San Nicolás Oxtoticpac, un claustro en miniatura - México Desconocido
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San Nicolás Oxtoticpac, un claustro en miniatura

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Una suma de sorpresas esperan a quien visite esta singular obra arquitectónica erigida por los frailes menores.

Una suma de sorpresas esperan a quien visite esta singular obra arquitectónica erigida por los frailes menores. Lo más sobresaliente es su claustro, ya que a diferencia de otros que imponen por su altura, este se distingue por sus pequeñísimas dimensiones, lo que lo hace muy acogedor.

¿Cómo se justifica el diminuto tamaño del claustro?. ¿frailes o constructores enanos?, ¿la pobreza franciscana?, ¿escasez de materiales o de mano de obra?, ¿proporciones de la plataforma prehispánica donde se construyó?, ¿corto espacio para cimentar en un subsuelo cavernoso?.. De cualquier manera, este sitio no fue una vivienda permanente para los mendicantes, sólo venían de visita para las celebraciones litúrgicas y un espacio mínimo era suficiente para descansar o pernoctar en caso necesario.

El término Oxtotipac significa “sobre la cueva”. Se deriva de oztotl “cueva” y de Icpac “encima”. En otro tiempo, el sitio fue importante por sus minas de tezontle. Nicolás de Bari, santo patrono del templo, además de ser abogado de los niños, los boticarios, los marinos y las jóvenes casaderas entre otros, lo fue también de los mineros, tanto que los alemanes bautizaron al níquel con ese nombre que deriva de nickel y Nickolaus, es decir Nicolás.

Poco después de la decadencia de los toltecas, Xólotl envió a su hijo Nopaltzin a buscar un buen lugar para poblar; pasó por Oxtotipac “lugar de muchas cuevas”. Más adelante, Xólotl asignó esas tierras a uno de sus vasallos chichimecas (s.XI). Oxtotipac dependió de los señores de Texcoco y estuvo sujeto a Otumba, que era un estado satélite de los acolhuas. Durante el reinado de Netzahualcóyotl fue uno de los 29 pueblos que estaban obligados a trabajar durante seis meses para el palacio, el jardín y el bosque de ese señor de Texcoco.

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Cuando Ixtlilxóchitl se reveló contra su hermano Tezozomoc, eligió a Otumba y sus anexos como sede de su gobierno. Más adelante, Oxtotipac estuvo bajo el imperio de Axayácatl, quien dominó 30 provincias y ciudades. Al consumarse la derrota del ejército mexica, Otumba capituló sin resistencia quedando bajo el poder de Hernán Cortés. Oxtotipac se entregó en encomienda a Diego de Ocampo y más tarde, en 1545, el gobierno de San Nicolás Oxtotipac pasó a la Corona y se le asignó un corregidor; sin embargo, un año más tarde fue reasignado a María de Ocampo, hija de Diego; su esposo Juan Velázquez Rodríguez era su encomendero en 1570 y le sucedió Alonso Velázquez hasta 1597, por lo menos. En 1640, una parte de los tributos ya se canalizaban directamente al virrey Conde de Moctezuma, ya que la encomienda había pasado parcialmente a la Corona.

A principios del siglo XVIII, Oxtotipac estuvo sujeto a Teotihuacan, esto significa que formó parte del cacicazgo de los descendientes del conocido cronista Fernando de Alva lztlixóchitl.

El gobierno de San Nicolás Oxtotipac y el de sus barrios, hoy pueblos de Belem, San Francisco y Santiago, estaba a cargo de un gobernador, un alcalde ordinario, un juez, un alguacil mayor, dos regidores, un mayordomo de comunidad, un tapile mayor y un secretario. Los regidores eran electos por votación y sólo conocemos un caso en 300 años en que hubo quejas por haberse mantenido como autoridad del barrio de Belem, Mateo Rafael, “pues se eligió sólo por los que fueron de su parcialidad [y] con mucha bebida de pulque” y porque había estado haciendo mal uso de los tributos (1764). Otumba se transformó en municipio en 1821.

De acuerdo a la organización eclesiástica, San Nicolás Oxtoticpac fue visita del convento franciscano de Otumba y por lo tanto formó parte de la provincia del Santo Evangelio Los primeros frailes llegaron hacia 1527 y se cree que fue hasta mediados de esa centuria cuando iniciaron la construcción del conjunto.

