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Santa Clara del Cobre, donde el metal se vuelve arte

Michoacán
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La población de este Pueblo Mágico de Michoacán se dedica a convertir trozos del “metal sagrado” en fantásticos objetos de uso cotidiano y joyería. ¡Conoce los orígenes de Santa Clara del Cobre!

Ver trabajar a estos señores es todo un espectáculo: ritmo, sincronía, fuerza y oficio se unen. El cobre se funde en la hoguera donde arden maderos de pino y encino, pesados fuelles de mano atizan el fuego, aunque muchos talleres cuentan con equipos eléctricos que alivian la tarea.

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Al fundir el metal, se deja enfriar cortándose en trozos que serán martillados hasta lograr finas láminas. Golpear, fundir y enfriar; fundir, golpear y enfriar, una y otra vez, incansablemente, hasta lograr el acabado perfecto.

Dependiendo del tamaño o terminado de la pieza, el trabajo dura entre cinco días a un mes aproximadamente; sencillo lizo o de espejo, con incrustaciones de otros metales, grabados florales y caprichosas imágenes, depende del artista, aquí son muchos y muy buenos.

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El lugar se nutre de sus viejos artesanos que dan continuidad a la tradición enseñando a los jóvenes y éstos a los niños. En el Taller Escuela Casa del Artesano nos encontramos con Juan Pablo, un niño de 11 años que martillaba amorosamente un frutero en forma de pescado, producto de cuatro meses de trabajo; nos contó con una sonrisa de oreja a oreja: “Traje un tubo y me dio la idea de hacer un pez… tengo otras piezas. Yo compro el material y la escuela me presta la herramienta. Me gusta enseñar a los demás niños.” Y continuó como pequeño gigante dando golpes en compañía de veinte chicos más.

Alrededor de 70 millones de pesos anuales entran de manera directa por la venta local y exportación del producto que se crea en sus talleres artesanales, fundados por los antepasados y heredados de generación en generación.

Museo vivo

Entre agosto y septiembre se festeja la Feria Nacional del Cobre, donde los artistas, en honor a la patrona del pueblo, compiten para demostrar en buena lid quién realizó la pieza más espectacular.

En el Museo del Cobre se concentra la historia en fotos y fragua; también en exposiciones permanentes de objetos de cobre elaborados por los abuelos tarascos; aquí están, como testigo histórico, las piezas ganadoras en concursos y exposiciones nacionales e internacionales. Al visitarlo (Morelos 263, Centro), tendrás el placer de contar con jóvenes guías listos para explicarte, con todo detalle, el proceso productivo desde el mineral en bruto hasta la obra terminada.

En realidad todo el pueblo es un museo vivo, en la Plaza de Armas está un tesoro en cobre, el quiosco del siglo XVIII, único por su techo del noble material, rodeado de bancas donde puedes degustar los famosos raspados de hielo con jarabe de grosella y la célebre nieve de guanábana.

Aquí se regala arte por todos lados y durante tu visita, seguro serás invitado a sus talleres familiares para ser testigo del milagro artesanal. En sus tiendas encontrarás desde miniaturas hasta juegos de sala, comedores y accesorios de baño.

Su gente es compartida, aprecia al turista porque orgullosos respiran su cultura, y como los ancestrales purépechas, saben que dios, cuando hizo al hombre de cobre, logró inmortalizar los sueños que nacen de sus manos creadoras.

Memoria histórica

La región que ocupaban los purépechas abarcaba los estados de Michoacán, Nayarit, Jalisco, Colima, sur de Guanajuato, norte de Guerrero y parte del Estado de México. Gracias a su maestría militar y al importante desarrollo económico logrado por sus habilidades al trabajar metales como el bronce, el oro y el cobre resistieron los ataques mexicas.

Eran trabajadores del cobre que rendían tributo de sus labores al señorío tarasco. A la llegada española se produce un enlace cultural que desarrolla mejoras tecnológicas. Ya los indígenas martillaban el cobre en creaciones utilitarias, adornos como cascabeles zoomorfos, aretes y armamentos, fundamentalmente el hacha.

Fray Martín de Jesús fundó Santa Clara de Acuero en 1521, aunque legalmente se reconoce hasta 1553, su nombre sería Santa Clara de los Cobres. Al llegar Vasco de Quiroga, el “Tata Vasco”, como lo llamaban, aplaca la barbarie y organiza un gobierno a partir de la creación de oficios, así florece un tiempo productivo de repercusiones humanistas, lejos del encarnizado comienzo colonial en la zona.

Santa Clara de los Cobres estaba conformado por dos pueblos de indios naturales: Santa María Opopeo -conocido como Molino- y Santiago de Ario, con más de 400 habitantes. En tiempos independentistas fue curato del insurgente Manuel de la Torre Lloreda. Aquí ocurrió en 1911 el primer levantamiento en armas en favor de Francisco I. Madero. En 1858 fue bautizada como Santa Clara de Portugal, en honor a don Cayetano de Portugal, después se le dio el nombre de Villa Escalante por el héroe Salvador Escalante, quien encabezó el levantamiento de Madero y es hasta el 27 de enero de 1981 cuando recuperó el nombre de Santa Clara del Cobre; a partir de 2010 fue reconocido como Pueblo Mágico con justa razón.

No te pierdas

-El Museo del Cobre.
-Los talleres donde se trabaja el cobre martillado.
-Una visita al Templo de Santa Clara.
-Un recorrido por la Casa Felícitas (fina artesanía de cobre).
-Un paseo por el Lago Zirahuén, con servicio de cabañas y restaurantes. El Pueblo Mágico de Santa Clara tiene historia, rica tradición y un futuro brillante, como su arte…

Cómo llegar

Santa Clara del Cobre se encuentra a 17 km al sur de Pátzcuaro, por la carretera que va a Ario Rosales.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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