Tamiji Kitagawa, un pintor japonés que se enamoró de México
Tamiji Kitagawa fue un pintor nipón que vivió en México en los años 20 y 30. Se enamoró del país, y se empapó del efervescente ambiente artístico y cultural de aquella época ¡Conoce esta historia!
Los años veinte en México han sido poco apreciados por buena parte de la historiografía. Fueron una década particularmente intensa no solo política y socialmente, sino también en la cultura y las artes. Grupos de pintores, músicos y poetas, creaban diferentes obras que no solo proponían nuevos estilos, sino también nuevas formas de definir al país. En medio de aquella ebullición, un joven pintor japonés arribó proveniente de Estados Unidos, llevado por la curiosidad. Se trataba de Tamiji Kitagawa.
Los orígenes de Tamiji Kitagawa
Tamiji Kitagawa nació el 17 de enero de 1894, en la prefectura de Shizuoka, Japón. Su familia tenía una posición acomodada; su riqueza venía del cultivo y comercio del té. Desde niño mostró inclinaciones artísticas. A lo 16 años se inscribió en la Universidad de Waseda, en Tokio, donde estudió comercio, a instancias de su padre.
Al estar en el ambiente universitario de la capital nipona, conoció lo que estaban realizando las vanguardias artísticas de Europa. Esto fue gracias a que estrechó lazos con estudiantes de artes y pintores locales, los cuales estaban influenciados por el impresionismo y el post-impresionismo. Ello lo llevó a apreciar artistas europeos como Vincent Van Gogh y Henri Matisse, por ejemplo.
El contacto con el mundo del arte le hizo cuestionar los valores tradicionales japoneses, tanto sociales como estéticos. Muy probablemente por eso, decidió dejar su casa paterna así como su país. Kitagawa abandonó Japón en 1914. Viajó a Estados Unidos, donde se reunió con su hermano, esperando abrirse paso como pintor, con tan solo 20 años de edad.
Kitagawa en Estados Unidos
En la Unión Americana, Kitagawa vivió en Portland, Oregon, durante un par de años. Después se trasladó a Nueva York donde laboró como escenógrafo teatral. Un poco más adelante, ingresó al Art Students League. Dicha institución tenía una educación artística de avanzada; además estaba imbuida por las ideas socialistas de la época. Su director fue John Sloan, quien colaboraba en la revista The Masses junto al famoso periodista John Reed. Este último había estado en México en 1911, donde fue corresponsal de guerra durante la Revolución.
Todo el intenso ambiente que el artista japonés experimentó en Estados Unidos, sobre todo en la Art Students League, lo llevó a desarrollar una conciencia social afín a las clases populares y sus problemas. También hizo que apreciara el arte que se hacía en países fuera del ámbito europeo, basado en lo que consideraba era una autenticidad cultural digna de admiración.
Tamiji Kitagawa y su etapa en México
Con un amplio bagaje artístico y político bajo el brazo, Tamiji Kitagawa viajó a México alrededor de 1921, en plena cruzada educativa de José Vasconcelos, el inicio del muralismo mexicano así como los primeros trabajos de los poetas que formarían los grupos de Contemporáneos y del Estridentismo.
Kitagawa se inscribió en la Academia de San Carlos, donde siguió formándose como pintor. También estuvo en diferentes sedes de las Escuelas de Pintura al Aire Libre: en la de Churubusco y Tlalpan como alumno y maestro; como fundador y director en la de Taxco. En ellas se compaginó totalmente con el alumnado de origen humilde, así como con el sistema educativo de la institución. La autonomía, la libertad y la espontaneidad eran las bases de esa modalidad educativa.
Todo este mundo de revolución social, reivindicación de los desposeídos, así como los momentos brillantes y las contradicciones de México, lo llevaron a formar una ética que no abandonaría por el resto de sus días. La cosmovisión del país, en particular de los campesinos y las comunidades originarias, formaría parte del propio imaginario pictórico del nacido en Shizouka.
Algunos amigos del pintor japonés
Tamiji Kitagawa vivió en México hasta 1936. Durante aquellas casi dos décadas de residencia en el país, además de empaparse de los estilos de la pintura local como el mundo social que la rodeaba, el pintor se relacionó con diversos personajes del arte mexicano.
Conoció tanto a Diego Rivera como a David Alfaro Siqueiros, dos de los principales exponentes del muralismo mexicano. También tuvo contacto con el pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, y muy probablemente, con Frida Kahlo, Carlos Mérida, Carlos Orozco Romero, Agustín Lazo, Fermín Revueltas, Jean Charlot y Roberto Montenegro.
También se relacionó con el grupo poético de los Contemporáneos. De aquella amistad, queda como constancia un retrato que hizo de Xavier Villaurrutia, a la usanza tradicional nipona. También hay reseñas de sus cuadros realizadas en aquella época por Carlos Pellicer.
Regreso de Tamiji Kitagawa a Japón y último viaje a México
Kitagawa regresó a Japón en 1936, en medio de la guerra que sostenía aquél país en China. El pintor tenía convicciones antibélicas. Ello lo llevo a oponerse a su gobierno militar y sus políticas, las cuales llevaron a la nación nipona a entrar a la Segunda Guerra Mundial poco después. Aún a pesar de la represión, sostuvo su inconformidad a través de la pintura, criticando particularmente el belicismo y la rígida educación del sistema japonés en aquellos años.
También introdujo elementos pictóricos de México en la pintura japonesa, sobre todo en lo que respecta a los paisajes. Aquello lo amalgamó con tradiciones niponas como el Ukiyo-e, su afamado estilo de estampa. Esto le dio prestigio y reconocimiento como pintor en su país. En los años cincuenta regresó nuevamente México, aunque de forma breve. En esta época Tamiji Kitagawa se vio muy influido por Rufino Tamayo.
Kitagawa jamás abandonó el tono social de sus trabajos. Tampoco dejó la figuración y varios símbolos visuales que descubrió y adoptó en México. Destaca de entre ellos el chapulín, que fungiría como alter-ego del artista. Falleció el 26 de abril de 1989, en Seto, Prefectura de Aichi, Japón.