Tancoyol: la redención y María intercesora (1760-1766)

Tancoyol es nombre huasteco que significa “coyote”, y nada tiene que ver con el significado de esta portada que lleva la cruz como principal tema. La cruz —que aquí corona el centro de la fachada—, como redención del género humano. Cristo ha muerto —con su muerte de cruz— por todos. En los medallones superiores se esculpen además, la cruz de Calatrava y la de Jerusalén. En el enmarque de la portada, seis ángeles sostienen los símbolos de la Pasión: la cruz y el mazo, la escalera, el látigo, el paño con la santa Faz, la columna, la mano flagelante, la lanza.

Arriba del lucernario rodeado por el cordón franciscano, la escena de la estigmatización de San Francisco. Y abajo de él, dos ángeles sostienen las cortinas que protegen un nicho —ahora vacío— donde estuvo la Virgen, en su advocación de Nuestra Señora de la Luz. Sobre el arco de la puerta, los dos escudos franciscanos. A cada lado, San Pedro y San Pablo, a quienes corresponden —en el segundo cuerpo— Santa Ana con la Virgen Niña y San Joaquín; y en el tercero, San Roque y San Antonio. En resumen, el Sacrificio, la Cruz, Cristo unido a María, que es la Omnipotencia Suplicante; más su cortejo de santos que propagaron con su vida y ejemplo. Y todo en medio de una barroquísima y hermosa ornamentación.

En Tancoyol sirvieron los padres Antonio Paterna, Ramos de Lora, Saenz de Inestrilla, Miguel de Molina, Antonio Cruzado y el propio fray Junípero Serra.

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