Afuera del atrio, frente a su acceso, pero al otro lado de la calle de Tecuichpo se encuentra una enorme cruz de cantera labrada, de aproximadamente cuatro metros que se levanta sobre un zócalo de casi dos metros de altura. Lo más común era colocar este emblema cristiano al centro del atrio y adornar sus brazos con símbolos pasionarios que por ser esquemáticos no eran sangrientos y permitían apoyar las explicaciones de los evangelizadores, relacionadas con la pasión y muerte de Jesucristo.

En la base de la cruz encontramos un ángel, la túnica de Cristo que se jugaron los soldados romanos y una calavera sobre dos huesos entrecruzados, en alusión al Gólgota. En el travesaño vertical se ha perdido parte del relieve, pero aún se distinguen los azotes de la flagelación, una jarra de agua con la cual se lavó las manos Pilatos, un clavo, la lanza, la escalera del descendimiento, el cáliz que alude a la sangre de Cristo, el martillo, las pinzas, la vara con la que acercaron la esponja empapada en hiel para mitigar la sed del Redentor y una linterna que simboliza la luz de la Fe. En el remate, el tradicional INRI (Jesús Nazarenus Rex Iudeorum, es decir, Jesús Nazareno Rey de los Judios).

Una triple arcada da acceso al atrio y un andador central flanqueado por árboles conduce al templo. La escasa vegetación de la zona contrasta con los cipreses, palmas y frondosos árboles del atrio que generan una agradable sombra. La espadaña de dos vanos que remata la portada conserva una campana. Más tarde se erigió una torre octagonal que dio un toque barroco al conjunto. La sobria sección que le sirve de apoyo luce un reloj de sol que proyecta su sombra sobre los números romanos que indican las horas.

Sabemos que tradicionalmente se tocaba la campana para anunciar la llegada de un personaje importante, o bien la muerte de algún vecino, así como para convocar a los lugareños ante algún peligro y, desde luego, para llamar a misa u otras ceremonias y actos de culto. Una de las campanas del templo de Oxtotipac se rompió en 1813 y se pagó una nueva con los bienes de la comunidad.

Hoy se conservan cinco, una de ellas fechada en 1797.

La entrada al templo está enmarcada por un arco de medio punto decorado con flores, al igual que sus jambas y el friso que se halla sobre la cornisa; un cordón franciscano ciñe el extradós del arco de ingreso, como ciñó el hábito de los franciscanos que levantaron la iglesia. Esos motivos florales conservan restos de pintura azul y recuerdan que las pétreas portadas que ahora estamos acostumbrados a ver de color natural, solían adornarse y protegerse con un recubrimiento policromo.

Para iluminar el coro se abrieron dos óculos polilobulados al fondo y octogonales en el exterior, inusuales en la arquitectura novohispana. Los separa el nicho que enmarca la escultura de San Nicolás de Bari, que por cierto al paso del tiempo perdió las manos.

El templo presenta modificaciones a su estructura original. El coro y el tramo siguiente conservan su bóveda de cañón y el arco toral que antecede al presbiterio y que está decorado con flores semejantes a las de la fachada, está intacto. En cambio la cúpula y la pequeña nave lateral son agregados, probablemente contemporáneos de la torre.

El piso de la iglesia es de madera, material que durante el siglo XVI sirvió para suelos y cubiertas, pero que en muy pocos templos se conserva. También son muy interesantes el púlpito de madera y la rueda de campanas que aún se usa en las fiestas.

En el pretil del coro hay una leyenda que dice: “Ce blanqueó y pintó este templo en 1838, a expensas del pueblo y de sus barrios, ciendo el primer Juez de Paz, que ubo en dicho, el C Manuel Aguilar”.

El retablo principal del templo de San Nicolás Oxtotipac se realizó “siendo gobernador Don Juan Pasqual i Aguilar i alcalde Don Nicolás Martín y fiscal Don Juan Ylario, se acabó este altar el 30 de marzo de este presente año de 1692”.

De su decoración destacan las águilas situadas en el arranque del retablo, la decoración vegetal de las columnas y los angelitos que las ornamentan, así como las dos pilastras rematadas por torsos antropomorfos; recordemos que para algunos autores clásicos, columnas y pilastras eran una síntesis simbólica del cuerpo humano. Este retablo está dedicado a San Nicolás de Bari, cuya imagen más antigua se encuentra en la bodega. La escultura que aparece en el retablo lo caracteriza como obispo, con mitra y báculo. La Virgen de Guadalupe que está en la vitrina, aparentemente tiene un rostro más moderno que el resto de la imagen. Los grandes cuadros de sus cuatro apariciones en el Tepeyac ocupan las calles laterales, mientras que una pintura de Dios Padre remata el conjunto.

