Sayula, lo “nuevo” de Jalisco
Ubicado a tan sólo una hora de Guadalajara, este hermoso poblado te espera para que disfrutes en él de su hermoso hotel boutique, la más deliciosa cajeta y una destilería que, “te hará el viaje”.
Casi podría asegurar que el tiempo no pasa en Sayula, Jalisco, tiene ese aire único de una época que ya no existe: señoras que caminan al mercado con su rebozo “de bolitas”, las pequeñísimas tiendas, los productos típicos… Llegamos caminado hasta el centro, a la iglesia principal, y en el atrio un grupo de mujeres practicaba una especie de danza dirigida por dos hombres que tocaban un tambor y una flauta. En una de las pausas, nos acercamos y le preguntamos a uno de ellos qué hacían. Estaban ensayando para bailarle a la Virgen y los hombres eran los “piteros”. En Sayula casi todos los fines de semana se celebra algo, son fiesteros de corazón, por ejemplo, tienen su propio carnaval durante el cual todo el pueblo sale a festejar y no regresan a sus casas, la pasan varios días de fiesta hasta que aparecen por ahí, el Miércoles de Ceniza, con su cruz en la frente.
Encantadora historia
Es casi imposible rastrear los orígenes de Sayula, ya que desde tiempos inmemoriales se tiene registro de varios asentamientos a lo largo de la ribera de la Laguna de Sayula, en lo que hoy se conoce como el Cerrito de Santa Inés, así como al pie del cerro El Caballo. A todo el conjunto de chozas y construcciones que ahí se encontraban se les conocía como Tzaulan, que hoy podemos afirmar era el Sayula indígena, cuyos habitantes se dedicaban a la agricultura, la caza, la pesca, la recolección del salitre y la fabricación de sal. El cambio de nombre se debió primordialmente a la multiplicidad de lenguas indígenas que se hablaban en la región y que fueron transformando el nombre al que conocemos actualmente. Con la Conquista esta población formó parte de la provincia de Ávalos, que reunía al conjunto de tierras que había conquistado don Alonso de Ávalos, un poderoso hacendado quien estableció aquí su residencia gracias a las bondades del clima y de la tierra. Actualmente Sayula es un pueblo realmente encantador, con ese sabor que sólo tienen los lugares con historia y tradición, aquellos en los que su gente vive feliz y está orgullosa de lo que tiene. Al llegar se percibe el sabor colonial y es evidente que fue una zona de abundante riqueza. Su plaza, sus iglesias, las casas, los portales, todo da cuenta de ello. Entre sus pobladores más ilustres se encuentra Juan Rulfo y Don José Ojeda, uno de los mejores fabricantes de cuchillos del mundo y que, como felizmente descubriría, sigue viviendo en Sayula.
Decidí visitar primero la Casa de la Cultura Juan Rulfo, enfrente de la plaza principal. Existen discrepancias sobre el lugar que lo vio nacer, pero en el Palacio Municipal se venden copias de su acta de nacimiento como un souvenir para los turistas.
La verdadera manufactura artesanal: Cajetas Lugo
Tras ir por mi copia del acta, decidí conocer todas las delicias que ofrecía esta pequeña, pero hermosa ciudad. La primera parada era obvia: Cajetas Lugo. Llegué justo a tiempo cuando dos empleados mezclaban en unas enormes ollas de cobre la cajeta y el azúcar, se veía tan relajante que me animé a preguntar si me dejarían hacerlo, así que tomé la enorme pala de madera y agité la exquisita mezcla unos minutos. Una vez que gran parte de la leche se ha evaporado y tiene la dulzura y consistencia indicadas, rellenan las típicas “cajitas” y se coloca una pequeña capa de azúcar que se dora acercándola al fuego, después se le pone la tapita y ¡listo! Una dulce totalmente artesanal, hecho completamente a mano (desde el contenido hasta el empaque) y de un sabor exquisito.
El arte de la cuchillería
Salí con el corazón contento, saboreando mi cajeta recién hecha, y dispuesta a conocer la siguiente maravilla sayulense: los Cuchillos Ojeda. Descendiente de doce generaciones de trabajadores maestros del metal, don José Ojeda creó una cuchillería que está a la altura de la mejor del mundo. Cada cuchillo de carne o de uso general es modelado a mano en el más fino acero. No pude resistir el llevarme un par de ellos a casa. Salí feliz con mis cuchillos, como quien encuentra un tesoro y lo lleva entre las manos. Sentí ganas de festejar y qué mejor manera de hacerlo que con un buen tequila… (no olvides documentarlos para que no te los quiten, si viajas en avión).
