. No obstante, esperamos haber captado la atención de aquellos interesados en la historia y la cultura de nuestro país. Sean todos bienvenidos a Hidalgo.
SI VAS A METZTITLÁN
Saliendo del D.F. toma la autopista núm. 130 hasta Pachuca; una vez allí sigue por la carretera federal núm 105. Unos 95 km adelante, guiándote siempre por la señalizaciones que dicen “Huejutla”, llegarás a una desviación donde hay un letrero vial con el nombre de Puente de los Venados. Toma esta última ruta y 25 minutos más tarde estarás en ese pueblo. A la derecha del camino encontrarás la señal con el nombre de Metztitlán.
Para saber más sobre Rutas por México
– Ruta de los conventos en el estado de Guanajuato
– Por la ruta de Sor Juana
– Rutas de comercio (Oaxaca)
– Una ruta de arte rupestre en Baja California
¿Quieres escaparte a Hidalgo? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable