Santiago Carbonell: "tengo mi maleta siempre lista para viajar" - México Desconocido
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Arte y Artesanías

Santiago Carbonell: “tengo mi maleta siempre lista para viajar”

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Miembro de una familia burguesa de Barcelona, en la que un abuelo y un tío pintaban por afición, Santiago Carbonell supo desde niño que quería pintar.

Cuando el pequeño Santiago se lo comunicó a su padre encontró una respuesta positiva: “si quieres ser artista, tendrás que terminar primero la escuela y después pintarás, pero lo tienes que hacer para poder vivir”.

Empecé a trabajar en los Estados Unidos para una galería en Miami, pero principalmente pintaba paisajes en el oeste de Texas, en el desierto. Me gusta el paisaje desértico, no es que sea paisajista pero lo he practicado bastante y lo sigo pintando. El caso es que tuve la oportunidad de que me invitaran a México. Yo venía por quince días, que se alargaron a tres meses; viajaba con mi mochila conociendo el país y me encantó y me enamoré, pues me sentí como en casa. Al fin regresé a los Estados Unidos pero ya no pude vivir ahí, así que agarré mis bártulos, que no eran muchos y volví. En la ciudad de México conocí a Enrique y Carlos Beraha, dueños de una importante galería, quienes me dijeron que estaban interesados en mis cuadros; yo no tenía planes ni dónde vivir, y por una casualidad un amigo que tenía una casa vacía en Querétaro me dijo que si quería irme a pintar ahí, y desde entonces ahí vivo. Me establecí y me sentí como adoptado por la gente, y yo adopté a este país, pues me siento mitad español y mitad mexicano.

La pintura es como la cocina, se hace con amor, con cuidado y con paciencia. Me gustan los cuadros de mediano y gran formato. Yo pinto muy despacio, me tardo cerca de dos meses en terminar un cuadro. Planeo cuidadosamente la pintura desde el inicio, la pienso en todos sus detalles y no me desvío. Imagino cómo se va a ver terminada y casi no hay lugar para modificaciones o para el arrepentimiento.

A simple vista Carbonell es un pintor realista, con influencias de la pintura romántica y neoclásica del siglo xix, que retoma la obsesión por el detalle inesperado. Recurre al uso de telas para cubrir o desnudar a sus modelos femeninos, que parecen flotar en el primer plano de un paisaje de la meseta mexicana; a la suavidad de la tela y de la piel, Santiago opone la dureza de la tierra, de la piedra y del guijarro, todo ello enmarcado por la suavidad de una luz a punto de morir.

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Me gusta mucho la relatividad del espacio y del tiempo. Sacar los objetos de su contexto y ponerlos en diferentes contextos para acelerar un reconocimiento, para que el espectador no se quede pasivo ante el cuadro y busque su interpretación acelerando el pensamiento. Yo no quiero hacer retratos; más que pintar figuras, lo que me gusta es pintar. Pintar para mí no es un placer, es un dolor. Claro que gozo más pintando una figura femenina que un vaso.

De trato suave y hablar reposado, Santiago nos enseña el jardín de su casa y a lo lejos el paisaje queretano, que asoma en lontananza. En su breve trayectoria como pintor, Carbonell ha cosechado triunfos de la crítica y el reconocimiento de los coleccionistas. A las exhibiciones colectivas siguieron las individuales en México, Estados Unidos y Europa, y algunas obras suyas han sido subastadas en Nueva York. Sin embargo, Carbonell desea hacer un alto en el camino para reflexionar y salirse por un tiempo del ambiente de las galerías: Quiero pintar y guardar mis cuadros, hacer una colección de mi obra y que no me sienta presionado por la insistencia de los compradores.

Fuente: Tips de Aeroméxico No. 18 Querétaro / invierno 2000

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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