Destilería La Rojesa
Y ya que me había entrado el gusto por lo “hecho a mano”, busqué que mi elixir estuviera hecho de la misma manera. Casi por casualidad llegué a la Destilería La Rojesa. Ahí se conoce el verdadero amor por el tequila, pues lo hacen con calma y dedicación. Pude presenciar cómo metían las piñas al horno y ver los enormes tambos en los que esperan pacientemente su fermentación, después lo destilan hasta dos veces y el resultado es un licor delicioso y de la mejor calidad.
Además, ahí hice un gran descubrimiento: el ponche de granada, una deliciosa bebida a base de esta fruta a la que le agregan raicilla, una bebida parecida al tequila, pero un poco más fuerte, ya que las piñas son horneadas en la tierra por tres días, lo que le da un sabor ahumado verdaderamente delicioso.
Un manjar más terrenal…
Al otro día me desperté con una sensación de descanso profundo que no experimentaba desde hace años y con energías renovadas para seguir disfrutando, así que de un salto me alisté, salí y tomé una mesita para desayunar en el adorable patio de la casa. Pedí la carta y mis ojos se regocijaron ante las suculencias que ahí se encontraban, después de una difícil elección me incliné por unos riquísimos molletes con crema dulce y frambuesas. Ya estaba por terminar, cuando salió Manuel Bañuelos, chef ejecutivo de La Frambuesa, el restaurante de Casa Sayula, quien me invitó a ir al mercado local a elegir ingredientes frescos para preparar los especiales del día. Acepté encantada. En este mercado sobre ruedas que se extiende por cuadras y cuadras alrededor del centro se encuentran incontables agricultores locales que ese día bajan al pueblo a ofrecer sus productos, además de pescadores que vienen desde Manzanillo y otras costas cercanas a vender fresquísimos productos del mar. Compramos camarones, cayo de hacha, frutas y verduras frescas como las pitayas, la fruta emblemática de Sayula. Casi no podía esperar para ver lo que este creador culinario nos ofrecería en la tarde.
Lujo en un verdadero Hotel Boutique
Casa Sayula es miembro de Hoteles Boutique de México y se ubica en una casa colonial construida a finales del siglo XVIII, conocida como “La Casa del Marqués de Sayula”, que fue cuidadosamente remodelada respetando su esencia original, resultando en un lugar íntimo y acogedor. Cuenta con veinte habitaciones exquisitamente decoradas con obras de arte de la región y cuidadísimos detalles, en donde el descanso está plenamente asegurado. Como es un negocio familiar, quien lo visita se siente como en su casa, pues los dueños están atentos a cualquier necesidad de sus huéspedes. Tiene todo lo que uno puede pedir: gimnasio, sala de juntas y una encantadora alberca, ubicada en uno de los dos patios de la casa. Y por si fuera poco, en el segundo piso se puede encontrar una pequeña capilla que resguarda un retablo original del siglo XIX con la Virgen de la Inmaculada Concepción tallada en cedro por artesanos de la región. Pasar aquí unos momentos implica encontrarse con uno mismo. Fue cerrar con broche de oro la visita a este lugar lleno de historia y tradición, en donde, sin embargo, si así se desea, es posible detener el tiempo.
Contactos
Gran Casa Sayula (hbm)
Gral. Manuel Ávila Camacho 73, Centro Histórico.
T. 01 (342) 421 1321.
www.hotelesboutique.com
Cajetas Lugo
Ocampo 60, Centro.
Cuchillos Ojeda
Daniel Larios 23, Centro.
Destilería La Rojesa
Daniel Larios 260, Centro.
5 imprescindibles de Sayula
1. Recorrer los portales y probar las empanaditas dulces del portal Galena.
2. Visitar el Museo de la Metalistería y el Museo de Antropología, que están en la Casa de la Cultura Juan Rulfo.
3. Visitar el Museo de Arte Sacro, ubicado en el Santuario de la Virgen de Guadalupe.
4. Presenciar la representación del Ánima de Sayula, una serie de versos publicados entre 1895 y 1897 y que, aunque no se sabe con exactitud quien fue el autor original, forman parte de la esencia misma de Sayula. Su representación se lleva a cabo por habitantes locales en uno de los portales de la plaza principal. La entrada cuesta alrededor de 30 pesos y ahí se puede probar el delicioso ponche de granada. Además, a todos los espectadores se les obsequia una muestra de la deliciosa Cajeta Lugo.
5. Tomar un masaje en el Spa Teracota que se encuentra dentro de Casa Sayula. El lugar se cierra para cada huésped con el fin de que la privacidad y la relajación sean absolutos.
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