Todos los Santos en Atlajco, Hidalgo
La comunidad de Atlajco se localiza en una cañada por donde pasa el arroyo Cochiscuatitla, afluente del río Huatzalingo; este arroyo forma pequeños remansos que invitan a la meditación, enmedio del murmullo del agua y el canto de las aves.
Al trasponer la Sierra Madre Oriental van apareciendo elevadas cumbres con abruptos y filosos peñascos: es el rumbo de Molango y Tlanchinol, donde predominan la niebla, las cascadas y los bellos helechos arbóreos; es la región de la Sierra Alta. Pero unos cuantos kilómetros más adelante se comienzan a vislumbrar las tierras bajas de la Huasteca hidalguense, donde la altura no excede los 800 msnm; es la tierra del zacahuil y del huapango.
En varias rancherías y pueblos de los municipios de Huejutla, Atlapexco, Orizatlán, Yahualica, Calnalli, Huazalingo, Xochiatipan, Jaltocan y Huautla, el 1 y 2 de noviembre se lleva a cabo la festividad de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, de una manera muy particular que en la región se conoce con el nombre de “Xantolo”. En Atlajco los preparativos para recibir a los difuntos comienzan unos días antes, ya que en esas fechas los muertos tienen permiso para visitar a sus seres queridos. La mayoría de la gente de la ranchería se dedica a recoger cañas u otatillos para construir el armazón del altar, así como flores y hojas de palmillas; mandarinas, naranjas y plátanos se amarran al armazón y se cuelgan del tapanco de las casas para adornar el altar; se preparan tamales y café; se compran pan, morrales, paliacates y ceras, y se completa el ambiente con copal y con un incienso llamado popochkomitl, que junto con el arco anuncia al visitante y a los moradores de la casa que se encuentran en plena fiesta de Xantolo.
Pero lo que hace singular a esta fiesta de los difuntos son las danzas que alegran la estancia de los difuntos en su breve visita, demostrándose que también en esta región de México la muerte recibe un trato muy familiar. El conjunto de danzas se conoce como los “Viejos”, o en el idioma náhuatl Ueuejme; se compone de varias parejas de hombres y “mujeres” (en realidad son hombres jóvenes o niños disfrazados de mujer) que bailan al ritmo de sones huastecos como El Caballito, La Carreta, El Caimán, El Pixpix, La Culebra, Atzacanatótotl, entre más de 45 que hay, los cuales son interpretados por gente del lugar que conocen algo de música y que saben tocar el violín, la jarana y la guitarra huapanguera. Siempre hay uno o dos disfrazados más que no tienen pareja, entre ellos el capitán, y son los que se encargan de insistirle al dueño del solar, a manera de broma, que pague por la actuación realizada.
El capitán y otro disfrazado recorren el caserío en busca de que algún jefe de familia los acepte e invite a bailar frente a su casa, exceptuando a los dueños que no tienen humor para ello o algún motivo parecido. Al hacerse el trato con el dueño de la casa, éste saca unas sillas y los músicos toman asiento, algunos “viejos” dialogan con el propietario y comienza la música; muchos niños y niñas que se encuentran alrededor y vecinos de las casas aledañas los observan; se oyen los gruñidos de los “viejos”, “¡muju!, ¡oooju!”, que forman parte de los sonidos que acompañan la danza. A veces en algunas casas, al terminar de danzar, se les remunera con un cuartillo de maíz, y en algunas otras con tamales y tekokos o bocoles de frijol.
El cansancio hace su aparición entre los danzantes, pero se ve recompensado cuando se les ofrece un poco de aguardiente. Se zapatea con ganas, el polvo se levanta y para el atardecer, cuando algunos vecinos del lugar acompañan a los “viejos” tomándose por las manos y por la cintura, como en el baile mestizo, se siente un clímax; el cielo luce limpio, perfilando los cerros que rodean al poblado; las actividades del día han concluido. Durante dos días más se prosigue con la danza, animándose a participar más adultos y jóvenes; algunos muchachos bajan de un pueblo llamado Cochiscuatitla y se unen al tropel; también del pueblo de Tlachapa, a 15 minutos de Atlajco, llega una cuadrilla de bailadores y el ambiente crece; con ellos viene un “Choto”, personaje que es algo así como un mal espíritu o demonio que se dedica a molestar a la gente.
Los días anteriores han sido muy agitados; se rumora que el sábado se irá al panteón, así que hay que ir a la cabecera municipal a surtir la despensa, y como es viernes y en Atlapexco es día de tianguis, la celebración es doble, una por el hecho de ser día de plaza y otra por ser fiesta de Xantolo; habrá que intercambiar o vender mercancías, o tal vez a distraerse un rato comentando los acontecimientos de la semana. Por eso el día de mercado también es de fiesta, porque rompe con la rutina diaria y permite la convivencia entre los habitantes de las comunidades cercanas. Las autoridades del pueblo han dado aviso a la comunidad de que hoy se hará la procesión para ir al camposanto. Todo el pueblo se alista; en los morrales se meten tamales, café, plátanos, galletas, pan, ceras, flores, copal, incienso y en ocasiones hasta la ropa nueva del difunto si éste murió recientemente o en el transcurso del año.
La fiesta de Xantolo tiene una celebración complementaria en la última semana de diciembre: el “destape de los disfrazados” o Moxoleua; en esa ocasión se contratan los servicios de alguna banda de viento del área, como la de Tecacahuaco, y se trae la imagen de una Virgen milagrosa para la velación. La ceremonia del destape, como su nombre lo indica, sirve para quitar cualquier remanente que haya quedado sobre los “xantoleros” por haberse disfrazado; en esta ocasión el Choto porta una antorcha o “bolillo” que los espectadores tratan de apagar con lo que esté a su alcance. A veces hay algunos incidentes, como caídas, quemaduras y golpes. Cuando el “bolillo” es apagado se enciende otro, y al extinguirse este último culmina la fiesta que inició en Todos los Santos y se hacen votos para que la del próximo año sea aún más espectacular y vistosa.
Si usted va a Atlajco
Saliendo de Huejutla de Reyes tome la carretera federal núm. 105, virando en la desviación a Atlapexco; continúe por la carretera rumbo a Tlalchiyahualica, y tras pasar Tecolotitla y Atlaltipa hay que seguir a la derecha, hacia el pueblo de Cochotla. Este camino tiene una pequeña desviación al pasar por Tlachapa, que termina en la comunidad de Atlajco, el cual se encuentra a una altura de 240 msnm. Todos los servicios se pueden encontrar en la ciudad de Huejutla, a 30 km de Atlajco.
Fuente : México desconocido No. 297 / noviembre 2001
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