Como otros retablos de la segunda mitad del siglo XVIII, el lateral carece de apoyos verticales y posee, en cambio, una importante decoración que llena toda su superficie, con salientes adornos mixtilineos y vegetales. La escultura mariana que se veneraba en su vitrina fue robada hace años, otras dos se conservan en bodega y próximamente serán restauradas para reintegrarlas al sitio que les corresponde, las demás se han perdido.

La mesa del altar está sostenida por un repisón de abultadas proporciones. A ambos lados del retablo se pueden leer dos inscripciones, la del lado izquierdo dice: “Siendo gobernador actual de dicho pueblo don Julián Aguilar primo hermano de estos buenos [ilegible) siendo fiscal don Antonio Nicolás 1793”; la del lado derecho reza: “a Devosión de Don Basilio Garnacha, Gobernador de este pueblo y a expensas sullas y de su esposa Doña Juana Paulina, se hizo este altar”. Estos donantes, retratados en la parte inferior del altar, aunque son descendientes de caciques indígenas visten a la usanza española, él con traje oscuro y ella con un vaporoso vestido floreado en fondo blanco, collar y aretes de perlas.

También llama la atención el monumento funerario que se halla en el único brazo del templo. Una estructura de albañilería forma el nicho que contiene la urna de Cristo; está flanqueada por sendas pinturas murales de manufactura popular que representan a su Santísima Madre y a San José. Una leyenda que aparece sobre sus cabezas indica que “se acabó este sepulcro en el mes de marzo de 1747 años y se costeó [por] Doña María Francisca y Doña Manuela Francisca”.

La casa de los frailes se construyó al sur del templo. En la fachada de su planta alta se observa la arquería de una capilla abierta a la que se accede desde el claustro alto y que conserva aún su piso de madera. Junto a la portería se encuentra el bautisterio, cuya pila bautismal de 1570 está decorada con el cordón franciscano y cuatro monogramas con las iniciales latinas IHS (Jesus Homines Salvatore, Jesús Salvador de los hombres). El arco de la portería es muy bajo, un corredor oscuro, largo y estrecho conduce al claustro. Las pequeñas dimensiones de las columnas que sostienen los dinteles enmarcan el diminuto jardín, los techos de viguería están casi al alcance de la mano y es necesario agacharse para ingresar a las habitaciones ubicadas en tres de los cuatro lados del claustro.

Entre las pequeñas habitaciones destaca la pieza un poco más amplia que sirve de sacristía, la cual conserva algunos lienzos antiguos como el de San Nicolás acompañado por tres jóvenes doncellas a quienes libró de la prostitución y dio estado de casadas mediante el pago de sus respectivas dotes. Al paso del tiempo, ese regalo se identificó con los obsequios que hoy se dan a los niños en nombre de San Nicolás, Santa Claus o Papa Noel.

En otra habitación, esquinada y con una interesante decoración mural aparece San Nicolás con las tres niñas, además de San Francisco, San Sebastián, un personaje con una ofrenda y varios ángeles que sostienen algunos símbolos de la Pasión. Águilas de gran tamaño se intercalan ornamentalmente entre las figuras, curiosamente una de ellas devora a un cacomixtle.

La estrecha escalera que nace en otro de los ángulos del claustro conduce a la planta alta que luce una pintura mural de San Cristóbal con la siguiente inscripción: “[..] poder tan sin segundo Crhistobal, se mira, se mira en vos, que si a un mundo carga Dios, vos cargais a Dios y al mundo”, a “expensas de Don Eusevio Estrada y Don Antonio Nicolás”. La obra está firmada por Salvador Cayetano, en 1791. En el mismo nivel se exhibe la escultura prehispánica que representa a la diosa de la maternidad, encontrada durante una excavación arqueológica que se realizó con motivo de las obras de restauración del claustro. Su presencia en el lugar indica que la fundación franciscana se erigió allí para sustituir un centro ceremonial pagano, fenómeno muy generalizado durante el proceso de evangelización.

Fuente: México en el Tiempo No. 20 septiembre / octubre 1997

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